Desde La Habana

Monedas y deseos por el cumpleaños de La Habana

Después de franquear un portón de hierro negro, cientos de habaneros, turistas y religiosos, con calma esperan dar tres vueltas a una añeja ceiba, lanzar un puñado de monedas en sus raíces y en voz baja pedir deseos o hacer promesas.

Es el ritual con que todos los 16 de noviembre se celebra el aniversario de La Habana. Esta ciudad húmeda, caliente y bullanguera ya tiene 491 años. Con sus calles rotas y el agua potable perdiéndose a mares por el deplorable estado de las conductoras. Con una pésima infraestructura y un transporte urbano que es una calamidad.

Pese a todo esos desastres, la capital cubana tiene en la ceiba ubicada en El Templete su ícono real. Todo buen habanero alguna vez en su vida la ha visitado. Justo frente al antiguo Palacio de los Capitanes Generales, a un costado del Castillo de la Fuerza y el hostal Santa Isabel.

Muy cerca de la Catedral y de la Bodeguita del Medio con sus frijoles negros para chuparse los dedos, la ceiba habanera por estos días recibe a miles de personas que anhelan una mejor suerte para su ciudad. Y casi en un rezo suplican a su Dios, católico o yoruba, que les traiga mejoras a sus vidas.

A la ceiba del Templete la gente no acude por convocatorias estatales ni a escuchar discursos inflamados. No. La gente va por impulsos genuinos y naturales. Aquí por unos minutos se echa a un lado la careta de la mendacidad y la mojigatería. Se olvidan las consignas y los clichés partidistas. Mientras se dan las tres vueltas, se aparcan enemistades y odios.

Todas las ciudades, tienen sus himnos, canciones y santuarios. En la parte antigua de esta Habana mestiza de Joseíto Fernández y su famosa Guantanamera; del magistral Bola de Nieve y de políticos humanistas como José Martí, hay una ceiba histórica aguardando por sus deseos y monedas.

Iván García

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