Cuando jugaba en la pelota cubana, a Aroldis Chapman de la Cruz le decían «el misil de Cayo Mambí», localidad de Holguín donde el 28 de febrero de 1988 nació. Ahora en Estados Unidos le llaman «el nuevo rey de la velocidad».
El pitcher zurdo acaba de hacer historia en las Grandes Ligas, al lanzar una recta de humo a 105 millas por hora, destrozando la marca de 104.8 millas establecida en 2006 por Joel Zumaya, de los Tigres de Detroit. Si sigue con esos poderosos lanzamientos, pudiera destronar el récord de 115 millas, en poder de Steve Dalkowski, pitcher ya retirado de las ligas menores.
La hazaña reciente de Aroldis Chapman, jugador de los Rojos de Cincinnati, no pasó inadvertida entre los fans del deporte de las bolas y los strikes en la isla. Sobre todo en estos días otoñales, cuando el béisbol cubano se prepara para su serie número 50 y la selección nacional participa en una descafeínada lid que hasta el 12 de octubre se celebra en Puerto Rico, y que otorga 7 plazas para los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara, México.
Como la calidad del torneo boricua es mediocre, los hinchas locales se las agencian para mantenerse informados a través de Radio Martí, emisora de la Florida que trasmite los play-offs de postemporada de las ligas mayores estadounidenses. O por las antenas televisivas ilegales que abundan en la ciudad, previo pago mensual de 10 pesos convertibles.
A quienes le sobra la moneda dura, pueden ver los encuentros finales de las Grandes Ligas en los hoteles habaneros que los retrasmiten. Y a la mañana siguiente suelen acudir a la céntrica peña deportiva del Parque Central para comentar las incidencias, como el récord de su paisano Chapman.
No es para menos. 105 millas o 160 kilómetros tirados por un ser humano no es algo que ocurra todos los días. Pero en Cuba no fue una sorpresa.
Aroldis, un pelotero de 6 pies y 3 pulgadas, integró el equipo nacional al mundial juvenil, efectuado en 2006 en la provincia de Sancti Spiritus. Dos años después, vestía la casaca de la selección. En el II Clásico, en el enfrentamiento frente a la poderosa novena de Japón, campeón de la cita, tiró rectas de 101 millas.
Cuando jugaba en la isla, el meteórico pitcher zurdo lanzó con velocidades superiores a las 100 millas. En una noche lluviosa de 2008, a la altura del quinto inning y frente al equipo Industriales, tiró dos rectas supersónicas de 100 y 101 millas. Además de rompimientos endiablados, posee una buena slider y una curva de nivel. Lo tiene todo para ser un gigante.
Aroldis Chapman desertó en julio de 2009, durante una competición en Rotterdam, Holanda. En enero de 2010, firmaba por 30.25 millones de dólares por seis temporadas con los Rojos de Cincinnati. Si las lesiones no hacen mella en el holguinero, a la vuelta de unos años pudiera convertirse en uno de los grandes lanzadores cubanos que han jugado en las Grandes Ligas en todos los tiempos.
Además de ser un héroe en Holguín, para los peloteros jóvenes y talentosos de la isla, los éxitos de sus compatriotas al otro lado del charco son un acicate para dar el salto al mejor béisbol del mundo.
Los salarios millonarios son una tentación mayúscula para estrellas en ciernes que cobran sueldos de obreros. Y se marchan a la primera de cambio.
Aunque por estos días en La Habana, al igual que en Miami, se rumora que el gobierno de los Castro pudiera abrir el portón y permitir a jugadores del patio participar en las Mayores. Antes, tendrían que haber participado siete años en series nacionales.
Se especula que serían representados por la agencia estatal Cubadeportes y tendrían que pagar impuestos de hasta un 40%. Funcionarios deportivos consultados negaron la noticia. Un director técnico no quiso confirmarlo, pero señaló que «algo se cuece».
El régimen no tiene manera de frenar el goteo incesante de peloteros que cada año se marchan a Estados Unidos. Más de 300 han abandonado el país desde que en 1991 René Arocha iniciara el camino.
Con prohibiciones nada han logrado. La mayoría de los peloteros de la isla quieren demostrar su calidad en las Grandes Ligas. Y ganar salarios de seis ceros. La verdadera guinda del pastel
Iván García
Video: Aroldis Chapman durante la XXXVII Copa Mundial de Béisbol, celebrada en 2007 en China Taipei. Entonces en su camiseta usaba el 52, el número que su ídolo, el lanzador cubano José Ariel Contreras, tiene en los Phillies de Philadelphia. Ahora, en los Rojos de Cincinnati, Chapman usa el 54.
No vengas a Puerto Rico.
¡Pelota mediocre en Puerto Rico!?
Saludos