Desde La Habana

Las ‘jabas’ y el último chiste de Pepito

Un chiste de moda en La Habana, cuenta que la maestra le pregunta a Pepito, el clásico niño travieso de las bromas, en qué se diferencia un cubano de un español y de un americano. Sin pensarlo dos veces, Pepito responde:

-El español cena tarde, come jamón y le gustan las mulatas. El americano da buenas propinas, masca chicle y si no estás de acuerdo con él, te lanza un misil. Y el cubano se la pasa hablando mal de Fidel, pensando cómo robar en su puesto de trabajo y en el bolsillo siempre lleva una ‘jaba’ de nailon para guardar lo robado”.

Sin exageración, Cuba es uno de los países del planeta que más utiliza las ‘jabas’ o bolsos. Ya sean de nailon, papel o tela. Da igual. Es difícil que un cubano salga a la calle sin la dichosa ‘jaba’.
Cualquier momento es propicio. Hay que ser previsor. Si vas al centro o a las afueras de la ciudad, la esposa te dice: «Lleva una ‘jaba’, por si encuentras arroz o tomates rebajados».

No cargar ‘jabas’ es sinónimo de desaprovechar la oportunidad de comprar piñas, naranjas o guayabas recién descargadas por un camión procedente de Jagüey Grande. Corres el riesgo de caminar desesperado de un lado al otro y no encontrar a los habituales ancianos que venden ‘nailitos’, a peso cada uno (0.05 centavos de dólar).

Vender ‘jabas’ es un negocio al cual se dedica mucha gente en la ciudad. Remberto, 75 años, jubilado,  compra un centenar de jabas por 40 pesos (1 dólar con 50 centavos) y luego las vende a ‘caña’ (un peso). En cada lote gana 60 pesos.

Negocio redondo. Aunque tienen que estar con los cincos sentidos, mirando si no se acercan inspectores estatales y policías. Además de decomisarles las ‘jabas, les imponen multas de 120 pesos (5 dólares), una barbaridad para un  jubilado.

“La policía es un problema. Pero lo más grave es la escasez de ‘jabas’, incluso en el mercado negro. Hace dos meses que el tipo que me las vende, robadas de una fábrica, me ha dicho que están parados por falta de materia prima. Me las estoy viendo negras”, dice Remberto, sentado en un portal cercano al destruído Mercado Único.

La escasez de ‘jabas’ de nailon afecta a los vendedores ilegales, casi todos viejos que intentan sobrevivir en las difíciles condiciones del socialismo isleño. Pero también es un dolor de cabeza para los compradores. Los bolsos de nailon también escasean en las tiendas por divisas. Las noticias son poco halagüeñas.

Una de las fábricas encargadas de elaborar ‘jabas’ en Cuba se llama Plinex. En 2010, sólo lograron el 5% de un plan previsto de 175 millones de unidades. Y desde el 23 de julio la empresa está cerrada. Sus 145 trabajadores están en casa, con el 60% de su salario.

Carlos, empleado de Plinex, no ve la hora de que arranque la producción de las necesarias ‘jabas’. “Tengo dos hijos pequeños y el dinero guardado ya lo gasté”. En un turno de trabajo, Carlos suele sacar y vender al por mayor, miles de ‘jabitas’ que le reportan 1,200 pesos diarios (50 dólares).

Uno de los motivos del cierre de la empresa es su insolvencia. Las deudas superan los 8 millones de dólares. Y las maquinarias están paradas por falta de piezas de respuesto. En la isla hay otras dos factorías de bolsos de nailon, pero su producción cancanea a ratos.

Cuando uno va de compras a los mercados por moneda dura, debe llevar ‘jabas’. Excepto en el Diplomercado de 3ra. y 70, Miramar y en los comercios situados en hoteles o zonas de embajadas. “Esta situación viene afectando las ventas. Al ver que no hay ‘jabas’, la gente decide no entrar”, acota Margot, dependienta de una tienda en la calle Obispo.

Según Cimex, una de las corporaciones que administra buena parte del mercado por divisas en el país, en el año 2000 la producción alcanzó 204 millones de ‘jabas’. En 2010 fue de 9,8 millones.

En los próximos meses, no hay señales de que la producción de ‘jabas’ de nailon se recupere. El cubano de a pie tendrá que seguir andando con mochilas y bolsos de tela. O hacer juegos malabares con los artículos en sus manos.
Cuba es un país repleto de anécdotas increíbles. Por eso Pepito, el chico travieso, siempre tendrá materia prima para sus cuentos.

Iván García

Foto: Luchi Tomario, Flickr.

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