Desde La Habana

Una feria de lienzo y cartulina

Dicen los estudiosos que el socialismo real tiene una predisposición natural para tachar la realidad. O deformarla. Para borrar las huellas de los episodios que le ponen luminosidad a las oscuridades de sus esencias. Y dicen los sabios que la tecnología y el desarrollo han desarmado el aparato antediluviano con el que tratan de que se vea un jardín donde lo que hay es un hombre atrapado bajo el sol a plomo de un solar yermo.

Ahora mismo, esa maquinaria que perdió el resuello, funciona a todo vapor en Cuba para que el centro de atención se desvíe hacia el proceso de desinflar las plantillas estatales, imponer impuestos hasta por una mirada y eliminar la libreta de racionamiento después de 48 años. Dejar sin trabajo, de un mes para otro, a medio millón de empleados se vende por los propagandistas y sus secuaces en el exterior como un gesto audaz y eficiente del régimen para comenzar a sanear la economía arruinada.

En este obsceno capítulo de enmascaramiento entra una lista de licencias para que los hombres y mujeres sacados a la calle se refugien en el universo siempre frágil del cuenta propia. Ahí están los oficios (124) destinados a los márgenes de la sociedad presentados con lujo de detalles y aclaraciones que ponen las barreras para que no tenga entrada la ilusión de una mejoría en la calidad de la vida diaria.

El inventario viene ya con sus impuestos pegados en el sello de autorización y, para muchos cubanos, se trata nada más que de darle un viso legal a unas labores que había que realizar a riesgo, con cortinas en las ventanas, inventos criollos y un servicio perfecto de simulación. La mayoría seguirá en lo suyo, en la misma contienda por vivir, sólo que ahora unos pesos sacados de la faena conseguirán que el Estado los bendiga.

Esta es una película que ya se ha visto en Cuba antes, cada vez que la penuria, la desesperanza y el abandono toman con desgano y resolución las soberanías de los grandes sectores de la población.

En el empeño de alterar el pulso del día a día de los ciudadanos circula otro directorio. Este tiene un follaje diferente. Es una memoria con propuestas al gobierno de Estados Unidos. El documento, independientemente de sus intenciones políticas y su devoción por el dinero de los posibles turistas norteamericanos, es un velo áspero y abundante que sirve para propios y extraños se pongan a mirar para una dirección determinada.

Los expertos en nubes pasajeras quieren poner los puntos cardinales de este tiempo en los campos de golf para viajeros. En terrenos y casas, en sitios privilegiados para millonarios. Paisajes puros y vírgenes, muy lejos de las cárceles donde están desde hace siete años y cinco meses Oscar Elías Biscet, Guido Sigler Amaya, Librado Linares, Pedro Argüelles, Arnaldo Ramos, Héctor Maseda, José Daniel Ferrer, Angel Moya y otros presos políticos que no quieren emigrar. Quieren ser libres en su país.

Ellos y las Damas de Blanco están en esa plaza y están los opositores pacíficos y los periodistas independientes, los blogueros y los artistas contestatarios. Ya no hay posibilidad de dejarlos fuera del escenario. Y mucho menos de borrarlos.

Raúl Rivero, El Nuevo Herald

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