Mientras el preso político José Daniel Ferrer era golpeado salvajemente en la prisión de Mar Verde, ubicada en la oriental provincia de Santiago de Cuba, a más de 900 kilómetros al este de La Habana, en medio de la penumbra tras 20 horas de apagones, miles de compatriotas en la Isla rastreaban en internet las últimas noticias sobre el presunto asesino del reguetonero José Manuel Carvajal, más conocido como El Taiger, o debatían sobre el romance de la actriz Ana de Armas el hijastro del dictador Miguel Díaz-Canel.
La mayoría de la población coincide que Cuba es un Estado fallido. Que el régimen no tiene una estrategia para salir de la bestial crisis económica, ni dinero para solucionar el déficit electroenergético, el abasto de agua y mejorar la salud pública, entre otros muchos problemas estructurales que afectan al país. Nueve de cada diez cubanos saben que el modelo no funciona. Que la corrupción y el burocratismo institucional es parte de los carteles mafiosos que cada vez más cuentan con poder financiero y político.
Numerosos afiliados del partido comunista ingresan a sus filas para hacer dinero y obtener beneficios. Debido a las numerosas bajas voluntarias las exigencias para formar parte de la organización se han relajado visiblemente. Si lo duda, pregúntele a Nicolás, un ex presidario que en su juventud cumplió diversas sanciones penales por los delitos de hurto al carterismo y escándalo público. Sobre los requerimientos para ingresar al partido comunista, cuenta:
“Hace 35 años era imposible que un religioso o una persona que hubiera estado preso se afiliara al partido. Ahora, como nadie quiere ser militante, los protocolos se han relajado. Cuando salí de la cárcel comencé a trabajar en un almacén de víveres de Comercio Interior. Todo el mundo sabe que en esos lugares, desde los directivos hasta los custodios, viven del robo y el invento. A los cinco años me llamaron para administrar un mercado de alimentos. En Cuba eso es un puesto lucrativo pues tienes contactos con los camiones que descargan el arroz, el pollo o el aceite».
«Hace seis meses me propusieron para ingresar al partido. Pensé que por mis antecedentes penales era imposible. Pero un dirigente del municipio me dijo que la revolución era benévola con los ciudadanos que se reformaban. No tengo interés en ser del partido. Mi padre y mis dos hermanos viven en Estados Unidos y en cualquier momento me reclaman. Aunque eso ya no importa mucho. Mira la cantidad de ex funcionarios del gobierno que están viviendo en Miami», dice y sigue contando:
«En Cuba ser del partido te sirve para legitimar el robo. El trabajador roba lo que puede, los cuadros y funcionarios de mediano o alto rango roban autorizados. El secreto para no escacharse es volar por debajo del radar. No ser ambicioso. Respetar las reglas del juego. No tener más beneficios de los que te tocan. Y si caes en desgracia o vas preso, se valora mucho el silencio y que no delates a nadie. Lo más parecido a la Omertá de la mafia siciliana”, concluye Nicolás.
Gracias a las redes sociales y a influencers de dentro y fuera de la Isla, con lujos de detalles se saben los esquemas de corrupción entre miembros de gobiernos provinciales, oficiales del MININT y funcionarios de instituciones estatales.
Yamil Cuéllar, actor radicado en Estados Unidos desde 2005, en su canal de You Tube ha denunciado la trama de corrupción, cómo lucran con los presupuestos locales y sus múltiples nexos en Cienfuegos, su provincia natal. “Lo que pasa en Cienfuegos, sucede en Granma y en La Habana. No es la excepción, es la regla”, afirma un ex funcionario del régimen. “Unos roban más y otros roban menos. Pero todos roban o lucran con bienes del Estado, que supuestamente son del pueblo”.
La sensación que tiene el ex funcionario es que “se está viviendo el último capítulo. Por eso los pejes gordos están robando a manos llenas. Se alían con emprendedores privados y MIPYMES, están ganando muchísimo dinero y que algunos lavan gracias a testaferros colocados en negocios particulares. Como dicen los mexicanos, no hay quien detenga ese desmadre”. Una piñata en la cual no participan los cubanos de a pie, quienes cada día se alimentan peor y reciben salarios o pensiones miserables.
El colapso de los servicios básicos es una muestra de la torpeza del actual gobierno que ha visto como las cosechas agrícolas han descendido entre un 40 y un 70 por ciento. Mientras, un alto porcentaje de la población está viviendo a oscuras, cocinando con leña y sin poder bañarse a diario por falta de agua.
Es razonable que los compatriotas del exilio se pregunten hasta cuándo. La foto del drama que viven los cubanos es terrible. Un gran estallido social pareciera que está al doblar de la esquina. Pero tengo mis dudas. La frustración, el miedo a ser encarcelado y los planes migratorios son antídotos poderosos.
El régimen lo sabe y utiliza abiertamente el arma del chantaje emocional con los parientes que residen en el exterior y la represión contra aquéllos que salen a la calle a protestar. Los operadores políticos de la dictadura son muy hábiles. Han abierto la talanquera y se permite cualquier cosa siempre y cuando no critiques al régimen.
Reguetoneros como el difunto Taiger, viajaban a Cuba a cantar en bares privados, cuyos propietarios suelen ser familiares o testaferros de la dictadura, y luego regresaban a Miami con 10 mil o 15 mil dólares. Crearon un modo de vida, ganando dinero con ese 5 por ciento de la población que en Cuba puede darse el lujo de pagar 100 dólares (el salario anual de un profesional) por una entrada.
Díaz-Canel, presidente elegido a dedo por el autócrata Raúl Castro, luego de haber censurado la música urbana, en el último congreso de la UNEAC habló de trazar estrategias para seducir a los reguetoneros y artistas radicados en el exterior.
Un músico contó de la existencia de «un plan enfocado hacia cubanos famosos que quieran viajar a la Isla, sin importar que alguna vez hayan criticado tibiamente al gobierno, por intereses de negocios o simplemente porque una parte de su público está en Cuba, se les va a dejar venir. En esa categoría están los reguetoneros que cuando vivían aquí, nunca se pronunciaron en contra del sistema ni compusieron canciones críticas, excepto Chocolate MC. Las puertas están abiertas para hombres de negocios, deportistas y músicos que antepongan sus principios, les resbale el sufrimiento del pueblo, su interés sea promocionarse, ganar dinero y durante su estancia se limiten a visitas familiares y turísticas».
La actriz Ana de Armas entra en esa ecuación. Nunca alzó la voz contra el castrismo ni visibilizó la miseria en que vive el 89 por ciento de la población. Optó por callar. Prefirió los guiños al régimen, participando en un filme de Neflix sobre la red de espías cubanos que provocaron el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate en febrero de 1996. Ahora, su romance con el hijastro de Díaz-Canel ha generado múltiples opiniones dentro y fuera de la Isla.
Para los que queremos el cambio democrático en nuestro país, la peor estrategia es darle la relevancia a algo que no se lo merece. Precisamente eso es lo que pretende el régimen. Diseñar una cortina de humo con chismes de artistas famosos para desviar la atención de la cruda realidad que hoy se vive en Cuba.
A pesar del hambre y los maratónicos apagones, muchos cubanos prendieron velas tras la muerte del Taiger, un consumidor de drogas con actitudes delincuenciales. Con el ‘romance’ de Ana de Arma igual. Se ha generado un debate sobre su vida sentimental y su posición a favor de la dictadura, relegando los temas que afectan la realidad en Cuba y donde no se vislumbran soluciones.
Estos bretes de farándula son una distracción. Mientras Ana de Arma pasea con su pareja por Madrid, con ropa y bolso de miles de dólares, los cubanos sufren apagones de hasta veinte horas y muchos se acuestan sin comer. Y en las duras prisiones de la Cuba profunda, más de mil presos políticos esperan por nuestra solidaridad.
Iván García
Foto: Tomada del reportaje titulado Errantes en su propia tierra, publicado en Cubadebate el 20 de febrero de 2024. Según el periodista, se llama Esteban, vive en la calle desde hace una década y «es precisamente eso: una sombra, un olvidado, un sobreviviente del desamor». Del desamor de una revolución que el 16 de abril de 1961 Fidel Castro proclamó ‘de los humildes, por los humildes y para los humildes’.