Desde La Habana

Nuevo curso escolar en Cuba: maestros esperan aumentos salariales

La Ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, pretende darle un vuelco de 180 grados a la corrupción y el fraude académico en las escuelas cubanas.

En su periplo por varias provincias, para chequear los preparativos del nuevo curso escolar, el 2 de septiembre, Velázquez destacó el “alto compromiso social de maestros y profesores» en el enfrentamiento de ilegalidades y hechos de corrupción».

Habló de reforzar la confianza de las familias en el sistema educacional y enfrentar de manera consecuente “el fraude escolar y otras distorsiones más sutiles y nefastas”.

Se requiere de gran habilidad política y oratoria para analizar el entorno que desde hace años afecta a la educación en la isla, sin mencionar los bajos salarios devengados por los maestros.

Como siempre sucede en Cuba, se debe separar la demagogia de la realidad. La complacencia de los funcionarios del régimen les hace padecer de una miopía incorregible.

Solo ven los logros. Que existen. Para ser un país pobre del Tercer Mundo, es loable contar con una enseñanza y sanidad pública gratuitas.  Quizás estemos mejor que Birmania o Haití, pero ha habido un retroceso cualitativo en los sectores que una vez fueron vitrinas de la revolución.

Hay escuelas, pero faltan buenos maestros, el material docente debe ser reciclado, la merienda escolar en primaria desapareció y el almuerzo a los alumnos seminternados es un bodrio.

No hablemos ya de la extrema politización y contenido ideológico en diferentes materias y actividades extraescolares. Desde clases de cómo aprender armar un fusil AKM a recaudar dinero para las milicias de tropas territoriales.

Con demasiada frecuencia, al gobierno cubano   le gusta recordarnos la gratuidad de la educación y la salud. Son la piedra angular del modelo socialista de cara a la galería mundial.

Aunque se distorsiona la realidad. Y es que el Estado puede subsidiar la sanidad y educación gracias a los altos gravámenes de los salarios de quienes trabajan. Cuando en un país no hay que pagar un centavo por estudiar, ese ‘privilegio’ es costeado por los bolsillos de los contribuyentes.

Pero no es el caso de Cuba. Un porciento del sueldo ridículo de obreros y empleados, los excesivos impuestos a trabajadores por cuenta propia y las  comisiones impositivas de hasta el 300% en las ventas por moneda dura a las personas que reciben remesas, sufragan una parte importante del sistema educativo nacional.

Por tanto, todos aquéllos que de una manera u otra aportan a la sociedad, ya sea cortando caña o gastando los dólares recibidos de sus parientes en Miami, pueden y deben reclamar una mejor educación para sus hijos.

Desde hace una década, la calidad de la enseñanza primaria, secundaria y preuniversitaria  anda en franco retroceso. Debido a los bajos sueldos y al poco reconocimiento social, muchos  maestros se van a trabajar como maleteros en hoteles cinco estrellas o elaborando frituras en un timbiriche callejero.

Es inconcebible que un policía o un oficial de las fuerzas armadas gane cerca de 900 pesos mensuales, sin contar las facilidades para adquirir alimentos, productos de aseo y ropa a bajos precios y pueda alojarse en villas exclusivas  de recreo, mientras un profesor de secundaría devenga de 350 a 400 pesos al mes.

El magisterio en Cuba es una profesión que se cotiza a la baja. No resulta atractiva para los futuros universitarios. Cuando no queda otra opción, o en el caso de los varones para eludir el servicio militar, los jóvenes estudian pedagogía.

El nuevo curso escolar comenzará el lunes 2 de septiembre con escuelas que recibieron una mano de pintura barata. Muebles y ventanas remendadas y familias que deben planificar un dinero extra para las meriendas de sus hijos. Créanme, no resulta fácil garantizar cinco meriendas semanales. Los niños cargan mochilas con alimentos como si fuesen alpinistas.

Otro problema es el uniforme escolar. Algún sádico burócrata ordenó que cada dos cursos se otorgue un uniforme por alumno. Ya podrán imaginarse. El torpe tecnócrata no pensó que en su etapa primaria, los menores crecen vertiginosamente. Tampoco que debido al calor y el descuido típico en esas edades, regresan a casa con el uniforme hecho un asco.

La solución de las familias es comprar uniformes a 5 pesos convertibles en el mercado negro. No son los únicos gastos familiares.

En caso de tener profesores mediocres, algo ya habitual en la enseñanza primaria y secundaria, se necesitan 10 pesos convertibles mensuales, para pagar a un maestro jubilado que repase al muchacho en horario extraescolar.

Mientras la Ministra de Educación sigue su hoja de ruta a lo largo del país, chequeando los preparativos del próximo curso escolar, los maestros esperan que un funcionario se acuerde de ellos y les anuncie una subida salarial.

Ser maestro sigue siendo la profesión peor remunerada en Cuba.

Iván García

Foto: Tomada de Cubanet.

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