Desde La Habana

Mao, la URSS y Cuba

Una de las tantas vallas con consignas que se pueden ver calles y carreteras cubanas. Tomada de ABC.

Los líderes comunistas de este tiempo no son lobos solitarios que fracasaron en la construcción del socialismo y se dedican a arañar las estructuras del capitalismo para sobrevivir.

No, ellos funcionan como una hermandad de diosecillos, tienen sus fragilidades y simpatías y no olvidan a sus compañeros de batallas que siguen al frente de arruinadas dictaduras del proletariado. Rusia y China se lo demuestran ahora a Cuba.

Los hijos, los nietos, la parentela y los militantes de las pandillas que trataron de gobernar el mundo en el siglo pasado mediante el uso generoso del hambre y los tanques de guerra, están listos para ayudar a sus camaradas del Caribe a insertarse en el universo del capital y los negocios, con las banderas del partido desplegadas en las antenas de los Mercedes Benz.

Los han hecho esperar, los tuvieron confundidos y trémulos al vaivén de las torpezas de Nicolás Maduro, al extremo, que el grupo de poder en Cuba tuvo que salir a anunciar grandes cambios, retrocesos políticos desde su óptica, para que la Unión Europea, con España en primera línea, le enviará inversores, gente con dinero con quien repartirse los recursos del país.

Pero la familia ha regresado. Sin himnos ni consignas radicales, con el tiempo contado y unos maletines de piel donde llevaban la salvación.

Vladimir Putin estuvo 12 horas en La Habana, se retrató con Fidel Castro y firmó un contrato para modernizar el sistema energético de Cuba que necesita cerca de 10 mil millones de dólares.

En marzo, el visitante fue el presidente chino Hu Jintao que suscribió 16 documentos de colaboración y tuvo un ataque de nostalgia por los discursos de su juventud: «Estamos dispuestos a trabajar junto a los compañeros cubanos por el tono y los contenidos crear un hermoso porvenir de la amistad y cooperación entre los dos países».

Putin llevaba una cartera especial en el viaje porque dejó en al aire también la posibilidad de que Rusia reabra la base de Lourdes, un centro de espionaje electrónico ubicada al sureste de la capital cubana, según medios rusos que citan fuentes del Kremlin.

Otra vez en los brazos cálidos de la familia, el gobierno de Cuba se siente fortalecido, en mejor posición para tender la mano abierta al extranjero y ordenar, al mismo tiempo, que se intensifiquen las palizas a las Damas de Banco y a los opositores pacíficos y que se persigan los activistas de derechos humanos como cuando la Unión Soviética y la China de Mao eran el provenir.

Raúl Rivero
El Mundo, 18 julio de 2014.

Foto: Una de las tantas vallas con consignas que se pueden ver calles y carreteras cubanas. Tomada de ABC.

Salir de la versión móvil