Después que el Encargado de Negocios, Timothy Zúñiga-Brown, anunciara en una conferencia de prensa que la Embajada de Estados Unidos en La Habana reanudará de forma limitada algunos servicios de visados a inmigrantes, invitó a seis periodistas independientes a una charla informal.
Zúñiga-Brown, distendido, vestía una guayabera de color beige. Nos sentamos en una terraza aledaña al patio de la residencia, construida entre 1939 y 1942, en el antiguo Country Club, hoy Reparto Cubanacán, al oeste de la ciudad. La batería de preguntas fue más allá del próximo restablecimiento del programa de reunificación familiar. Timothy, con tres décadas de experiencia en los trajines diplomáticos, esquivó la mayoría de las preguntas que se salían del tema acordado.
Le pregunté al funcionario estadounidense si la reanudación de visas para inmigrantes y el nuevo servicio de envío de remesas eran coincidencias o una estrategia política de la Casa Blanca para moderar el apoyo del gobierno cubano a la invasión rusa a Ucrania. Zúñiga-Brown, se acomodó las gafas, y calibró su respuesta. Reconoció que sabía poco del nuevo servicio de envío de remesas a Cuba y dijo que no cree que el apoyo del régimen a la agresión rusa en Ucrania influyó en la decisión de los operadores políticos de Washington. Tampoco fue preciso a la pregunta de varios colegas si Estados Unidos impondría nuevas sanciones a la Isla tras su respaldo a la guerra de Putin en Ucrania.
El avezado diplomático se centró en el tema migratorio. Pero en política las casualidades siempre son sospechosas. Un breve repaso. En sus primeros comunicados durante la brutal invasión rusa a Ucrania, el 24 de febrero, la defensa del régimen castrista a Putin fue sin fisuras. Seis días antes de la invasión, el 18 de febrero, estuvo en La Habana el viceprimer ministro ruso Yuri Borisov. Y el 23 de febrero arribó el presidente de la Duma Rusa, Viacheslav Volodin, quien permaneció dos días en Cuba. Borisov y Volodin se reunieron con representantes de la plana mayor del gobierno y presumiblemente acordaron pautas a seguir en foros internacionales en los cuales se intuía que sería jugada cantada una amplia condena mundial a la invasión rusa.
En el mes de enero, en tono belicoso, voceros del Kremlin avisaron a Estados Unidos que Rusia podría instalar bases militares en Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres dictaduras aliadas de Moscú. El régimen de La Habana no confirmó ni negó las intenciones de Rusia. Pero algo cambió en la estrategia del Palacio de la Revolución en fechas posteriores.
Una misteriosa empresa canadiense, REVOLUGROUP, hizo público el anuncio que había añadido a Cuba en su extensa lista de 116 países a los cuales envía remesas digitales desde su plataforma REVOLUNSEND, utilizando la aplicación REVOLUPLAY. La empresa canadiense tiene licencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Y se explora la opción de abrir una sucursal en Miami, el epicentro de la emigración cubana.
Por esos días, mientras los aviones rusos bombardeaban salvajemente ciudades ucranianas, agencias de noticias dieron a conocer la inminente apertura del programa de visas para inmigrantes cubanos. Una fuente del Departamento de Estado aseguraba que sería antes de la primavera. Como por arte de magia, el régimen de Díaz-Canel, acosado por una crisis económica donde no se vislumbra el túnel de salida, recibió la noticia igual que un moribundo cuando encuentra agua en el desierto.
Cuba está mal. El modelo político y económico no funciona. La mayoría de las empresas estatales generan pérdidas financieras. Y el descontento ciudadano hacia los gobernantes es mayoritario. Las cosechas agrícolas, ganaderas, porcinas y azucareras están en números rojos. Solo alcanzan para alimentar a un tercio de la población. La caída en picada del turismo, de 4,2 millones de visitantes en 2019 a menos de medio millón en 2021, ha provocado un déficit en liquidez de divisas.
Más que el embargo económico y financiero de Washington (Estados Unidos es el quinto exportador de alimentos a la Isla), las 243 sanciones de la administración Trump, enfocadas a reducir las ganancias de las empresas militares que controlan los negocios en divisas, fue un torpedo que impactó en la línea de flotación de la feudal estructura económica administrada por el capitalismo militar cubano.
Biden prometió aperturas y reabrir el envío de remesas a Cuba. Pero la feroz represión del 11 de julio de 2021 por parte de las autoridades a ciudadanos que reclamaban democracia y el sistemático acoso a la disidencia, utilizando métodos que van desde la cárcel, prisión domiciliaria al destierro forzoso, hizo que la Casa Blanca detuviera sus planes. Es probable que la guerra de Putin provocara un cambio de estrategia en Washington hacia las tres dictaduras latinoamericanas. Estados Unidos conoce las urgencias económicas de La Habana, Managua y Caracas.
Por geopolítica, necesitan del comercio con la mayor potencia económica del planeta. Sus mercados están a pocas millas. En materia tecnológica y financiera es elemental que prefieren negociar con empresas de Estados Unidos. Rusia es una economía esencialmente extractiva. Cuba y Nicaragua podrían necesitar petróleo y quizás armas rusas. Poco más. Su tecnología industrial, médica o informática no es competitiva.
En el caso de Cuba, el aplazamiento por parte de Moscú de una deuda de 2,300 millones de dólares hasta 2027, fue un soplo de aire fresco para las deprimidas finanzas del régimen. Pero todos los caminos conducen a Washington. El grueso de la emigración, que incide con remesas y comercio informal, radica en Estados Unidos. Y aunque la propaganda castrista hable pestes de Estados Unidos, en privado reconocen que prefirieren negociar con la Casa Blanca que con el intransigente Vladimir Putin.
Una fuente del MINREX asegura que en conversaciones internas, los operadores políticos cubanos están espantados por el comportamiento grosero, desfasado y suicida de Putin con Occidente. “Si Putin no tiene un arma secreta que inutiliza las armas nucleares de sus adversarios, su actual estrategia guerrerista está condenada al fracaso. En 48 horas Rusia, debido a las sanciones económicas de la UE y Estados Unidos, se convirtió de una nación paria. Rusia no es autosuficiente. Depende en alto grado de Occidente en muchas facetas de la economía. China, tradicional adversario, no va a poner en riesgo sus negocios con la UE y Estados Unidos por ampliar sus relaciones comerciales con Rusia. Por ahora está viendo cómo se desarrolla el juego. Cuando Occidente y Estados Unidos suspendan la compra de petróleo ruso, la situación económica tendrá un impacto político y social muy complejo para Rusia. Y si los oligarcas rusos ven afectados sus bolsillos, Putin ya tiene un problema gordo”, considera el funcionario y añade:
“No podemos tropezar tres veces con la misma piedra. Ya Kruschov y el propio Putin dejaron tirados al gobierno cuando retiraron los cohetes atómicos y cerraron la base de espionaje. Putin es un auténtico imperialista. Entiende el mundo como esferas de influencias. Y en ese mapa, el continente americano le pertenece a Estados Unidos. Además es más fácil, por su pragmatismo político, arrancarle una concesión a la Casa Blanca que al Kremlin. A Estados Unidos no le da mucho asco negociar con monarquías autoritarias o dictaduras. Mira el caso de Arabia de Saudita”.
Curiosamente, coincidiendo con la apertura de visas para inmigrantes y la reanudación del envío de remesas, el gobierno de Cuba se abstuvo en las dos últimas votaciones en foros internacionales donde por amplia mayoría Rusia fue condenada. Según el funcionario del MINREX, “no sería raro que si Estados Unidos tiene otros gestos con Cuba, se irá diluyendo el respaldo a Rusia. No se puede olvidar que un 20 por ciento de la población cubana vive en Estados Unidos. Y el gran sueño del gobierno de la Isla es que el modelo cubano sea aceptado por la Casa Blanca. Incluso, harían algunas reformas que van más allá de las cosméticas”.
Hace unos días, en un viaje relámpago de apenas dos horas, una delegación estadounidense visitó Caracas para reunirse con altos mandatarios del gobierno de Nicolás Maduro. Informaba el New York Times de un supuesto interés de Estados Unidos de sustituir parte del petróleo que exportaban de Rusia por combustible venezolano,. “Encontrar una solución al enfrentamiento diplomático con Venezuela es un movimiento inteligente. El pueblo venezolano preferiría una alianza con Estados Unidos que con Rusia. Tenemos que encontrar una manera de apuntalar nuestro Hemisferio Occidental”, dijo Trish Reagan, influyente comunicadora cercana a Trump, tras conocer la misión diplomática.
Es probable que el régimen de La Habana también esté pensando permutar de alianzas si se relajan las sanciones. Está por ver hasta dónde cederá Washington en sus concesiones a la dictadura cubana.
Iván García
Mapa físico del Mar Caribe tomado de Wikiwand.