Aunque Yaumara, psicóloga, lleva tres noches haciendo cola en una feria del municipio 10 de Octubre, a ver si logra comprar un pavo pequeño por 170 pesos (8 dólares), para la cena de fin de año, ella espera grandes cosas de 2015.
En medio del bullicio de vendedores ambulantes, tenderetes portátiles de lona ofertando pan con lechón, papel sanitario o pintura, rodeada de estantes de hierro oxidados con boniatos, yucas y otras viandas y el suelo lleno de tierra rojiza, Yaumara no pierde la fe de poder comprar un pavo y festejar el nuevo año con su familia.
“Si no es así, no puedo comprar pavo. En las tiendas por divisas un pavo congelado cuesta entre 42 y 55 cuc (44 y 60 dólares), que representa dos meses y medio de mi salario. Soy optimista, pienso que en 2015 las cosas van a cambiar para bien. Peor no podemos estar”.
Entre varios cubanos de a pie consultados, nadie supo argumentar con una narrativa coherente por qué los próximos doce meses serán diferentes. Tal vez un reflejo condicionado. Una corazonada.
Un camionero gordo y sudado, sin camisa y sentado en el estribo del vehículo ofrece una pista. “En 2015 o esto cambia o se jode. Yo creo que lo sucedido el 17 de diciembre es la certificación de muerte de la revolución. No sé cómo las piezas irán encajando. Pero ya el socialismo y el hombre nuevo van rumbo al cementerio. El capitalismo llegó, de forma solapada y administrado por los mismos de siempre. El año que viene sucederán cosas importantes”, pronostica. Toma un poco de cerveza Mayabe y apuesta 20 cuc con un amigo, de que su premonición se cumplirá.
El optimismo desborda a una mayoría de cubanos. A diferencia del mes de diciembre de 2013, el tema principal de conversación no es que la carne de cerdo sigue por las nubes, a 35 pesos la libra, los turrones españoles a 3,50 y 4 cuc y una botella de vino tinto cuesta una semana de trabajo.
Según Anselmo, militar jubilado, “vamos de cabeza a la democracia. No sé cuál será el camino. Pero Raúl Castro es el enterrador de un sistema que no funcionaba. Ya no hace falta un ejército desproporcionado y gastar tanto dinero en la defensa del país por una supuesta amenaza de Estados Unidos. El día después que se abra la puerta, te aseguro que ya no podrán cerrarla”.
Nancy, economista, dibuja en su mente el futuro. “El año que viene deben unificarse las dos monedas. El 90% de las unidades de servicio pasarán al sector privado o cooperativas. De acuerdo al nivel de inversiones extranjeras, un segmento de trabajadores devengará un salario multiplicado por seis. Todavía no es lo idóneo, pero lo que importa es que empezamos a movernos. Ya se acabó aquella etapa que todos los desastres y fracasos económicos se lo endilgábamos al bloqueo (embargo) yanqui”.
A pesar de las expectativas, muchos habaneros siguen tramitando su salida definitiva del país. Incluso con más premura. Sergio, cuentapropista, es uno de ellos. “En 2015 Obama puede derogar la Ley de Ajuste. Entonces tendremos que comernos la soga con muerto y todo. Si hay voluntad del gobierno en la isla, las cosas pueden mejorar. Pero yo prefiero estar del otro lado mirando el panorama. Si de verdad Cuba cambia y se crean opciones para progresar, vuelvo. Espero que el régimen suprima algunas normas migratorias. Y que jamás perdamos nuestra condición de cubanos”.
La tarde cae en La Habana. Y todavía continúa el trasiego de personas comprando regalos, bebidas y alimentos para esperar el 2015 en familia. Siempre fue así.
La novedad es que por primera vez, el nuevo año podría dar un vuelco positivo en sus vidas. De acuerdo como usted lo mire lo puede juzgar. Para unos, el vaso sigue vacío. Para otros, medio lleno.
Pero la sensación que se palpa cuando usted camina por la ciudad y conversa con la gente, es que ha regresado la esperanza.
Iván García