Cuba cada día es más isla que nunca. Un sector de la intelectualidad oficial está enfrascado en un debate interesante sobre el futuro del país. Es algo necesario. No creo que sea un grupo de choque de la inteligencia cubana, como pretende denostar cierto sector dentro de la oposición.
Simplemente algo se mueve. Tanto blogueros -llamémosle aceptados por el gobierno, dentro de ese movimiento hay matices variados-, como personalidades dentro de la cultura nacional usan las nuevas herramientas de la información para reflejar sus puntos de vistas.
No soy ingenuo. En Cuba es rara la espontaneidad. Ciertos sectores oficiales, para contrarrestar el fenómeno de los blogueros alternativos han estimulado a los intelectuales que defienden la irreversibilidad de la revolución, a que con talento, en sus propuestas, crónicas, artículos y análisis, asuman la necesidad de mantener el proyecto creado por Fidel Castro en 1959.
Es bueno que periodistas de calibre como Reinaldo Taladrid, Rosa Miriam Elizalde o Enrique Ubieta afilen los lápices y nos den a conocer sus agudas observaciones.
Sus trabajos, con los cuales muchas veces no estoy de acuerdo, son preferibles y más enjundiosos que los soporíferos discursos políticos de la jerarquía isleña. El mal de fondo de esa supuesta “batalla de ideas” es que no se quiere aceptar al otro bando.
Y existe. Viven en el mismo país y piensan diferente. Me decepcionaría si gente a la que aprecio profesionalmente como Sandra Álvarez o Elaine Díaz, blogueras aceptadas por el gobierno y de una calidad indiscutible, cayeran en el clisé del discurso oficial, de etiquetar a todos los que discrepan de los hermanos Castro, con la muletilla de ‘agentes del imperio, mercenarios o vendepatrias’.
Toda ideología o sistema político genera oposición. No reconocerlo es negar la dialéctica. La unanimidad no existe. Un gobierno no puede gobernar solamente para sus partidarios. En sociedades democráticas, los distintos bandos discuten y dialogan entre sí. En Cuba, cada bando se atrinchera en un islote. Y dispara sus misiles. De soslayo leen lo que escribe el grupo contrario. Pero siempre a mano tienen el cartelito de que unos son «marionetas manejadas por el Estado» y los otros, «mercenarios pagados por el imperio».
Si la revolución cubana se considera un proyecto maduro y consolidado, no tiene por qué temer al debate abierto y respetuoso entre cubanos que piensan diferente. Basta ya de monólogos. Debe existir un diálogo.
Me resulta incomprensible que periodistas, analistas o académicos extranjeros puedan debatir con personas que defienden el socialismo y estos intelectuales no puedan siquiera cruzar un saludo con ciudadanos cuyo «pecado» es no estar de acuerdo con los hermanos Castro.
De lo que se trata no es de derribar un sistema e implantar el capitalismo, como cree Enrique Ubieta, director de La Calle del Medio, único periódico potable de la isla.
Sería muy pretencioso pensar que blogueros apenas conocidos dentro de Cuba, a fuerza de posts que sólo leen los del otro bando y un 0,2% o menos de los cubanos de a pie, van a crear un estado de opinión que desbanque el status quo establecido.
De suceder, sería la primera revolución blogger en la historia. No nos llamemos a engaño. Sí, las nuevas herramientas como internet, twitter o facebook tienen un poder de convocatoria notable. Pero sólo cuando el deterioro de una nación, las quejas de sus ciudadanos y el mal funcionamiento de la economía del país articula un descontento generalizado.
Si las cosas en Cuba están torcidas es simplemente por la ineficaz gestión del gobierno. Si hay un sector de la ciudadanía que pide cambios más profundos es porque el actual no satisface sus expectativas.
Lo que ha devaluado al socialismo marxista es su incompetencia. No ha funcionado. En ningún lado. Y no por falta de profesionales y recursos naturales. Es cierto, en la utópica sociedad comunista no hay escasez material y no se necesita dinero. Tampoco ejército o policía para reprimir ni tipos duros de la inteligencia haciéndote la vida imposible.
Pero hay que tener los pies en la tierra. Y el ser humano, para que de veras evolucione, necesita libertades, confrontación de ideas, diálogos y escuchar a la otra parte.
El punto que más molesta a gobiernos cerrados como el de Cuba es el flujo informativo, y por ello lo controlan, porque les resulta más fácil gobernar. También les incomoda las personas que escapan del férreo control estatal.
Pienso que los seguidores de la revolución lo hacen movido por convicciones. Si así es, son ciudadanos honestos. ¿Entonces, por qué no tener un diálogo cara a cara?
Si de verdad los partidarios del socialismo cubano tienen argumentos sólidos, no veo por qué tanto temor a debatir mirándose a los ojos y no en foros virtuales. Por favor, Ubieta y compañía, demuestren que ustedes son hombres libres.
Iván García
Foto: Max Lesnik, periodista exiliado en Miami, con blogueros de La Joven Cuba, bitácora de universitarios cubanos. Transcripción de la primera parte del encuentro.
Temas relacionados: La diversidad virtual, Disidencia ‘revolucionaria‘ y Matices para un diálogo posible.
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