Desde La Habana

Los que no se quieren ir, serán los últimos en salir

Tal vez como castigo por su decisión de no marcharse de Cuba, los presos de conciencia de la Primavera Negra que han optado por permanecer en su patria serán los últimos del lote en salir de prisión.

Así lo informó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla en un intercambio con medios en Nueva York. Desconozco si en la estrategia concertada del ministro de exteriores español Miguel Ángel Moratinos, el general Raúl Castro y el cardenal  Jaime Ortega, ya se hubiera previsto que los “plantados” a no emigrar serían los últimos en ser excarcelados.

Hay también un inconveniente serio. Se rumora que los presos políticos que salgan en libertad los harán con “licencia extrapenal”, un término jurídico ambiguo, que ya ha sido aplicado a disidentes del Grupo de los 75 como Martha Beatriz Roque, Jorge Olivera y Oscar Espinosa Chepe, entre otros.

Dicha «licencia» le da carta abierta al gobierno. Y en determinadas circunstancias, podrían volver a la cárcel. Es un arma de presión que pende sobre las cabezas de los opositores y periodistas independientes liberados que permanecen en Cuba.

Me gustaría saber si en los planes del triunvirato de actores que negociaron la salida de prisión de 52 disidentes, estaba previsto que se mantuvieran en pie las «licencias extrapenales» a los opositores que no desearan marchar al exilio.

Fue una magistral jugada sicológica por parte del régimen. No es fácil para un grupo de hombres que han permanecido más de 7 años tras los barrotes de una celda, decir que no a la cordial llamada telefónica del cardenal Ortega, proponiéndoles que se pueden marchar voluntariamente a España en cuestión de horas, si lo desean.

Entre los negados a irse se encuentran Pedro Argüelles Morán, Oscar Elías Biscet, Arnaldo Ramos Lauzurique, Guido Sigler Amaya, Ángel Moya Acosta, José Daniel Ferrer García, Héctor Maseda Gutiérrez, Librado Linares García, Eduardo Díaz Fleitas, Félix Navarro Rodríguez, Iván Hernández Carrillo y Diosdado González Marrero.

Dentro del grupo de liberados y hasta la fecha desterrados (y de los cuales dos se encuentran en Chile y Estados Unidos), algunos deseaban permanecer en su patria y luego variaron su postura. Quizás presionados por sus familias o por el temor de que el gobierno, en cualquier momento, cambiara de opinión y no permitiera más salidas a España.

Ya se sabe cómo se las gasta el régimen. Son impredecibles. El humor de los hermanos de Birán varía de acuerdo a ciertos acontecimientos regionales y globales. Y la mayoría de los opositores encarcelados lo saben.

Ninguno de los que se han marchado, lo han hecho a gusto. Hubiesen deseado permanecer en sus provincias y seguir su labor pacífica o escribir sus puntos de vistas sobre la realidad dentro de la isla.

Transcurrido casi tres meses del comunicado del gobierno, donde se comprometió a liberar a los 52  reos de la primavera negra en un plazo de cuatro meses, es evidente que la estrategia fue tratar de que la menor cantidad de disidentes se quedara en el territorio nacional.

Son personajes incómodos. Mientras menos de ellos permanezcan en Cuba, mejor para los Castro.

Iván García

Foto: Pedro Argüelles Morán, el primer preso político que declaró que no se iba de Cuba.

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