Luego de pintar la fachada de varios edificios en la Calzada 10 de Octubre, la brigada de obreros se guarecen del calor de espanto en los portales para almorzar, fumar o simplemente charlar.
Por estos días, en la barriada habanera de La Víbora, en la zona comprendida entre la Plaza Roja y el antiguo Paradero de Ómnibus, es un hervidero de trabajadores dedicados a reconvertir la otrora terminal en una base cooperativa de taxis.
Los arreglos incluyen el asfalto de calles aledañas y una mano de pintura barata a los inmuebles ubicados en la calzada. El maquillaje a la carrera levanta una ola de rumores por parte de vecinos y obreros.
“Dicen que va venir Raúl Castro o Miguel Díaz-Canel, a visitar el hospital de cirugía de mínimo acceso Luis de La Puente Uceda e inaugurar la base de taxis”, indica un obrero que suda a chorros.
Cuando terminan de conversar sobre el mal desempeño de la selección nacional de béisbol durante un tope en una liga independiente en Canadá, a un grupo de operarios su opinión sobre las protestas callejeras que desde hace más de un mes protagoniza la oposición en Venezuela y hasta dónde podría verse afectado el desempeño económico y energético de Cuba.
Yander, con un overol azul oscuro, se encoge de hombros y responde: “No sigo mucho la política. Pero lo que escucho en el noticiero es que aquello (Venezuela) está en candela. Según tengo entendido, la derecha venezolana quema todo lo que ve a su paso. Lo mismo le dan candela a un mercado que a un tipo por ser chavista. Si a Maduro lo tumban del caballo, las cosas en Cuba se pondrán feas. De allí llega el petróleo, y si dejamos de recibirlo, podríamos recaer en un nuevo período especial. Ojalá que esa gente se arregle, si no tendremos que pedir el agua por señas”.
Las opiniones entre los obreros, estudiantes y dependientes gastronómicos consultados sobre el tema Venezuela, muestran el profundo desinterés de un sector amplio de la ciudadanía a las informaciones políticas.
Los más jóvenes son asiduos a las redes sociales. Pero pasan de los contenidos políticos. Como Susana, estudiante de bachillerato, quien con su teléfono inteligente se tira un selfie mientras come pechugas de pollo en un café privado recién abierto, para colgarlo posteriormente en Instagram. Cuando le pregunto por la crisis en Venezuela contesta:
“No se puede coger lucha con la muela política. ¿Qué vas a resolver con eso? No vas a cambiar el mundo y te puede traer problemas. De Venezuela me he enterado por Telesur, pero no sé por qué comenzaron las protestas. Tampoco sé por qué ha habido tantos muertos. Lo único que sé que Cuba está bastante unida a Venezuela por el petróleo. Y si cambia el gobierno, los que vengan, que dicen son capitalistas, dejarán de enviarnos combustible. Por eso quiero que Maduro siga en el poder”, explica Susan.
No son muchos los que en la Isla analizan la crisis de Venezuela en un contexto más amplio. La nación sudamericana se encuentra atrapada entre la pésima gestión gubernamental, un modelo socialista que no ha funcionado y el secuestro de las instituciones democráticas.
Los cubanos de a pie desconocen hasta qué punto está involucrado el régimen de Castro en el diseño de las estrategias locales y continentales del chavismo. El registro opinión en Cuba es alimentado por una miope prensa oficial y Telesur, un canal propagandístico televisivo creado con los petrodólares de Hugo Chávez y Rafael Correa.
Excepto especialistas y personas que buscan información en otras fuentes, la mayoría de la población cubana cree que la violencia la origina la oposición, calificada de terrorista y fascista por los medios oficiales.
Nada se sabe de la fractura dentro del propio chavismo, como el caso de la Fiscal General Luisa Ortega o el ex Ministro de Interior Miguel Torres. Ni que al menos 23 de los 81 fallecidos en más noventa días de protestas, fue por el uso desmedido de la violencia empleada por la Guardia Nacional Bolivariana.
Alexis, taxista particular, considera que la prensa estatal barre bajo la alfombra noticias que muestran la brutalidad del régimen chavista. Su preocupación es que “si aquello se jode, nosotros también nos jodemos. Asere, entonces comenzarán los apagones, el cierre de fábricas y comer dos veces al día será un lujo. A ciencia cierta no puede describir los orígenes de lo que pasa en Venezuela. Supongo que los venezolanos querrán librarse de un sistema parecido al nuestro. Si lo logran entonces en Cuba no va ver ni dónde amarrar la chiva”.
Un segmento amplio de cubanos piensan que si las protestas callejeras en Venezuela terminan destituyendo a Maduro, por efecto dominó, regresarían tiempos difíciles para la economía nacional.
“Nunca esta gente (el régimen) ha hecho bien las cosas. Por eso siempre hemos estado pasando el sombrero para sobrevivir o viviendo de favores ajenos. No hemos sido capaces de poner a producir la tierra. Todo tenemos que exportalo. Somos una sanguijüela. Gracias al petróleo de Venezuela y los dólares que giran los parientes de Miami, el país no se ha hundido en la más absoluta miseria”, apunta Geraldo, un anciano jubilado.
Geraldo aclara: “No es por egoísmo, ceguera política o amor a Maduro que muchos cubanos apuestan por la continuidad del chavismo. Es por puro instinto de supervivencia”.
Y es que el mal desempeño de la economía aún no ha tocado fondo. Las estadísticas y predicciones auguran nuevos ajustes y un retroceso económico si se produce un cambio de gobierno en Miraflores.
Cuba todavía no está al nivel de Haití, el país más pobre de América Latina, pero va por ese camino. Y como alguna vez lo fue la desaparecida URSS, Venezuela es su salvavidas.
Iván García
Diario Las Américas, 4 de julio de 2017.
Foto: El líder opositor Leopoldo López, besa la bandera venezolano poco después de llegar a su domicilio en Caracas. Condenado a más de 13 años de privación de libertad y después de casi cuatro años encarcelado, el 8 de julio a López le cambiaron la medida de prisión por arresto domiciliario. Las protestas en Venezuela contra el régimen de Nicolás Maduro, que ya cumplieron cien días, han dejado 90 muertos, casi todos jóvenes. Tomada de La Nación.