Desde La Habana

Aguas de La Habana

Tome nota. Más del 50 por ciento del agua potable que se distribuye en la capital cubana, se pierde por el mal estado de las redes de acueductos y alcantarillados. Es un drama. Apunte, además, que más 100 mil núcleos habaneros no tienen acceso al preciado líquido.

Pregúntele a José Mesa, 49 años, cuál es su sueño. Y sin pensarlo le dirá que tener agua corriente en su casa las 24 horas. Porque todas las tardes, después de llegar cansado de la fábrica donde trabaja, tiene que cargar 62 cubos de agua, para llenar un par de recipientes de 55 galones cada uno.

Puede que Mesa pida demasiado. En La Habana son contadas las familias que tienen agua todo el día. En el mejor de los casos, la inmensa mayoría de los hogares capitalinos la reciben en días alternos. En los edificios de apartamentos, el motor de agua, si acaso, se prende un par de veces al día durante 30 minutos.

La revolución de los hermanos Castros, ha hecho poco por revertir la situación. Hay acueductos como el de Albear que data de finales del siglo 19. Ante la difícil situación de muchos pobladores de la urbe para acceder al agua potable, a fines de los 80 el comandante único mandó a construir el acueducto El Gato, en Madruga, en las afueras de La Habana.

Pero ni así se alivió la crítica escasez de agua. Para intentar darle un giro de 180 grados a la situación, hace diez años, se constituyó la empresa Aguas de La Habana S.A., empresa con capital mixto español y asesoría de Aguas de Barcelona.

Lo primero que empezaron a hacer fue restablecer o construir nuevas redes. Pero es tan deplorable el estado técnico de estas redes, que el trabajo marcha a paso de tortuga. Si usted quiere ver el derroche en estado puro, en la noche camine por las calles de la ciudad y verá numerosos escapes y salideros de aguas, en ocasiones verdaderos ríos.

Mientras algunos como el obrero José Mesa vive sin agua potable y todos los días tiene que cargar decenas de cubos, cada noche en la ciudad de La Habana se pierde más del 50 por ciento del vital líquido.

Iván García

Foto: Utilizando el agua de una plazoleta en la Habana Vieja.

Salir de la versión móvil