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Confesiones de una periodista (1)

En la revista Bohemia donde en 1974 comencé a trabajar había una serie de libertades. Hasta que llegó 1980 y con él una chilena llamada Marta Harnecker, teorizante del socialismo y esposa de Manuel Piñeiro, alias Barbarroja. Piñeiro había sido jefe del Departamento América del Partido Comunista de Cuba, y en esa función fue el principal organizador del apoyo cubano a las guerrillas en América Latina. Murió de un «paro cardíaco» mientras manejaba su auto en La Habana, el 11 de marzo de 1998.

La Harnecker le propuso a Ángel Guerra, director de Bohemia, una encuesta sobre la prensa. El «Cuarto Poder» o algo así, no me recuerdo bien, se titulaba. Ella la iba a dirigir y se organizaron varios grupos de trabajo. A mí me pusieron en uno, pero esa encuesta no pasó del primer trabajo: el primero que se publicó le costó el puesto al director.

Estoy hablando del año 1980, un mes o dos antes del éxodo por el Mariel, cuando desde ese puerto habanero, a unos cien kilómetros al este de la capital, en cuatro meses alrededor de 125 mil personas se fueron de la Isla. En esa misma época, dos millones de cubanos declararon su deseo de abandonarla después de que Fidel Castro anunciara que dejaría salir al que quisiese. Antes del Mariel, en el mes de abril, en menos de cuarenta y ocho horas cerca de 11 mil personas ingresaron a la Embajada de Perú en La Habana con la intención de emigrar.

1980 fue un año en el cual la revolución ideológicamente estaba muy mal, aunque no lo parecía. Lo del Mariel fue un mazazo terrible y a nivel privado muchos periodistas lo pensaban y comentaban.

A partir de ahí la prensa cubana no se recuperó más. No solamente fue destronado el director de Bohemia, sino también fue destituido Orlando Fundora, jefe del Departamento de Orientación Revolucionaria, el DOR, como le llaman a la secretaría ideológica del comité central del partido comunista. Fundora estuvo un tiempo en «plan piyama», en su casa, y después fue nombrado presidente del Movimiento Cubano por la Paz.

En la redacción –voy a decir una palabra poco femenina- los periodistas se apendejaron. En Cuba la gente coge miedo, habla bajito aquí y allá, siempre en círculos cerrados, no comenta nada en voz alta, porque la gente siempre está tratando de proteger su salario para mantener a su familia. En el caso de los periodistas oficiales, debe tenerse en cuenta que que ellos tienen posibilidades que no tiene el ciudadano de a pie, como viajar, si no fuera del país, pueden ir a provincias, participar en eventos donde pueden comer, resolver algo y conocer algún extranjero. Es una actitud cobarde, pero es una reacción similar a la de todo el pueblo, porque es la reacción propia y lógica de regímenes totalitarios como el cubano, de callarse, de no denunciar, de no buscarse problemas, de no hacer nada.

Nunca estuve sentada esperando los planes temáticos que hacía el departamento ideológico del partido: «Ahora esta semana hay que escribir sobre el aniversario de la revolución o el aniversario de Martí o esto y lo otro». No, no. A mí se me ocurrían las cosas y como se me ocurrían las cosas tenía posibilidades de hacerlas, porque a mí se me habían ocurrido y porque eran temas que me gustaban.

Entonces siempre logré tener contactos, hablar y, sobre todo, discutir. Discutía y le escribía a todo el mundo, criticando o dando mi opinión. A los que dirigían la prensa siempre les decía: «Ustedes no les pueden pedir peras al olmo», porque siempre estaban con la consigna de hacer «un periodismo militante y creador».

Y el problema es que un periodismo militante no puede ser creador, pues es algo contradictorio: un militante no puede libremente pensar ni por su cuenta actuar, al menos en Cuba. O quizá podría hacerse en Argentina o en Brasil, donde uno puede criticar a todo el mundo, incluido el presidente del país. Pero en Cuba no se puede hacer un periodismo crítico, no se puede criticar al sistema ni al partido.

Tania Quintero

Nota: Versión de varias entrevistas telefónicas concedidas en 2002 al periodista argentino Fernando J. Ruiz, y que él posteriormente reprodujo en el libro Otra grieta en la pared, publicado en Buenos Aires en 2003. Ya en Suiza, al leer el capítulo «Tania la periodista», me di cuenta que el texto, basado en la transcripción literal de las grabaciones, tenía un montón de errores. Y por ello decidí corregir y, de paso, mejorar y enriquecer mi testimonio (TQ).

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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