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Bola de Nieve: un gigante incomprendido en Cuba


Coincido con el trovador Carlos Varela. “Y cuando cierran el Monseñor/ dicen que pasa algo raro/ por las paredes se oye una voz/ y tocan solas las teclas del piano”. Así es.

Todavía la magia del Bola vaga por el Monseñor. Pruebe usted. Visite al restaurante ubicado en la barriada del Vedado, justo frente al Hotel Nacional y muy cerca del malecón capitalino, y sentirá como telón de fondo su risa de cascabel, el fraseo inigualable de su piano y la voz aterciopelada del negro de oro cantando Mesié Julián, No puedo ser feliz o su particular versión de la canción de Chabuca Granda, La flor de la canela.

El 11 de septiembre, de haber estado vivo, Ignacio Jacinto Villa Fernández, Bola de Nieve, monstruo sagrado de la canción cubana, hubiera cumplido 100 años. Como otros fuera de serie, fue un incomprendido en su patria.

Gaspar Marrero, pedagogo y musicógrafo cubano lo destaca en un excelente artículo publicado en la isla. Según Marrero, mientras el Inmortal Beny Moré en apenas 16 años grabó unos 360 números, Ignacio Villa, el Bola de Guanabacoa, durante casi cuatro décadas, solamente grabó 93 piezas.

La prensa de la época lo trató con mano dura. En una selección anual de los artistas más destacados en los años 50, lo etiquetaron como ‘excéntrico musical’.

Esther Borja, intérprete de nivel ha dicho: “Con Bola de Nieve el público se comportaba en extremos opuestos: o lo amaban entrañablemente o no lo soportaban”. Eso tuvo sus consecuencias.

En Cuba nada más le grabaron un puñado de hits. De 1947-48 datan sus primeras grabaciones en La Habana. No lo contrata Panart, de Ramón Sabat, una de las más prestigiosa casas disqueras locales. Lo contrata Coda, del músico y promotor puertorriqueño Gabriel Oller.

Esa firma le produjo seis placas sencillas con obras de Ernesto Lecuona y del propio Bola de Nieve. Luego hizo mutis en el mercado discográfico nacional. Su actuación quedó relegada a acompañar a Lecuona en alguna actuación o suplir a su amiga, la inigualable Rita Montaner en un concierto.

Ignacio Villa debuta cantando como piano man en el cine Carral de Guanabacoa, su ciudad natal. En la pausa entre uno y otro filme, amenizaba con sus composiciones. Es fuera de Cuba donde triunfa.

Sus primeras grabaciones las hace en México, en la casa disquera Peerless, en 1933. En 1940 el sello Victor edita un disco con Tú me has de querer, de Villa, quien acompaña al piano al tenor mexicano Pedro Vargas.

En su periplo por Buenos Aires, como integrante de la compañía de Lecuona, la RCA Victor lo invita como pianista y graba dos verdaderas curiosidades: La Señorita Chi Chi, una rumba de Armando Oréfiche, y la conga Pampa.

Mientras triunfaba en México, Lima o España, en Cuba seguía sin interesar a las grandes casas disqueras. No es hasta 1960, con Fidel Castro en el poder, que Sonotone lo invita a grabar.

Para entender por qué un mito actual de la música cubana pasó con más penas que gloria por el pentagrama nacional, hay que remitirse a la mojigatería, homofobia y prejuicios raciales existentes en Cuba en los años 40 y 50.

Y que aún existen en este siglo 21. El Bola fue un transgresor para la élite intelectual y puritana de entonces. Era negro y homosexual. Por lo general, en la isla, en esa época, los negros de talento se miraban con lupa.

Después de su muerte, una tarde trágica de 1972 cuando se le partió el corazón en el DF de Ciudad México, El Bola es parte de nuestra cultura. Por su autenticidad. Porque globalizó la música cubana. Y por sus portentosas interpretaciones.

Me quedo con una frase del intelectual español Jacinto Benavente. Refiriéndose a Bola de Nieve dijo: “No se puede hacer más con una canción”. De verdad que no.

Iván García

Leer también: Único e incomparable; SOS por Rita y Bola; Leyenda de la música cubana y Homenaje a Bola de Nieve.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

Un comentario

  1. Ivan,
    Que pieza linda. Los cubanos nunca hemos entendido la sutileza, ni en la musica, ni en nuestro vivir, ni en nuesta politica, no nos va. Necesitamos la atorrancia, el avasallamiento, necesitamos «lucirnos».
    En la musica, nos pasa que si no se escucha al musico tocar 500 000 notas en un segundo, sentenciamos a muerte al mismo, no sirve. Somos asi de definitivos. No sabemos escuchar tampoco, ni en la musica, ni en la politica. Conversamos solo porque vamos a para poner nuestro punto, no para escuchar.
    Me hubo de contar Israel Lopez «Cachao», mientras desayunabamos en el famoso «Versailles», que cuando tocaba el contrabajo en la filarmonica de Cuba, ANTES DE, los patrocinadores eran quienes decidian casi el programa de la orquesta, y hasta hubo broncas por el tema, terminaban tocando valses de Strauss, nada en contra de Strauss, en vez de obras de mas envergadura, sofisticacion, o madurez musical. Lo «light», para el «bailoteo», era lo que se imponia. No hemos cambiado mucho.
    Por otra parte, con esa alma de fiesteros innatos, el estilo y sonido del Bola, que era casi como un gemido a veces, no hubiese podido ser comprendido. Demasiado para un solo corazon :). En un pais como Francia, que dio a una Edith Piaff, otros gallos cantaron. El teatro Olympia era el lugar indicado para nuestro Bola. En Mexico claro, pais dado al histrionismo y el drama, Bola era un pez en su agua, Argentina con sus tangos, tambien era el ideal, en esos paises si se aprecia el respiro de una melodia, la lagrima en una cancion, es casi una obligacion diria yo. Casi nunca se es profeta en su tierra. Yo soy musico y vivo ahora en Miami, pero mis discos no se venden aqui, ni la radio local, la especializada en Jazz pone mi musica, muy a pesar de que mis discos son partes de las listas de estaciones de Jazz y en las radios de universidades americanas y en el resto del planeta, hasta Japon. Por ejemplo, en esta ciudad de Miami hay que zapatear muchisimo, antes de encontrar un local que tenga un piano. Hay uno local en la Calle 8, con piano, era mi instrumento. Bola se hubiese muerto de hambre aqui. El otro piano mas cercano esta en un bar, en la playa. En toda la ciudad, donde hay ademas montones de bares y restaurantes, se pueden contar con los dedos de una mano, los pianos. Creo que hay 3, uno de ellos como dije, era mi instrumento. Somos asi. Hasta a los boleros, se les adelanta la velocidad en las grabaciones hoy dia, para que no «suenen tan lentos». En su gran mayoria, las grabaciones de musica cubana se escuchan como nerviosas, con un poco de ansiedad, porque van a una velocidad que le mata la cadencia, el vaiven.
    Muchas gracias por esta pieza tan hermosa y tan merecida. Nuestro espectacular Eliseo Alberto Diego, Lichi, amaba a Bola con pasion, y lo ponia tan alto, que todo el vecindario donde vivia en CIudad Mexico, podia darse banquete. A llorar se ha dicho, maravilloso. Muchas gracias por tu labor tan rigurosa y seria. Te lo agradecemos, no sabes cuanto.
    Un saludo afectuoso desde la distancia.
    Alina Brouwer.

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