Las moscas revoletean por los trozos de carne de cerdo, productos ahumados y chorizos artesanales expuestos en una tarima metálica de un agromercado particular en la calle Industria, a un costado del Boulevard de San Rafael, en el corazón de La Habana. Las vendedoras de pacotillas textiles, bisuterías baratas y gafa plásticas de sol pregonan en voz baja sus mercancías. A la entrada de cafeterías, bares y restaurantes estatales, camareros vestidos con camisa blanca, pantalón y pajarita negra, invitan a los transeúntes a pasar dentro, a comer o beber algo.
En el parque de San Rafael esquina Galiano, donde hace 60 años estuvo enclavada la elegante tienda por departamentos El Encanto, decenas de personas conectadas a internet vía wifi charlan con sus amigos y parientes al otro lado del Estrecho de la Florida.
Mientras, en el agromercado particular, Damián, artista plástico, se dirige a la tarima donde exhiben una colección de ahumados y perniles de cerdo. Comienza el regateo con el carnicero: “¿Sesenta y cinco pesos la libra de carne deshuesada? ¿No crees que esté un poco exagerado el precio?”, le cuestiona al dependiente
“Puro, si ese virus chino nos coge bien encentrado, dentro de un mes la carne de puerco va a estar a setenta y cinco pesos y el fin de año a noventa o quizás cien pesos la libra”, responde el dependiente, quien sigue fumando un mocho de tabaco y afilando un par de cuchillos. Damián, un tipo informado y previsor, le dijo entonces que le preparara 30 libras de carne de cerdo. En una tienda cercana, compró dos quesos Gouda, varias cajas de puré tomate y otras provisiones, para cuando llegara la cuarentena tener comida en su casa.
“Eso fue el 15 de marzo, cuatro días después que el gobierno informara de los tres primeros casos de coronavirus en Cuba. En las redes sociales le exigían a las autoridades que cerraran las fronteras y las escuelas, pero el régimen seguía promoviendo el turismo y hablando maravillas del sistema cubano de salud, del interferón y una supuesta vacuna que estaba en investigación. No olieron el peligro. Tampoco la mayoría del pueblo. Mi mujer me tildó de loco cuando todos los días salía a comprar comida para llenar el congelador y el refrigerador. Ya había un desabastecimiento atroz. Pero en estos momentos las cosas pintan más feas aún. Si no se logra abastecer con suficientes alimentos, artículos de aseo y medicamentos, se puede generar una profunda crisis humanitaria”, augura Damián.
Eneida, empleada bancaria, hubiera querido ser previsora y tener asegurado suficientes insumos para soportar uno o dos meses en cuarentena sin tener que salir a la calle. “Es verdad que al principio la gente no cogió lucha. Como el gobierno no mostró tanta preocupación, todo el mundo pensaba que el calor y la calidad de nuestro sistema médico sería suficiente para eliminar al virus. Ahora tengo mucho miedo. El coronavirus es un enemigo peligroso. Y con las colas y aglomeraciones que las autoridades no pueden evitar, debido a la escasez de comida, aseo y medicinas, me preocupa que el número de contagiados aumente. A eso súmale la incertidumbre de lo que va a pasar en el futuro cuando el virus se elimine, ya sea por métodos epidemiológicos o por inmunidad natural. La que viene es de tápate con colcha. No habrá nada que comprar. Un período especial peor que el primero”.
Eduardo, licenciado en ciencias políticas, considera que excepto Taiwán, Corea del Sur, Nueva Zelanda y algún que otro país, la mayoría de las naciones, desarrolladas o subdesarrolladas, no actuaron con la premura necesaria ante el Covid-19. “Hay muchas versiones. Parece que es evidente que el gobierno comunista chino escondió información. El 17 de noviembre de 2019 se descubrió el primer caso y ellos comenzaron actuar dos meses más tarde. Por negligencia o porque no previeron la letalidad y magnitud del nuevo virus, las autoridades chinas no cerraron puertos, aeropuertos y fronteras desde un primer momento. Y China es un centro de poder mundial, la fábrica del planeta. Allí están enclavadas casi todas las grandes empresas del mundo. Tienen cientos de vuelos diarios a Europa y Estados Unidos. Además de millones de viajeros que contínuamente salen al extranjero, por turismo, por negocios o por asuntos académicos y científicos. La negligencia china contagió al resto de países, cuyos gobernantes veían la epidemia como un problema lejano. Inclusive con los primeros casos en suelo europeo, actuaron con lentitud, una lentitud que ya le está pasando factura a sociedades democráticas y también autocráticas. Los medios y los tribunales deben seguirle la pista a errores que están costando miles de vida en todo el mundo», apunta y añade:
“El gobierno cubano también se quedó rezagado. Además de confiarse, llegaron a creerse su propia propaganda sobre la calidad del sistema de salud y que los medicamentos que producen sus laboratorios biotecnológicos podían enfrentar al virus y hasta publicaron que el calor inhibía al coronavirus. Eso se puede comprobar revisando la prensa oficial. El 15 de marzo, cuatro días después haberse anunciado los tres primeros contagios, Granma informaba que el Ministerio del Turismo presentaba un plan para la previsión y control del coronavirus. La Agencia Cubana de Noticias en un titular decía Varadero, competente para prevenir nuevo coronavirus. De verdad pensaban que el sol y las playas anulaban la epidemia. Y para mayor irresponsabilidad, los medios, que no se manejan solo, elogiaban al interferón y una supuesta vacuna que curaba el coronavirus. Muchas personas creyeron propaganda y no le prestaron atención al virus”.
Analistas y periodistas independientes en la Isla consideraban que además del peligro que para la salud humana encerraba el virus surgido en Wuhan, la crisis económica, desabastecimiento de alimentos, medicinas,artículos de aseo y déficit de agua potable, eran un caldo de cultivo perfecto para auge del Covid-19. Una tormenta perfecta, en la cual confluyen la baja productividad, el desastroso quehacer económico, falta de liquidez, insuficientes inversiones extranjeras, no haber incentivado la apertura de pequeñas y medianas empresas y no haber sido capaces de atraer a la isla el capital de cubanoamericanos.
Según Osvaldo, economista, a esos factores tienes que unirle «el bloqueo del gobierno a los ciudadanos en términos de libertades políticas y el ejercicio de la libre expresión, el recrudecimiento del embargo económico y financiero por parte de la administración Trump, la tozudez de seguir experimentando con una ineficaz economía planificada y no poner en práctica la economía de mercado. A ello se suma que las reformas económicas fueron incompletas, demoraron la necesaria reforma monetaria y no aprovecharon los espacios abiertos durante el deshielo con Obama”, acota y agrega:
“Y en medio de todo ese desastre económico, llegó el coronavirus. Sgún algunos pronósticos, esta pandemia puede engendrar una crisis económica global superior a la de 2008 o el crack de 1929. Siendo optimistas, el mundo desarrollado va demorar al menos un año y medio o dos en recuperar las cifras antes de que llegara el virus. Los que peor la van a pasar son los países pobres. Si a eso añades las malas estrategias económicas y de desarrollo, como las tiene el régimen cubano, entonces el futuro a corto plazo de Cuba va ser muy duro. No sé si tendrá el alcance del Período Especial de los años 90, cuando la economía se contrajo un 35 por ciento. Pero a la falta de liquidez, se une baja productividad en casi todos los reglones agrícolas, exportaciones a la baja y un creciente descontento social. Al gobierno no le queda otra que emprender reformas económicas de mayor calado”, pronostica Osvaldo.
De 18 personas encuestadas por teléfono, a las que se les pidió que calificaran el desempeño del gobierno frente al Covid-19, el desabastecimiento general y el futuro próximo, 12 opinaron que un primer momento el régimen no actuó correctamente. “Debieron haber cerrado las fronteras desde que se supo de los primeros contagios en Italia y España, países emisores de turistas a Cuba. Después, presionados por las redes sociales, han hecho mejor las cosas, pero ahora, debido a la falta de alimentos, no creo que tengan un plan para evitar las colas y aglomeraciones», manifestó una de las encuestadas, una estudiante universitaria. Cuatro personas piensan que si hubieran cerrado las fronteras un mes antes, no hubieran tenido dinero para comprar alimentos y medicinas.
Un entrevistado, ingeniero de profesión, considera que el problema pasa por la ineficiencia del gobierno en materia económica. «No tienen dinero. Si no vinieran cubanos radicados en Miami y turistas europeos, el régimen no tendría dinero en la caja para importar pollo y paquetes de salchichas. Quizás ahora tendríamos menos casos de coronavirus, pero el pueblo estuviera muriéndose de hambre. Si el gobierno no renuncia, que haga reformas económicas. Pero de verdad, no de mentiritas”. Muy distinto piensa un jubilado: «El gobierno ha actuado bien. Los apátridas y opositores siempre se olvidan del criminal bloque yanqui, el culpable de todos nuestros males”.
Otro prefirió no opinar. Pero donde coinciden los 18 encuestados es sobre el futuro que nos espera. Cada cual con un matiz diferente, ninguno optimista. Al contrario. Piensan que lo peor, en términos económicos, está por llegar.
Iván García
Foto: Hombre se protege del coronavirus con una máscara antigas. Tomada de La moda del nasobuco, galería de fotos publicada el 7 de abril de 2020 en el periódico Guerrillero de Pinar del Río.