Desde La Habana

Salvar la tierra

Los líderes europeos, cualquier dirigente que quiera poner a su país en la vía definitiva del desarrollo, el progreso y la libertad, sólo tiene que solicitar la documentación y seguir con devoción y honestidad los acuerdos tomados por cuatro sabios latinoamericanos reunidos en la localidad boliviana de Tiquipaya.

Allí, hace unas horas, en la jornada de clausura de una cumbre social sobre el cambio climático, los presidentes Hugo Chávez y Evo Morales, el vicepresidente de Cuba Esteban Lazo (electo por el dedo unánime de Fidel Castro) y el comandante sandinista Tomás Borges, le dieron al mundo las claves para salir de la crisis económica y alcanzar, en un dos por tres, la felicidad colectiva y una razonable ventura personal.

Los representantes de esas naciones, integradas en el ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas), llamaron a sus colegas a elegir el socialismo como remedio para todos los males de los seres humanos y defender así a la tierra de los peligros que la amenazan.

El venezolano Chávez afirmó que socialismo o muerte es la consigna que debe impulsar la batalla diaria de los hombres en lo individual y en lo colectivo. Y es lo único que puede librar a la especie humana de su extinción. «Nosotros» -dijo- «derrotaremos ahora sí al imperialismo y al capitalismo y salvaremos la vida en este planeta».

Esteban Lazo, representante de un país gobernado hace 51 años por el socialismo que tiene 200 presos políticos en la cárcel y una libreta de racionamiento desde 1962, se limitó a felicitar a Evo Morales por su liderazgo mundial.

Desde Nicaragua llegó Tomás Borges para contarle a los hombres de buena voluntad que «las revoluciones en América Latina constituyen la tabla de salvación del género humano».

El presidente Morales fue el más claro: «Muere el capitalismo o muere la Madre Tierra». Para el boliviano la solución de los graves asuntos de la humanidad pasa por la implantación de estructuras socialistas en todos los países.

Hay que desmontar el poder del capital. Una fórmula chévere y viable. Nada más que dos categorías de hombres y mujeres: los jefes comunistas con sus sirvientes, y los otros.

Raúl Rivero

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