La ideología ya no es lo más importante para ocupar un puesto administrativo en el caótico tejido empresarial y comercial en Cuba. Solo se piden dos cosas: aparentar apoyo a la autocracia y lealtad a los directivos del negocio estatal.
Si reúnes ambas cualidades, del expediente laboral se tacha la sanción penal por algún delito común. Tampoco es un obstáculo que a menudo le asestes soberanas golpizas a tu esposa o bebas más ron del recomendable.
Las cualidades humanas han dejado de ser una prioridad si quieres ocupar un puesto como cuadro de dirección en una empresa e incluso ingresar a las filas del Partido Comunista.
Llamémosle Armando. Desde que trabaja, siempre lo ha hecho en comercio interior. “Todo se ha desvirtuado. Comenzando por los orígenes de la propia revolución. En el sector de gastronomía y comercio interno, la peor crápula posible ya está asentada en puestos claves. El ambiente laboral es asfixiante, casi presidario. El dinero, extorsión, nepotismo o la brujería son más importantes que la calificación profesional y las cualidades personales”.
Luego de una vida al garete, entre riñas con arma blanca, hurtos y desorden público, después del nacimiento de su hijo, Armando decidió encauzar su futuro. “Casi toda mi adolescencia y gran parte de mi juventud me la pasé en cana (preso). Con una familia que mantener, debo mirar las cosas desde otra perspectiva. No tengo familia en la yuma que me saque de aquí. Tuve que aprender a cogerle la vuelta al sistema. Mediante un amigo, después de pagarle 300 chavitos (cuc), le conseguí una bodega a mi esposa y logré emplantillarme como ayudante de bodeguero”.
Al año y medio, su mujer comenzó el proceso para ingresar en el partido. «Ella en política está en cero, pero en Cuba tener el carnet rojo te abre puertas. Mi próxima meta es ‘comprar’ una bodega para mí solo”.
Según Armando, por 400 cuc consigues que te ubiquen en una bodega con muchos clientes. «Mientras más gente compre en la bodega, más opciones de hacer dinero uno tiene. En seis meses o un año, en dependencia con los contactos que tengas con camioneros y jefes de almacén, se recupera la inversión”.
Aunque las bodegas de barrio han visto menguadas la distribución de mercancías que entregan por la libreta de racionamiento, varios bodegueros consultados aseguran que, así y todo, sacan billetes.
“No es como hace treinta años, cuando a la bodega llegaban hasta 25 productos diferentes. No te haces rico, pero puedes mantener a la familia. Cómo, de dos formas: robando en la pesa y comprando artículos por fuera y revendiéndola a dueños de negocios privados o a los propios clientes”, confiesa un bodeguero con cuatro décadas de experiencia.
Cuando se producen robos en centros gastronómicos estatales o bodegas, el administrador o bodeguero debe asumir las pérdidas. “Hace poco, me robaron varios cajones de cigarros y bolsas de café. Ni siquiera hice la denuncia. Pagué cerca de 4 mil pesos por la pérdida y gasté casi 200 cuc en colocar rejas nuevas y mejorar la protección de la unidad”, cuenta una bodeguera.
Un funcionario del ramo recalca: “En caso de robo, el primer sospechoso siempre es el bodeguero. Es una ley no escrita en comercio interior. Si te roban, debes desembolsar las pérdidas y hacer silencio, porque las investigaciones policiales suelen destapar otros asuntos más comprometedores”.
Por supuesto, en centros gastronómicos y mercados con grandes ventas, semanalmente se pagan coimas a la dirección municipal. El administrador de una pizzería estatal explica: “Las cantidades fluctúan de acuerdo a las ventas. Mientras más se vende, más dinero debes girar pa’rriba. Los fines de semana al director municipal le mando un sobre con 1,500 pesos y 40 cuc, pues vendo en las dos monedas”.
Esa red de confabulación que se teje mediante esquemas mafiosos, a la vez que proporciona abundantes ganancias con mercancías del Estado, genera un compromiso de facto con el régimen.
“Sucede en cualquier sector estatal importante. Ya sea turismo, comercio interior o exterior. Lo que proporciona dinero es la malversación, las trampas financieras ylos entramados de corrupción. De una forma u otra, el sistema actual los alimenta. Y convergen los intereses. Una especie de matrimonio a conveniencia. Yo te dejo hacer, mientras tú me muestres acatamiento”, opina un sociólogo.
Raúl Castro ha intentado poner la casa en orden y designó a Gladys Bejerano como Contralora General de la República. “Los éxitos han sido parciales. Eliminan un foco de corrupción, pero se mantienen otros o cambia la manera de operar. Si se hiciera una limpieza a fondo en el entramado de empresas estatales, el sistema se viene abajo. Porque al igual que las sanguijuelas, se nutre de la ‘sangre’ ajena”, define un ex director de gastronomía.
En esencia, lo que queda de socialismo en Cuba es un trato. Intentando sobrevivir, el castrismo viola los preceptos marxistas y a cambio de lealtad, acepta que católicos, santeros o masones ingresen en el partido comunista.
En el sector de comercio la máxima es otra. Malversar a cambio de aplausos. Eso sí, por favor, roben poco.
Iván García
Hispanost, 23 de mayo de 2017.
Foto: Bodega cubana. Tomada de AvaxNews.