Hasta última hora, tuve la esperanza de poder entrevistarte antes de tu salida definitiva del país. En varias ocasiones intenté viajar a tu pueblo y no pude, por razones ajenas a mi voluntad. Alguna vez hablé contigo por teléfono, pero no fue la conversación profunda que hubiera deseado.
Me queda la satisfacción que siempre que estuvo a mi alcance, escribí sobre ti y tu hijo. La última vez, El día que murió Zapata. En mi blog queda el testimonio del martirio durante los siete años que Zapata pasó en prisión.
Te vas de la isla arropada por familiares cercanos. A tu edad, se pudiera pensar que vas a disfrutar de un poco de tranquilidad, esa que no te has tenido desde que Orlando fue arrestado, en marzo de 2003. Eres una cubana de a pie, pero no común y corriente. Y desde el exilio, tu voz se seguirá escuchando, como si siguieras allá, en tu Banes querido.
¡Ojalá que las cenizas que ahora te llevas a Miami no demoren demasiado tiempo en volver a Cuba, que es y siempre será, la patria de Orlando Zapata Tamayo y de todos los cubanos!
Iván García
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