Desde La Habana

Cuba: 70,8% de hogares solo hace una comida diaria

Cuba: 70,8% de hogares solo hace una comida diaria

Algunos de los pocos productos que cada cierto tiempo venden por la libreta de racionamiento, vigente en Cuba desde marzo de 1962. Tomada de Diario de Cuba.

En el otoño de 2016, Giraldo, un viejo músico jubilado de 78 años, pesaba casi 220 libras y ganaba cada noche entre 20 y 30 cuc (peso cubano convertible, equivalente al dólar), amenizando la cena de los turistas de paso por la zona antigua de La Habana. Siete años después ha rebajado 50 libras debido a la mala alimentación. Con su descolorida guitarra, se sienta en el banco de un parque contiguo a la Avenida del Puerto y recuerda con añoranza el pasado:

“Al mediodía comenzaba a tocar con mi trío musical en el café del hotel Inglaterra. Luego seguíamos el periplo por el hotel Parque Central, los bares de la calle Monserrate y terminábamos la noche en algún restaurante privado de la Plaza Vieja. En un día malo ganaba no menos de 20 cuc. Y los administradores estatales y los dueños de negocios particulares nos garantizaban merienda, tragos de ron y café”.

En La Habana, decenas de artistas ambulantes merodean céntricos hoteles, bares y sitios de afluencia de turistas, intentando ‘hacer sopa’, o sea poder cantar o tocar mientras la gente come o bebe unos tragos. Suelen trabajar solos o en dúos.

“Los grupos musicales grandes ya no dan la cuenta, pues apenas hay turistas. Ahora mismo si un ‘sopero’´en una noche gana 500 pesos (equivalente a dos dólares en el mercado informal de divisas), puede considerarse un tipo con fortuna”, dice Giraldo.

La abrupta caída del turismo y la economía en la Isla ha impactado duramente en el sector del trabajo informal. Cuba vive una auténtica tormenta perfecta. Tras dos años de pandemia, crisis sistémica y una imparable inflación, se ha disparado la pobreza extrema.

La crisis alimentaria afecta principalmente a niños, ancianos, embarazadas, enfermos crónicos, jubilados y trabajadores estatales.

Giraldo, músico autodidacta, comenta que se jubiló con una chequera de 300 pesos (un dólar y 50 centavos). «Pero después de la Tarea Ordenamiento, un plan macabro del gobierno que condenó a la miseria a los jubilados y a quienes laboran para el Estado, comencé a cobrar 2,100 pesos. Mirta, mi esposa, que fue educadora en un círculo infantil, recibe una pensión 1,528 pesos. Esos 3,628 pesos (14.50 dólares) no alcanzan ni para comprar ni media caja de pollo”.

Luego de caminar diez kilómetros a la caza de clientes y cantarles el Chan Chan de Compay Segundo o Lágrimas negras de Miguel Matamoros, Giraldo se acomoda en una banqueta del bar Two Brothers a contar el dinero que ganó en la jornada. “Hace siete años me tomaba dos tragos de ron Santiago y compraba cajitas de comida en cualquier cafetería del barrio y así mi esposa no tenía que cocinar. Ahora ni puedo comprar comida ni me puedo dar un trago”, se lamenta.

Giraldo y Mirta viven en un cascarón gris construido a principio del siglo XX en el barrio pobre y mayoritariamente negro y mestizo de San Isidro. El edificio, como muchos en la capital, está declarado inhabitable por las autoridades. Pararse en el balcón de su apartamento es un ejercicio de alto riesgo. El olor a salitre impregna la zona. La algarabía de algunos vecinos gritando que llegaron los huevos a la carnicería, una bronca por cualquier motivo o el reguetón a todo volumen es habitual en el barrio.

Después de colocar la guitarra detrás de un altar con collares de la religión afrocubana, su esposa le da la libreta de racionamiento y una jaba de nailon para que compre los huevos. En la cola se rumorea que el gobierno va a dejar de vender por la libreta la bolsa de pollo de cuatro kilogramos, el paquete de salchichas y el picadillo.

“No lo creo. Si quitan los cinco productos estrellas -pomposa definición de Comercio Interior a un módulo familiar que además de pollo, picadillo y salchichas incluye dos bolsas de detergente y un litro de aceite vegetal- la gente se tira pa’la calle”, dice un señor. Varias personas en la cola dudan que eso ocurra. “Los cubanos nada más son guapos en las redes sociales. No hay pantalones en Cuba pa’ salir a la calle o hacer una huelga hasta que está gente cojan un avión y se larguen. Nos están matando de hambre y un montón de carneros aplauden al gobierno como si fueran pioneros”, contesta exaltada una señora.

Giselle, madre de dos hijos, hace un balance de sus desgracias: “Estoy hasta el gorro con esta pila de singaos. No puedo con ellos. En el Período Especial por la libreta vendían más comida que ahora. ¿Qué se piensa este gobierno,-que los cubanos vivimos del aire como los pajaritos?. No hay huevos, no hay pan, no hay carne de res ni de puerco, tampoco hay pescado. Y falta el arroz, el café y el azúcar. ¿Hasta cuándo?”.

La indignación de los cubanos de a pie está a flor de piel. Giraldo coincide que «es abusivo este tren de pelea. Tenemos al hijo mayor preso y entre mi esposa y yo, a pulmón, ayudamos a la madre en la crianza de dos nietos. Tratamos de que puedan comer cada día, pero el dinero no alcanza para comprarles ropa, zapatos, juguetes, o de vez en cuando llevarlos a pasear».

La pensión de Giraldo y su mujer de 3,628 pesos apenas alcanza para adquirir la magra canasta alimenticia que venden por la libreta de racionamiento, algunas viandas y frutas en el agromercado y pagar la factura de electricidad, agua y gas.

Mirta, esposa del músico, saca un cuaderno donde anota los gastos. “Comer comida criolla es un lujo para la mayoría de los cubanos. La libra de frijoles negros está entre 500 y 600 pesos, los colorados igual. La libra de carne de puerco,500 pesos, llena de huesos y grasa. La deshuesada que viene del extranjero cuesta 1,700 mil pesos el kilogramos en una MIPYME. Un mazo de habichuelas a100 pesos y un aguacate de 80 a 150, dependiendo del tamaño. La libra de limón a 360 pesos, la de pepino entre 35 y 45 pesos. Un paquete con tres libras de tomates chiquiticos y verdes cuesta mil pesos, la libra de yuca o boniato, 50 pesos, la malanga está a 100 pesos la libra y 30 pesos un plátano macho. Una fruta bomba de seis libras te puede costar 300 pesos. Es una locura. No hay quien viva en un país donde un cartón de huevos cuesta 3 mil pesos, el doble de mi pensión”.

Según Edania, nutricionista, desde hace cinco años, la calidad de los alimentos que consumen los cubanos es de regular a mala. «Apenas consumen proteínas, solo pollo y cinco huevos por personas al mes, porque el embutido y el picadillo que dan por la libreta es mejor dárselo a los perros. La mayoría de las familias no pueden comer frutas ni vegetales. La carne de res, los buenos pescados y los mariscos son alimentos exclusivos de la élite gobernante, de los que tienen negocios y personas que a menudo reciben dólares”.

Héctor, economista, asevera que si el gobierno no puede “ofrecer soluciones al déficit de comida, el país estará abocado a una crisis alimentaria colosal. Deberían pedir ayuda a los organismos internacionales. Un alto porcentaje de la población lo necesita”.

Los datos de las producciones agrícola, ganadera, porcina, pesquera y azucarera han caído en un 50 por ciento en casi todos los rubros en los últimos cinco años. De acuerdo a una encuesta de Cubadata a más de mil personas, el 47,2% de los entrevistados dejó de comer alguna vez durante todo el día. Y el 70,8% de los hogares comió menos o hizo una sola comida. La producción de carne de cerdo cayó un 7,4% en el último quinquenio. De cerca de 200.000 tonelada en 2018 a 27.000 toneladas en 2023.

Un campesino de la provincia Mayabeque considera que el panorama de la agricultura cubana es “gris, con pespunte negros y no se observa una mejoría a corto plazo. La culpa es del gobierno que no quiere o no puede destrabar las fuerzas productivas y dejar que los guajiros decidan lo que quieren cosechar. Cuando el Estado cierre un montón de empresas parásitas como Acopio y autorice a hacer negocios sin intermediarios con agricultores estadounidenses y permita que recibamos créditos de bancos extranjeros sin la injerencia del gobierno, en Cuba vuelve a florecer la agricultura, habrá alimentos de sobra para el pueblo y volveremos a ser exportadores de cítricos, café y azúcar».

Numerosos expertos y economistas coinciden que la solución para rescatar a la agricultura es que el Estado se aparte a un lado. Un país no se alimenta a golpe de medidas y decretos.

Iván García

Foto: Algunos de los pocos productos que cada ciertos tiempo venden por la libreta de racionamiento, vigente en Cuba desde marzo de 1962. Tomada de Diario de Cuba.

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