Desde La Habana

Ser negro en Cuba


Pasada las once de la noche, en la intersección de la Avenida Acosta y Calzada 10 de Octubre, un camión policial detenía al bulto a todas aquellas personas que cargaban mochilas o bolsos de mano. Dentro del vehículo se encontraban detenidos y esposados siete jóvenes negros, quienes con la mirada perdida indagaban el motivo de su detención.

El teniente Delfín Carneado no supo dar una respuesta certera. “Cállense”, fue lo que atinó a decir. Un mulato enclenque con un afro y varios pulsos verdes y amarillos en su muñeca izquierda, deseaba saber si la causa de ser sospechoso de algún presunto delito era el color de la piel.

El teniente Carneado lo miró fijo, y sin inmutarse le contestó “Yo no soy un estudioso, pero la mayoría de los rateros son negros”. En algo lleva razón el teniente. Según fuentes fiables, el 88 por ciento de los presos por delitos comunes en las cárceles cubanas, son negros o mestizos.

El Ministerio del Interior nunca ha publicado estadísticas sobre la cantidad de presos comunes que existen en la isla y su clasificación étnica. Si damos como válido un guarismo hace un lustro ofrecido por activistas de derechos humanos, en Cuba hay 100 mil personas tras las rejas.

Si el 88 por ciento de ellos son mestizos y negros, los números espantan. Entonces en las prisiones de la isla podrían estar desperdigados cerca de 88 mil cubanos descendientes de africanos. Los negros están involucrados en ocho de cada diez sucesos de sangre que terminan en muertes. Son también más proclives al hurto, carterismo, robo con fuerza y violaciones.

Claro, los de raza negra son los que viven en los peores barrios, en las casas más precarias y la mayoría proviene de familias desestructuradas. En un discurso pronunciado el 7 de febrero de 2003, Fidel Castro reconoció que la revolución «no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país».

Siete de cada diez gerentes de empresas importantes son blancos. En los altos cargos políticos, no llega al 10 por ciento la participación de los morenos. Poco les toca del pastel. Si damos crédito al último censo, de 2002, un 34 por ciento de cubanos son mulatos o negros.

Etnólogos y sociólogos consideran que esas cifras no son reales, y que la población negra y mestiza en Cuba ronda el 60 por ciento. Los números y la rutina ratifican por qué el pelotón policial que comanda el teniente Delfín Carneado, en altas horas de la noche detiene a un número considerable de hombres de piel oscura.

Es lo usual. Ante cualquier operativo o redada, los negros son los primeros sospechosos. Por eso el teniente Carneado no tiene respuesta para el joven con peinado afro, que desea saber si su detención responde a prejuicios. Quizás no sea un problema racial. Los hábitos, a ratos, son más fuertes que ciertas leyes.

Iván García

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