Desde La Habana

Los hermanos Ferrer García

Marzo de 2003. Casi a las mismas horas en que los hermanos Miguel, Guido y Sigler Amaya eran arrestados en Pedro Betancourt, Matanzas, a 800 kilómetros de distancia, en Santiago de Cuba y Las Tunas, los hermanos Luis Enrique y José Daniel Ferrer García eran conducidos a la cárcel.

Si los Sigler tuvieron el más fuerte apoyo en su madre, Gloria Amaya González, fallecida en enero de 2010, los Ferrer lo tienen en sus esposas y especialmente en su hermana, Ana Belkis Ferrer García, quien en los últimos siete años ha tenido que desplazarse de un extremo a otro de la isla para visitar a sus hermanos.

Los nombres de José Daniel, condenado a 25 años, y Luis Enrique, a 28 años, aparecen en la lista de los 52 presos políticos que en un plazo de cuatro meses deben ser puestos en libertad, como resultado de las negociaciones entre el gobierno cubano, la iglesia católica y la cancillería española.

Antes de ser excarcelados, han sido trasladados de prisión y acercados a sus lugares de residencia: José Daniel, de Las Tunas a Santiago de Cuba, y Luis Enrique, de Santiago de Cuba a Las Tunas.

El 30 de junio, José Daniel recibió una inesperada visita en la prisión provincial de Las Tunas. Se trataba de Fernando Tamayo, alto oficial de la Sección 21 del Departamento de Seguridad del Estado. Tamayo le comunicó sobre los traslados de presos que se iban a producir, por las conversaciones de la iglesia con el gobierno.

Poco después, un grupo de psicólogos militares fue a su celda, para preguntarle cuáles eran sus planes, en el caso de que fuera liberado.

José Daniel les respondió que se dedicaría a la misma actividad que lo había llevado a prisión y a la cual sigue dedicándose desde la cárcel: la defensa de los derechos humanos y la lucha pacífica por el establecimiento de la democracia en Cuba.

No ha trascendido que a su hermano Luis Enrique lo hubiera visitado una comitiva similar de la Seguridad del Estado, para tantear sobre sus proyectos políticos y personales si fuera excarcelado.

Lo último que se supo de él fue que en la prisión de Boniato, Santiago de Cuba, donde en ese momento se encontraba, lo habían confinado a una celda de castigo, por supuestamente haber faltado el respeto a un carcelero mientras hablaba por teléfono, según denunciara su esposa, Milka Peña Rodríguez.

El 15 de junio de 2003, cuando Luis Enrique llevaba tres meses tras las rejas, Milka dio a luz una niña, María Libertad, que lleva siete años apagando las velas de la tarta sin la presencia de su padre.

Sus apellidos no son de abolengo en la isla de los Castro. Y en esas raíces españolas que casi todos los cubanos tenemos, a lo mejor en sus árboles geneaológicos se descubren antepasados ilustres, con heraldos y blasones.

Pero cuando se escriba la saga de la fatídica primavera de 2003, no faltarán los nombres de familias cuyos integrantes han dedicado los mejores años de sus vidas a conseguir el fin de la dictadura castrista y democratizar el país que les vio nacer.

Como los Sigler Amaya y los Ferrer García.

Tania Quintero

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