Un desfile militar como demostración de fuerza, el acoso puntual de la oposición pacífica, al periodismo, al arte libre y a los blogueros, son signos visibles de que el gobierno cubano se muere por enganchar su casilla destartalada detrás de la poderosa locomotora china.
Esa es la copia al carbón de la vertiente represiva de Pekín. Esa es la franja donde el calco es fiel. La mano en alto de un régimen totalitario que, con el dinero de un capitalismo de mercado perpetrado en los sillones del Buró Político, hace que dirigentes y avisados funcionarios de países con solera de defensores de los derechos humanos, cierren los ojos y no digan ni esta boca es mía ante el arresto y la desaparición del gran artista Ai Weiwei y la persecución de miles de otros disidentes y activistas.
El esfuerzo a la hora de reproducir el proceso de los camaradas lejanos tiene un peso específico en el sector del control de los hombres y mujeres que quieren cambios radicales, mo-dernización de la sociedad o reformas políticas y económicas reales.
En cuanto a la vida diaria, a las necesidades de la familia y de la gente más desfavorecida, lo que se adapta son remiendos de un capitalismo previamente remendado. Se hace una versión borrosa y pobre de algunos elementos que no darán resultados palpables, pero abren un nuevo proceso de esperanza de apertura que le permite al poder otro plazo de permanencia.
Un sector pequeño y alerta, vinculado a los puestos de mando, se reafirma, reacomoda sus privilegios y repite con fervor el discurso triunfalista que ha muerto de cansancio. O lo han matado la historia y el tiempo en su camino y su velocidad.
Las reformas destinadas a la ciudadanía siguen en los planos inferiores, en las vericuetos y las incertidumbres de las autorizaciones a comprar o vender un auto o una casa, a revender un pedazo de pan con pasta de algo o decidir, después de un análisis profundo, cuántos racimos de plátanos burros se pueden llevar a vender sin peligro en un carretón de caballos.
Hay una voluntad manifiesta de cerrar el asunto en el problema de los boniatos. Lo que pasa que allí están vivos, lúcidos y entregados a su trabajo pacífico, unos cubanos que saben muy que, por encima de esos amagos teatrales de transformaciones, está la necesidad de abrir la sociedad para que se puedan crear partidos políticos, convocar elecciones libres, liberar la prensa y permitir que el país entre de lleno en el desarrollo y el progreso.
Las decisiones sobre el queso blanco que van a salir de este congreso demorado y final, no pueden desviar la atención sobre la labor de los dirigentes opositores, los activistas y lo demócratas que están en la Isla.
Ellos están con la verdad en la calle, ellos vienen de las prisiones, de la Cuba sin cámaras o de décadas de hostigamiento, y no entienden a los conductores extranjeros. Saben que las locomotoras chinas no pasan por Chivirico, ni tienen parada en Bejucal. Ellos luchan por un tren seguro que vaya sólo de San Antonio a Maisí.
Raúl Rivero, El Nuevo Herald
Foto: El artista, disidente y bloguero chino Ai Weiwei (http://en.wikipedia.org/wiki/Ai_Weiwei). El 3 de abril de 2011 fue arrestado y lo mantienen en un lugar secreto, acusado de supuestos delitos económicos.