El domingo, Samanta, madre soltera de dos hijos de cinco y ocho años, registró su closet en busca de ropas de uso para vender o cambiar por comida. Cinco meses después que el régimen del presidente Miguel Díaz-Canel, designado en el cargo por el dictador Raúl Castro, implementara una reforma monetaria con el propósito de recapitalizar las empresas estatales, potenciar las exportaciones e incentivar la productividad, los precios de los alimentos se han multiplicado entre cinco y diez veces.
Y no es que fueran baratos hace un año, aclara Samanta, quien para mantener a sus hijos lo mismo arregla uñas, pone extensiones de pelo que vende cerveza fría a 80 pesos la botella. “Yo me considero una leona. Busco el dinero hasta debajo de la tierra. El negocio de la peluquería me permitía ganar suficiente dinero para comprar la comida y la leche de mis hijos. Hace dos años solía hacer desayuno, almuerzo y comida. Pero ahora estoy haciendo una sola comida al día y por la mañana los muchachos se comen un pan con lo que aparezca. El año pasado una libra de boniato costada 3 pesos, la libra de carne de puerco deshuesada 50 o 60 pesos y una libra de pescado de 50 a 100 pesos, dependiendo de la calidad. Ya estábamos en tiempo de pandemia y los precios se habían disparado por cuatro o cinco veces. Parecía que era imposible que el precio de la comida siguiera subiendo. Pero con la llegada de la tarea ordenamiento los precios no paran de subir”, dice y añade:
“Ahora una libra de boniato te cuesta 30 o 35 pesos, la de carne de puerco, con hueso, 150 pesos, la leche en polvo, que el año pasado costaba 100 pesos el kilogramo, ahora está en 350 pesos. Un queso gouda que en las tiendas por divisas cuesta entre 25 y 27 dólares, en el mercado negro se vende hasta en 2,400 pesos, cien dólares a precio oficial. Y lo peor es que teniendo dinero no encuentras las cosas. Hoy ves en el agromercado la malanga a 20 pesos la libra y mañana está a 30. La libra de frijoles negros no baja de 50 o 60 pesos la libra, los garbanzos, 70 y 80 pesos la libra y el arroz de la bodega, partido y de pésima calidad, la gente te lo compra a 50 o 60 pesos la libra».
Samanta sigue enumerando precios actuales: «Un plátano de freír te puede costar 10 pesos, una piña pequeña 20 y un mango entre 10 y 15 pesos. Poner en la mesa la típica comida criolla, arroz congrí, masa frita de cerdo, tostones y ensalada de tomate, col y lechuga para cuatro personas te sale casi en mil pesos, sin contar el aceite. No hay quien pueda seguirle el ritmo a esta locura. Ya he vendido o cambiado por comida casi todas las ropas que tenía. No me queda nada por vender en mi casa. Vamos camino a una hambruna”.
Ofelia y Miguel, un matrimonio de jubilados, no encuentra una palabra exacta para describir lo “que ahora mismo se está viviendo en Cuba”. Sumadas las pensiones de ambos, “en la casa entran 3600 pesos. Imagínate, no alcanza pa’ nada. Se pierde muchísimo tiempo en las colas. El pan de la bodega es incomible, igual que la bazofia de pan elaborado con harina de maíz que están vendiendo por la libre. Casi siempre tenemos hambre. Seguridad social nos autorizó a comprar comida en los comedores para personas de bajos ingresos. Pero las raciones que venden son pocas, mal elaboradas y a precios insostenibles. No sé si lleguemos vivos a fin de año. O nos mata la Covid-19 o nos morimos de hambre”, comenta Ofelia.
Nuria, nutricionista, asegura que debido a los precios prohibitivos de los alimentos, muchas familias han visto disminuir drásticamente la cantidad de calorías que debieran consumir. “Es un descenso alarmante de proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales. Es imposible hacer una dieta balanceada en Cuba. El déficit de frutas, verduras y hortalizas, ya sea por el desabastecimiento o los altos precios, complica la alimentación a los diabéticos y los hipertensos. Las personas no puede comer lo que necesiten o lo que les apetezca, malamente se alimentan con lo que haya. Los niños que ya cumplieron ocho años y los ancianos necesitan reforzar su dieta con derivados lácteos como queso, mantequilla y yogurt. Pero a los precios que se venden ahora mismo en el mercado negro o en las tiendas por dólares es imposible comprarlos. Si el gobierno no ofrece una solución a corto plazo aumentará la desnutrición y el hambre. Los más afectados son los niños, los ancianos, los enfermos y las mujeres embarazadas”.
Es frecuente encontrar en las redes sociales personas que cambian ropas de uso, electrodomésticos, mascotas o cualquier otra cosa por comida. En un grupo de WhatsApp del municipio 10 de Octubre, dedicado a canjear objetos por alimentos, Rodney, cambia una cámara fotográfica Sony de última generación por dos pollos, veinte libras de carne de puerco, cinco libras de frijoles y pescado castero o atún. Mayi ofrece dos jabones Camay y un tubo de pasta Colgate por un paquete de pechuga de pollo. “No intenten convencerme que se los venda. Necesito comida, no dinero”, aclara.
Gustavo, economista, por su cuenta ha realizado un estudio sobre el comportamiento de los precios en los primeros cinco meses de la tarea ordenamiento implementada por el régimen de Díaz-Canel. “Para ponerte un ejemplo gráfico: lo que está pasando en Cuba es comparable con la corbata que utilizan narcotraficantes colombianos para asesinarte y que consiste en un collar que te ponen en el cuello que te va estrangulando lentamente. La tarea ordenamiento, en términos de sostenibilidad familiar y caída del poder adquisitivo, es lo más parecido”, señala y agrega:
“En los dos primeros meses de 2021, el costo de los alimentos creció un 20 por ciento. La carne de cerdo, un medidor de cómo marcha la economía interna, costaba entre 90 y 100 pesos la libra. En el mes de mayo fluctuaba entre 140 y 150 pesos la libra. El arroz, que en enero y febrero en el mercado negro se cotizaba a 30 y 35 pesos la libra, ahora cuesta entre 50 y 70 pesos. En febrero, una barra de pan costaba 20 pesos, tres meses después, 40 o 50 pesos. El alza de precios no está avalada por ningún valor agregado o mayor calidad en su elaboración. Todo lo contrario. Son precios especulativos debido a la escasez”.
Sobre el dólar, que es probablemente junto al oro la mejor inversión para garantizar tu futuro, Gustavo recuerda que en enero costaba 40 pesos y en mayo ya alcanzó los 60 pesos. Acerca de los alimentos, precisa que en el mercado negro han tenido un alza de precio entre el 30 y 40 por ciento. «Los pocos alimentos que en ocasiones oferta el Estado por la libre, se venden a precios incluso más caros que los del mercado subterráneo. Un kilógramo de carne de res, por ejemplo, el régimen lo ha vendido en algunas tiendas a 440 pesos el kilogramo. Y la libra de pescado aguja a 170. El particular vende la carne de res entre 160 y 180 la libra y el pescado entre 120 y 140 pesos la libra”.
Para el economista, los precios de venta de los alimentos por parte del Estado son abusivos. “Las tiendas en divisas, con impuestos de 200 a 300 por ciento, vende el 70 por ciento de los alimentos que debiera consumir una familia promedio en una moneda que el gobierno no paga. Los mercados, comercios y restaurantes estatales en pesos han impuesto precios de venta excesivamente caros que han devorando la subida de salarios. La electricidad consume hasta el 60 por ciento, incluso más, del salario de un profesional si en su casa tiene aire acondicionado y varrios electrodomésticos. El resto del dinero se va en comprar comida”.
A pesar de que un segmento amplio de cubanos consume casi íntegramente su salario en pagar la factura de electricidad y comprar comida, ni se alimenta bien ni tiene una buena calidad de vida. Y si no tiene acceso al dólar, la ‘moneda del enemigo’, está a las puertas de la extrema pobreza.
Iván García
Foto: Una de las tantas vendedoras ambulantes que en 2020, antes de la llegada del coronavirus, se ganaban la vida vendiendo escobas y jarros, entre otros artículos de primera necesidad, por las calles de La Habana. Después de la pandemia, muchas cubanas han tenido que ‘inventar’ para poder buscar un dinero extra que les permita hacer frente a los altos precios de los alimentos y la factura de la luz y sobrevivir junto a sus hijos y sus familias. Foto de Jorge Enrique Rodríguez tomada de Diario de Cuba.