Desde La Habana

Y dale con los nombres de algunos cubanos

Mi abuelas se llamaban Carmen y Andrea y mis abuelos, José Manuel y Rafael. Les pusieron nombres acordes a la época. Los tíos recibieron nombres comunes: Luis, Mario, Cándida, Teresa, María, Dulce, Agustín, Máximo, Adelaida, Victoria, Milagros, Lidia… La excepción fueron Avelino, ya en desuso, y Veneta, de origen italiano.

Con los hermanos, primos y sobrinos, la tradición empezó a cambiar: Tamila, Yaricel, Himely, Yuri, Yania, Mathew… De seis mencionados, tres se escriben con Y. Un boom que comenzó en los 70 y todavía continúa, al igual que los nombres de estrellas. El más popular, Maikel, por Michael Jackson, ídolo nacional.

Se ha vuelto común «nacionalizar» los foráneos. Así, a los Ricardo les dicen Richard; Billy a los Guillermo; Robert a los Roberto; Tony a los Antonio; Maggie a las Margarita y Elizabeth a las Isabel, entre otros. A mi hija le puse Melany, versión criolla del francés Mélanie.

Muchos padres optan por combinaciones como Sariman (Sara y Manuel), Leidan (Leida y Daniel), Franmar (Francisco y Marina) y Julimar (Julio y María), de un sinfín de posibilidades y que en ocasiones parecen marcas comerciales. No faltan quienes han querido ser más originales y han puesto a sus hijos el nombre al revés de uno de los progenitores: Legna (Ángel), Anele (Elena), Oiluj (Julio) y Otsenre (Ernesto).

Algunos rememoran personajes y conflictos en otras latitudes: Lenin, Yasser, Indira, Hanoi, Libia, Nairobi, Namibia… Son geográficos: Israel, Argentina, África, Asia, América… O planetarios: Luna, Sol, Venus…

Las telenovelas han influído también. En 1984, cuando se estrenó el serial brasileño Una mujer llamada Malú, a numerosas niñas (y también a perras y gatas) les pusieron Malú. A otras, apodos del culebrón de turno. Como a Dondita, una muchacha que en su barrio nadie sabe su verdadera identidad.

Aunque en Cuba se puede acudir al registro civil y tramitar el cambio de nombre, a quienes no les gusta el puesto por sus padres, suelen cambiárselo por su cuenta, sin perder tiempo en el papeleo. Es el caso de Yanet, que detesta el Yanci de la Caridad con el cual aparece registrada. Cuando cambiaron al cartero, el nuevo no sabía que la correspondencia dirigida a Yanet era para Yanci.

Entre los deportistas nacidos a partir de los 80 abundan nombres con Y: Yan, Yipsi, Yadel, Yumisleidys, Yoroemis, Yunel, Yoennis, Yargelis, Yannelis, Yunidis,Yeimer, Yuniseski, Yuriorkis, Yormani, Yoerkis… Y unos cuantos raros: Jonder, Dayan, Level, Vismay, Gelkis, Uziel, Erislandy, Salatiel, Vicyohhandri, Osbiel, Roidel, Asniel, Edisbel, Leovel, Mijaín, Idales, Eglys y Arasay, entre otros seleccionados al azar de una larga lista.

En 2004, en el periódico Juventud Rebelde, ponían el ejemplo de Rayni Rodríguez, entonces con 11 años, cuyos padres le pusieron así porque nació una madrugada lluviosa: Rayni es una variante de Rain, lluvia en inglés. El niño confesó que le hubiera gustado llamarse David, por Bisbal «un cantante que admiro mucho».

En ese reportaje se mencionaban otros casos de cubanos con nombres inusuales: Evergreen, Mylady, Sugarcandy, Geisha, Danger, Alien y Usnavy. Tal vez ninguno tan estrambótico como Yunaiestei. Sólo le faltó agregar «of America».

Iván García

Foto: Yargelis Savigne (Guantánamo, 1984), medalla de oro en triple salto, Mundial de Atletismo Berlín 2009.

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