Desde La Habana

Buitres carroñeros

Por un dólar, en la Feria del Libro de La Habana, compré Tao, de Circe Ediciones, Barcelona. Eso fue en febrero de 2001, dos años antes de mi salida de Cuba. El libro trata sobre el pintor y disidente chino Cao Yong y cómo logró escapar y refugiarse en el Tibet. Lo escribió la japonesa Aya Goda, entonces novia de Yong.

Desde la primera página hasta la última, su lectura es apasionante. Pero lo que más me impresionó fue conocer algunas costumbres tibetanas. Como la de llevar a sus muertos a lo alto de una montaña y depositarlos allí, para que sean devorados por buitres carroñeros.

La imagen de los funerales celestes, me ha venido a la mente tras la muerte de Orlando Zapata Tamayo.

A pocos, dentro y fuera de Cuba, les interesó darle seguimiento a las contínuas denuncias que desde 2003 comenzó a hacer su madre, Reina Luisa Tamayo y que en el blog Desde La Habana, hemos recogido en un recuadro titulado Sus últimos siete años, para que quede como material de consulta.

Desde sus columnas en El Mundo y El Nuevo Herald, Raúl Rivero, él mismo un preso político, siempre ha escrito sobre esos hombres a quien tan injustamente han impedido ver crecer a sus hijos y nietos. A partir de esta nota de Rivero, el diario El Mundo comenzó a publicar perfiles de los encarcelados.

Zoé Valdés no sólo alertó en su blog sobre el grave estado de salud de Zapata Tamayo, por tantos días en huelga de hambre: le escribió al presidente francés Nicolás Sarkozy y su esposa, Carla Bruni. Un intento desesperadopara tratar de lograr la excarcelación de Zapata, y pudiera recibir la atención médica urgente y adecuada que le hubiera podido salvar la vida. En ésa y otras gestiones hechas por la escritora cubana, han estado presentes otros presos de conciencia, como Ricardo González Alfonso y Ariel Sigler Amaya, quien en cualquier momento puede morir.

Sitios independientes como Cubanet, Payo Libre,  Misceláneas de Cuba y la página de Martha Beatriz Roque Cabello, entre otros, a veces con informaciones mal redactadas y con faltas de ortografía, procedentes de toda la Isla, no han dejado de reportar sobre los prisioneros políticos.

Mención especial para las Damas de Blanco: gracias a ellas estamos al tanto de sus familiares encerrados desde el fatídico mes de marzo de 2003.

Son excepciones. Los grandes medios internacionales y determinados blogs y webs cubanos, hasta la muerte de Orlando Zapata Tamayo, habían venido ignorando y menospreciando a la disidencia interna y al presidio político cubano.

Cada cual es libre de escribir y publicar en sus espacios impresos o digitales lo que estime conveniente. No les critico por ello.

Pero a partir del 23 de febrero, cuando se percataron que ese cadáver «vendía», se apuntaron al boom OZT.  Lo último, en la morbosa publicidad, es la divulgación del rostro de Orlando en el féretro, en su humilde hogar de Banes.

No me extrañaría que en cualquier momento suban a internet fotos de su cuerpo inerte, antes o durante la autopsia. Sobre todo después del «éxito» logrado con la difusión de las imágenes de los enfermos mentales fallecidos en el Hospital Psiquiátrico.

Y como a todo se le puede sacar lasca, ya en la Isla, a partir de esas terribles fotos, a través de Twitter han iniciado una campaña pidiendo la destitución de quien consideran el máximo responsable, el ministro de Salud Pública, José Ramón Balaguer.

En contraste con tanto afán de protagonismo alrededor de la muerte de otros, sea la de un disidente o de varios enfermos mentales, me quedo con el respeto y la dignidad con que los españoles y sus medios, han tratado el fallecimiento, el 12 de marzo, del escritor Miguel Delibes.

Antes de terminar, una duda. Quienes ahora están bautizando sus campañas y movilizaciones con el nombre de Orlando Zapata Tamayo, lo habrán consultado antes con su madre y su familia?

Tania Quintero

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