A raíz de la próxima temporada beisbolera, la prensa estatal y los fanáticos han desatado un debate, buscando elevar el techo de la pelota en la isla. Hubo más de 170 propuestas para diseñar una nueva estructura competitiva.
En una reunión con la prensa nacional, la Federación Cubana dio a conocer cómo será el venidero torneo. La liga se inaugurará el 25 de noviembre en el estadio José Ramón Cepero con un encuentro entre el actual campeón, Ciego de Ávila, y el subtitular Industriales. Tomarán parte 16 novenas, una por cada provincia más el municipio especial Isla de la Juventud. Se elimina al equipo Metropolitanos, selección con 38 años de historia en clásicos locales.
El calendario constará de dos etapas. En la primera se jugarán 45 partidos en un todos contra todos. Clasifican los 8 mejores equipos. Las novenas que pasen a la próxima ronda podrán tomar hasta 5 peloteros refuerzos de las selecciones descartadas. Esa fase será de 42 juegos. En dos play-offs al mejor de 7, los 4 primeros discutirán el campeón nacional.
Puede que la antigua estructura de 4 divisiones y dos zonas, Oriental y Occidental, ya no fuera la adecuada. En los últimos doce años, el nivel del béisbol había perdido muchos enteros. El problema no es que sobre un equipo. Sobran varios. Las claves para elevar la calidad de la pelota pasa por tener una nueva estructura. Pero el mal mayor no es de estructura.
El diseño del sistema beisbolero cubano había funcionado. Era una pirámide de competencias que incluía a categorías pequeñas, cadetes, juveniles y series provinciales, hasta culminar en el clásico nacional.
Escuelas deportivas perfeccionaban y adiestraban a los mejores talentos captados por entrenadores de base. Después se recogía la cosecha. Hasta 2006, Cuba ganaba a mayoría de los torneos organizados por la Federación Internacional de Béisbol en cada una de las categorías.
Ahora apenas ganamos campeonatos. Y eso preocupa a los fanáticos y especialistas. En los torneos mundiales de cadetes o juveniles se puede entender. Participan los mejores talentos de Asia y Estados Unidos. Pero en el primer nivel, excepto los Clásicos, son competencias de poco calibre donde auténticos descartes se enrolan por sus respetivos países.
En mi opinión, hay un error de bulto por parte de la Federación. Y es efectuar cambios pensando solamente en la selección nacional. La serie en la isla no puede ser un satélite que gire alrededor de esa órbita. Debe ser independiente. Mientras más calidad tenga la temporada, más nivel tendrá el equipo Cuba.
De lo que se trata es cómo subir realmente el techo a la pelota. Varias son las opciones. Pero todas pasan por abrir el portón y autorizar a los mejores peloteros a competir en ligas extranjeras. Lo ideal sería llegar a un acuerdo con las Grandes Ligas y que los jugadores cubanos puedan firmar contratos sin tener que abandonar su país.
Pero las leyes vigentes del embargo complican ese procedimiento. Por tanto, habría que escoger otros destinos. Japón y Corea del Sur, por el buen nivel de sus ligas, sería lo más conveniente.
Otro paso que no se debe obviar es la estimulación salarial y material a los peloteros. Es una asignatura suspensa. Ídolos locales que alguna vez fueron campeones olímpicos, al devengan 300 pesos convertibles, unos 340 dólares. Cantidad ridícula para un deportista de primer rango -aunque en las difíciles condiciones económicas que vive el país, es un ‘dineral’.
Se debe tratar que los peloteros de series nacionales ganen salarios superiores a los 3 mil pesos (130 dólares). La solución podría ser elevando el precio de las entradas a los estadios, de un peso a cinco, y parte de lo recaudado repartirlo entre los jugadores. No a partes iguales. Los regulares ganarían más. Los extra clase, mucho más. Empresas locales o extranjeras radicadas en Cuba, con sus producciones, podrían ser patrocinadores.
No es posible que un campeón nacional, como el caso de Industriales en 2010, de estímulo a sus jugadores dieran tejas de fibrocemento para reparar el techo de su vivienda o un microwave, además defectuoso.
La mayoría de los peloteros cubanos vive en precarias condiciones. Solo un puñado de estrellas reside en buenas casas o posee autos. Cuando miran a sus colegas que han abandonado el país, saben que jugando en una liga mediocre se gana lo suficiente para ayudar a los suyos y vivir decentemente.
Entonces deciden marcharse. Es cierto que pocos llegan a la Gran Carpa. Pero intentan integrarse en cualquier liga del Caribe, Europa o Asia. Otro gran problema es la poca atención por parte de la Federación a las categorías inferiores que alimentan la serie nacional.
Los torneos provinciales de mayores son my cortos. Muchos partidos se suspenden por falta de pelotas, bates y transporte. Los peloteros juegan sin uniforme y no tienen siquiera una merienda. Hay que amar mucho al béisbol para jugar con 33 grados de calor en esas condiciones. A eso súmele que la prensa oficial apenas los divulga. Son casi clandestinos.
En las categorías inferiores el mal es peor. Los terrenos son verdaderos patatales. La calidad de las pelotas y los implementos es pésima. En las gradas solo se encuentran los padres, cargados con almuerzos y refrigerios para sus chamacos. Cuando un niño decide practicar béisbol, sus progenitores tienen que comprarles en moneda dura los implementos. También en divisas pagan la confección de los uniformes.
En un programa deportivo radial llamado Tribuna Deportiva, de la emisora capitalina COCO, cada noche, honestos periodistas oficiales como Yasser Porto, Daniel Demala o Iván Alonso, abordan a camisa quitada abordan los males que aquejan al béisbol cubano. Y ofrecen soluciones.
Es evidente que sus reclamos han caído en saco roto. En la última reunión donde se dio a conocer la estructura de la próxima temporada, los periodistas de la COCO no fueron invitados.
La Federación camina de puntillas por un alero. No desea, no quiere o no puede, abordar el tema con todas sus aristas. La solución que ofrece es puro maquillaje. De esa manera no se resolverán las dificultades del béisbol cubano. Ni se elevará el techo de competencia. Porque no es un solo un problema de estructura. Son muchos otros.
Iván García
Foto: Tomada de The Cuban History. René Arocha, primer pelotero cubano que desertó, el 18 de julio de 1991. Desde entonces, más de 150 jugadores de béisbol se han ido de Cuba y con mayor o menor éxito han logrado competir o compiten, en ligas profesionales de Estados Unidos, Canadá, México y países del Caribe, Europa y Asia, como Rey Ordóñez, Liván Hernández, José Ariel Contreras, Rolando Arrojo, Orlando “El Duque” Hernández, Kendry Morales, Aroldis Chapman, Osvaldo Fernández, Ariel Prieto, Alex Sánchez, Vladimir Núñez, Danny Báez, Michael Tejera, Yuniesky Betancourt y Yoenis Céspedes, entre otros.