Desde La Habana

2022 va a ser de apaga y vámonos en Cuba

2022 va a ser de apaga y vámonos en Cuba

Las calles interiores del reparto San Matías en el municipio San Miguel del Padrón, a cuarenta minutos en auto del centro de La Habana, están destrozadas. José Antonio, residente en la zona, en su moto eléctrica tiene que sortear numerosos cráteres para llegar a su casa. “Es cómo cruzar un campo minado”, dice.

Vive en una finca ubicada al fondo de un horrible bloque de apartamentos grises con un toque de arquitectura soviética. Se dedica a la cría de cerdos. En sus buenos tiempos, tenía una cochiquera de vigas y tejas con más de cien puercos. Con la venta de la carne pudo construir su casa y desbrozar un terreno baldío para sembrar yuca, maíz y plátanos. “Las viandas me servían para el autoconsumo familiar, alimentaba a los animales y vendía el excedente. Pero hace dos años comenzaron los problemas. Subieron los impuestos y desapareció el pienso. Además de que los inspectores estatales desataron una cacería contra los criadores de puercos, acusándonos de un montón de ilegalidades. Esa es una de las causas de que el precio de la carne de cerdo esté por las nubes”, explica José Antonio.

Su lote de cerdos fue disminuyendo. “Arreció la crisis económica y llegó la pandemia. Aunque tengo licencia, el gobierno no me dio un centavo Tuve que vender hasta el carro para sobrevivir. Me quedé solo con tres puercos y la moto eléctrica”, señala.

Muchos vecinos de San Matías, conocido como Caballo Blanco, debido a la imagen de un equino que hay en la entrada del reparto, a José Antonio le compraban la carne de cerdo. Yolanda, enfermera, recuerda que hace dos años, “con antelación le encargábamos a José la carne del fin de año. La libra de pierna o lomo costaba 23 pesos y 30 la deshuesada. Ahora usted camina por los agromercados de la zona y no encuentra carne de puerco. Cuando aparece no baja de 220 pesos”.

La carne de cerdo, una de las pocas proteínas que desde hace décadas consumen los cubanos, junto al huevo y el pollo, es un índice que sirve para conocer la profundidad de la actual depresión de la economía en Cuba. Y por eso, personas como Yoandy, chofer de una empresa estatal, cuando intentan resumir el año 2021, se centra el tema de la comida. Después, en los salarios insuficientes y los elevados precios. Aunque reconoce que la lista de problemas es larga.

“Comer es la mayor dificultad que tiene la gente. Incluso los que reciben dólares pasan trabajo para conseguir comida. Pero la crisis económica impacta también en el déficit de medicinas, el deterioro de los hospitales y el transporte público. El salario ha perdido su valor. Gano tres mil pesos y después de sacar los mandados (alimentos que dan por la libreta de racionamiento, pagar electricidad, gas, teléfono, me quedó sin dinero. Dudo que para 2022 las cosas mejoren. Ni los propios ministros saben la solución. El camino más corto es emigrar”.

La crisis que vive el país, considera Carlos, sociólogo, va más allá de la economía. “Abarca lo social y político. Las crisis económicas en Cuba son cíclicas. Las etapas de bonanzas son cortas. En 63 años, el modelo vigente no ha encontrado la vía de desarrollarse económicamente. A pesar de ser un país netamente agrícola, el sistema es incapaz de producir los alimentos necesarios. Es un declive total que incluye la pérdida de valores morales. Ese desgaste económico, político y social provoca que la mayoría de los cubanos sea indiferente al discurso de los gobernantes. Aplauden por simulación y aparentan apoyo al gobierno, pero amplios sectores populares piden a gritos reformas profundas”.

La revolución de Fidel Castro siempre fue más política que económica. La narrativa oficial se centró en la épica, la lucha de clases, la subversión en países latinoamericanos y el apoyo al movimiento descolonizador en África. En el plano económico no hubo regularidad. Se vivió del subsidio soviético y luego del venezolano. El errático desempeño del socialismo marxista sepultó a las industrias azucarera, cafetalera, ganadera y las producciones agrícolas. En Cuba es más fácil comprar una manzana que una chirimoya.

El burocratismo y el pasotismo paralizaron la producción. Culpar al mediocre Miguel Díaz-Canel del manicomio actual es contar solo una parte de la historia. El culpable del desastre es Fidel Castro. Raúl y Díaz-Canel, por oportunistas o simplemente para conservar el poder, aplican tímidas reformas económicas con el objetivo de no cambiar nada.

La escasez de alimentos y apagones de los años 60, continuaron con mayor o menor intensidad en los 70 y 80. La caída del comunismo en la Unión Soviética y las costosas intervenciones militares en la guerra civil de Etiopia y Angola, fueron la punta de lanza que desencadenaron el Período Especial. Una etapa de apagones de doce horas diarias y hambre colectiva. El oasis llegó desde Venezuela con la llegada del paracaidista Hugo Chávez que le otorgó al régimen de La Habana un cheque en blanco y cien mil barriles diario de petróleo a cambio de médicos y entrenadores deportivos.

Gustavo, profesor de historia, opina que para resumir el 2021, hay que conocer el pasado. “La izquierda de caviar que no conoce la historia de Cuba cree a pie juntillas que esta crisis económica es debido al bloqueo yanqui, que puede afectar a algún sector, pero ni de lejos el embargo es el culpable. Si lo duda, entre a las las tiendas MLC. ¿Por qué hay queso, carne de res, jamón serrano, camarones y otras exquisiteces en divisas y no se venden pesos? ¿Cómo es posible que en esas tiendas se vendan televisores inteligentes, refrigeradores Samsung, LG o Frigidaire, que es estadounidense, y no se oferten en las tiendas por moneda nacional? El bloqueo es un mito”, afirma y concluye:

“La severidad de la crisis cubana es el resultado de varios factores, entre ellos la pandemia que ha asolado al mundo y afectado al turismo a nivel global. En el caso nuestro, también la cadena de producción que se combinó con la baja productividad y la economía estatal planificada que tenemos. Para mayor torpeza decretaron ese disparato mayúsculo que fue la Tarea Ordenamiento, porque subieron los salarios e imprimieron billetes sin respaldo material ni ofertas de servicios”.

El año 2021 arrancó lastrado por el coronavirus. En enero, la cifra de contagiados no era para preocupar. Pero el relajamiento de los controles anti Covid en los aeropuertos y centros turísticos fue un catalizador para la cifra de infectados rozara los 10 mil casos diarios y los fallecidos el centenar durante los meses de verano. El Covid-19 dejó al desnudo las carencias organizativas y materiales en la salud pública cubana. Desde 2009, año tras año, el Estado viene haciendo recortes en los gastos sanitarios y cerrando consultorios del médico de la familia. En el afán de ganar dinero con la exportación de servicios médicos, miles de especialistas son enviados a misiones en el exterior, dejando desiertos puestos de trabajo en policlínicos y hospitales de la isla.

En mayo hubo una rotura en la planta principal de producir oxigeno. Las autoridades reaccionaron con lentitud. Solo dos meses después, cuando se disparó el número de contagios y decenas murieron por falta de oxigeno, se desplegó a las fuerzas armadas y se reparó la planta. El país vivía una tormenta perfecta. Félix, trabajador de una metalurgia, rememora que su “madre y un tío fallecieron por negligencia médica. A eso hay que sumar apagones, desabastecimiento y colas. La población se cansó. Y el 11 de julio salio a la calle. Mediante la represión, el gobierno controló la situación. Pero los problemas continúan”.

En la mañana del domingo 11 de julio en el municipio San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa a 45 kilómetros de La Habana, se iniciaron las protestas ciudadanas reclamando libertad, democracia y coreando Díaz-Canel sin… y Patria y Vida. Las protestas se replicaron en 62 localidades del país. La marea de pueblo descontento destrozó tiendas en divisas. El presidente designado ordenó a sus partidarios y fuerzas paramilitares detener las protestas con el uso de la violencia.

En la barriada de la Güinera, al sur de la capital, hubo un muerto Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años. El 11J fue un parteaguas. La dictadura intentó maquillar la pobreza en algunos barrios marginales con una mano de pintura en las fachadas y reparando aceras y calles. Pero el descontento se mantiene. El fósforo que prendió la actual e incontrolable inflación se inició en enero de 2021, después que Díaz-Canel, con un Raúl Castro sentado a su diestra, le dieran el visto bueno a la Tarea Ordenamiento, una supuesta estrategia para corregir los desatinos monetarios y cambiarios que afectaban a las empresas exportadoras del Estado.

El plan preveía subir el salario 4.9 veces. Pero en los dos primeros meses, el alto precio de la electricidad, la escasez de alimentos y ofertas de servicios generaron una inflación minorista de 6.900%. El precio de los alimentos creció hasta diez veces. Para el mes de abril, la inflación había devorado el alza salarial.

Diana, maestra, define el calvario que se vive en Cuba. “Este año no hay nada positivo que destacar. El dinero perdió su valor. Los alimentos se venden a precios escandalosos y el gobierno, como si no pasara nada, sigue hablando de crecimiento económico. Estamos mal, pero el próximo año vamos a estar a peor”.

José Antonio, el criador de cerdos del reparto San Matías, concuerda con Diana. Está convencido que «de este gobierno no puedes esperar un milagro y que el 2022 va ser de apaga y vámonos”. Un gran número de cubanos piensa que su angustiosa travesía por el desierto no ha terminado.

Iván García

Foto: Cubanos haciendo cola para comprar en un agromercado. Imagen de Ramón Espinosa de AP tomada de Radio Televisión Martí.

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