Tender puentes

Una canción pegajosa de un salsero cubano en su estribillo pide hacer un puente largo entre La Habana y Miami. Puede que en un futuro no lejano los ingenieros y arquitectos contemplen esa posibilidad.

La llamada Ciudad del Sol parece un apéndice de América Latina. En broma, en la isla se dice que en el próximo Congreso del Partido Comunista, previsto para abril del 2011, se va a designar a Miami ‘una nueva provincia cubana’.

En la Florida viven más de 800 mil cubanos. Número de habitantes superior al de diez de las catorce provincias de la isla. Mientras los políticos de Cuba y Estados Unidos siguen con su lenguaje de guerra fría, la gente sencilla, músicos e intelectuales, han roto diques que unas décadas atrás eran terreno minado del gobierno de los Castro.

En La Habana es noticia cada vez que importantes músicos aparecen en programas humorísticos o de debates en Miami. Gracias a la ilegal antena satelital, por la cual las familias pagan el equivalente a 12 dólares al mes, se sabe que orquestas de pegadas como Adalberto y su Son, La Charanga Habanera, Bamboleo o los cantautores Silvio Rodríguez y Amaury Pérez, entre otros músicos, han participado en programas televisivos al otro lado del charco.

Espacios conducidos y dirigidos por destacados humoristas y presentadores como Alexis Valdés o Carlos Otero, quienes hace un tiempo decidieron emigrar. Unos años atrás, por hablar en público o privado con cubanos ‘desertores’ te marcaban con el cartel de “traidor a la patria”.

La política de tender puentes no es aplaudida por todos los cubanos de una y otra orilla. En Miami, compatriotas que han sufrido los tifones de la política radical de Fidel Castro, han quemado o propinado hachazos a discos de músicos de la isla que actúan en la Florida.

Puedo entender su dolor. Sé lo duro que es el exilio. Tengo mi familia y amigos lejos. Conozco testimonios de primera mano, de lo riguroso de las cárceles para quienes han disentido públicamente. Pienso en los cientos de fusilados por el régimen en los primeros años de revolución.

Todo eso ocurrió y no se puede tirar al cesto. Pero debe haber un antes y un después. Un punto de giro en la manera de razonar. Intentar diálogos, no monólogos. El odio afecta la lucidez. También en Cuba hay talibanes ideológicos. Y llevan razón los que piden a gritos que el intercambio cultural fluya en ambas direcciones.

El gobierno cubano patalea cuando a un intelectual, académico o músico, las autoridades estadounidenses le niegan la visa. Claro que está mal. Como pienso que es una burla cruel tener a Cuba entre los estados que practican el terrorismo. Pero Castro también es intolerante.

No veo la hora de que a Willy Chirino o Gloria Estefan se les permita cantar en La Habana. Las autoridades cubanas debiesen pedir disculpas con la cabeza gacha y construirle un mausoleo a esa gigante de la guaracha que fue Celia Cruz, censurada por los medios nacionales.

Antes de charlar de democracia o qué sociedad queremos los cubanos en el futuro, los hermanos Castro deben abolir el perverso permiso de entrada y salida al país a las personas nacidas en Cuba.

Los políticos dictan leyes y decretos que luego les queman las manos. Se convierten en boomerang. No se puede dividir lo que está unido. Y los cubanos todos, vivan donde vivan, nacieron de una misma patria. Gústele o no a los dinosaurios de la guerra fría.

Iván García
Foto: Cubanos bailan con Adalberto Alvarez y su Son en La Casa de Tula, en Miami.