Desde La Habana

¿Qué opinan disidentes cubanos sobre Díaz-Canel?

¿Qué opinan disidentes cubanos sobre Díaz-Canel?

Manuel Cuesta Morúa, 55 años, licenciado en historia, de la raza negra, estatura promedio y complexión delgada, probablemente sea uno de los disidentes cubanos con mayor capacidad intelectual.

Morúa propone una narrativa política desde la socialdemocracia. Ha activado diferentes estrategias, intentando encontrar un espacio legal que le permita legitimar sus proyectos. La autocracia verde olivo se lo ha impedido. Se considera un hombre de izquierda y desde esa perspectiva articula su discurso.

La llegada al poder en Cuba de Miguel Díaz-Canel, 58 años, oriundo del poblado de Falcón, municipio Placetas, provincia de Villa Clara, a poco más de 300 kilómetros al este de La Habana, sitúa en el mismo contexto a cubanos nacidos después del triunfo de la Revolución y que por diversos criterios comenzaron a disentir del socialismo marxista, antidemocrático y totalitario que instauró Fidel Castro.

Esa generación de corta y clava va quedando atrás. En el actual escenario político nacional, las voces más elocuentes, tanto las oficiales como las disidentes, nacieron en plena Guerra Fría, vivieron la caída del Muro del Berlín y la desaparición de la antigua URSS, bastión del comunismo mundial.

Esa disputa dialéctica, desde luego, no se va resolver a tiros. El sistema tendrá que reinventarse, desatar las fuerzas productivas y confiar en el trabajo privado si quiere llevar suficiente prosperidad a millones de cubanos frustrados por unas condiciones de vida precarias y un futuro entre signos de interrogación.

Alguna vez Díaz-Canel, Manuel Cuesta Morúa, Luis Cino, Ángel Moya o la economista Martha Beatriz Roque Cabello estuvieron en la misma trinchera. Por criterios propios, dejaron de aplaudir a Fidel Castro e iniciaron un largo y arduo camino en pos de instaurar en su patria una sociedad democrática.

Para Morúa, la transferencia del poder a Díaz-Canel, “tiene varias lecturas, todas interesantes. El cambio generacional, no importa el rostro que tenga, pone a la sociedad con un nivel más igualitario frente al poder”, señala y añade:

“Ahora solo queda hacerle demandas. Díaz-Canel es un presidente mediatizado. Nace con poca legitimidad. No la tiene histórica, ni tiene el aval de las urnas. Todo el mundo en la calle dice ‘yo no lo elegí’. El gobierno cae en un error error al decir que las elecciones en Cuba son de segundo grado. Es inexacto. Son de tercer grado. Este presidente, de momento, no tiene programa. Aparece como una especie de clonación”.

Cuando le pregunto si considera que ya es el momento de la disidencia para cambiar de métodos y organizar una estrategia que llegue al ciudadano de a pie, Cuesta Morúa responde: “Creo que es hora de pensar más en política. Ofrecer una alternativa más clara. Es hora de subir la parada, pero en términos políticos”.

Al sur de La Habana, en Lawton, una barriada de casas bajas y calles empinadas, está enclavada la sede de las Damas de Blanco, grupo que surgió en abril de 2003, a raíz de la detención de 75 opositores. En su mayoría eran madres, esposas o hijas a quienes nunca les había interesado la política.

Su disputa contra el régimen era a favor de la libertad de sus hijos, maridos o padres injustamente encarcelados por Fidel Castro. Sus marchas de protestas, con gladiolos en las manos, eran reprimidas brutalmente por agentes de los servicios especiales y provocaron fuertes críticas de la opinión pública internacional al gobierno de La Habana.

Por primera vez, la dictadura de Raúl Castro, utilizando de mediador a la iglesia católica y la cancillería española, además de negociar la libertad de los prisioneros políticos, permitió que las Damas de Blanco tuvieran un espacio en la Quinta Avenida, Miramar, para que pudieran marchar y protestar pacíficamente.

Luego de la excarcelación de los 75 opositores, la mayoría se marchó de Cuba, y las Damas de Blanco siguen siendo ferozmente reprimidas y el castrismo les niega el espacio que una vez les concedió.

Su método de lucha son las protestas callejeras. Ángel Moya Acosta, 53 años, esposo de Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, considera “que la oposición política en Cuba tiene que enfrentar al régimen. Si queremos que el pueblo salga a la calle, además de hacer labor proselitista con la gente, la disidencia tiene que salir a la calle. Esto no es un problema de unidad: en Cuba, cambiar el sistema dictatorial, le pertenece a la oposición, y salvo excepciones, como las de UNPACU, el Frente Pedro Luis Boitel y el Foro por las Libertades, eso no está pasando. Lo demás son justificaciones para no hacer nada”.

Según Moya, la elección a dedo de Díaz-Canel se esperaba. “En Cuba nada va a cambiar. Puede que aumente la represión. En su primera intervención como presidente, Díaz-Canel apuntó que las decisiones trascendentales del país las tomaría Raúl Castro. Y terminó el discurso con las desfasadas consignas Patria o Muerte, Socialismo o Muerte, Venceremos. En la Isla todos saben que el poder real en Cuba lo sigue teniendo Raúl Castro”.

Luis Cino Álvarez, 61 años, una de las plumas más sólidas dentro del periodismo independiente, “no espera ninguna reforma política del gobierno de Díaz-Canel. Si acaso, leves parches en el tema económico. Lo que viene ya lo ha dicho: más socialismo y continuar con la política de Fidel y Raúl Castro. Inmovilismo en estado puro. Creo que es el momento de que la disidencia organice una mejor estrategia para enfrentar al régimen”.

Martha Beatriz Roque Cabello, 71 años, economista, piensa “que Díaz-Canel es una persona que tiene muchas ínfulas. Realizó una reunión del Consejo de Ministros que era ilegal, pues él dijo que se aplazaba la conformación de ese Consejo para el mes de julio. Díaz-Canel se siente muy cómodo para gobernar. Y eso no es positivo. Todos los presidentes del mundo, cuando gobiernan, siente tensión por las múltiples demandas de los diversos sectores de la sociedad”, subraya y agrega: “La disidencia cubana ha tomado una senda equivocada. Debiera tomar el camino del pueblo, pero cada vez se aleja más de la gente”.

Si en algo coincide la fragmentada disidencia local, es que con el gobierno de Miguel Díaz-Canel se inicia una etapa trascendental. Y ante sí tienen dos disyuntivas: o busca convocar a miles de ciudadanos que exijan democracia, o la autocracia verde olivo celebra el centenario de la revolución de Fidel Castro con un desfile militar en la Plaza.

Iván García

Foto: El lunes 22 de marzo de 2016, durante su visita a Cuba, el presidente Barack Obama se reunió en la Embajada de Estados Unidos en La Habana con un grupo de disidentes cubanos, entre ellos Manuel Cuesta Morúa y las periodistas independientes Miriam Leiva y Miriam Celaya. Tomada de Cubanet.

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