Desde La Habana

La visita de Margallo a La Habana

Según ABC, el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, pidió que dejen regresar a la isla a los ex presos políticos que en 2010 fueron desterrados a España, permitan viajar al exterior a excarcelados del Grupo de los 75 y que Cuba ratifique los pactos internacionales firmados el 28 de febrero de 2008 en la sede de Naciones Unidas en Nueva York (se trata del Pacto de la ONU sobre Derechos Humanos, Económicos, Sociales y Político y el Pacto de la ONU sobre Derechos Civiles y Políticos).

Esas peticiones deben habérselas anotados en un papel: dudo que Margallo estuviera al tanto de tópicos que se encuentran entre las principales demandas de la disidencia interna. Al saber que el canciller español iba a hacer ‘peticiones desagradables’, Raúl Castro prefirió no recibirlo, reporta El País.

Es que el régimen lo que quiere es escuchar loas y leer editoriales como los del New York Times, cuyo editorialista se encontraba en La Habana y hasta visitó la redacción del diario Granma.

Quienes asesoraron a Margallo para que diera una conferencia sobre la transición española, creo que no dieron en el clavo. Porque la dio ante el cuerpo diplomático, funcionarios oficiales, residentes españoles y alumnos del Colegio Español de La Habana. En ese público, quien no era un hijito de papá, estaba al servicio del régimen o alguien a quien el destino de Cuba le importa un comino.

En todo caso, la charla del canciller español sirvió para tomar nota de lo que NO hay que hacer para que en Cuba haya una transición, a no ser dentro de la familia Castro. Sobre todo en la del general, cuyos hijos y nietos se han ido posicionando más que los del comandante, con un hijo fan del béisbol y el golf hijo y otro dedicado a la fotografía.

Es válido leer e informarse sobre las transiciones pacíficas en España, Chile, Sudáfrica, Checoslovaquia y Alemania, entre otros países. Pero Cuba es Cuba y el cubano es el cubano.

El cubano habrá dejado de ver por los ojos de Fidel Castro y su revolución, pero como cualquier otro ciudadano en el mundo, quiere tener un buen empleo y ganar un salario que le alcance para mantener a sus hijos y su familia. Vivir en una casa decente y cada día poder desayunar, almorzar y comer como dios manda. Tener un celular y un televisor de plasma, de vez en cuando ir a cenar a una paladar y hospedarse en un hotel. Y como ni ahorrando va a poder comprarse un auto nuevo, saca un pasaporte y paga los trámites para viajar a Estados Unidos, a ver a sus parientes.

Y todo eso desde que en 2006 Fidel Castro estuviera a punto de morir y nombrara sucesor a su hermano Raúl (formalmente fue elegido presidente el 24 de febrero de 2008), más o menos ahora los cubanos lo pueden conseguir, sobre todo a partir del aumento del trabajo por cuenta propia. Libertad, Democracia, Derechos Humanos, Transición… son palabras que estarán en la cabeza de los disidentes, pero no en la de la mayoría de los cubanos.

Al menos es la impresión que tiene una persona que de los 61 años que vivió en Cuba, los ocho últimos años los hizo como periodista independiente, reportando la realidad de su país. Realidad que en los once años que llevo viviendo en Suiza como refugiada política, diariamente sigo a través de internet.

Creo que a la gente en la isla no le importa demasiado si el gobierno es verde olivo, amarillo, gris o morado. O blanco, sin color. Siempre y cuando pueda ‘resolver’ y vivir mejor. Y todo parece indicar que los Castro, al mejor estilo de la ‘Ndrangheta italiana, han hecho un pacto para que su apellido sea sinónimo de poder en un siglo o más.

En mi opinión, la visita de Margallo a La Habana demostró que al PP, como al PSOE, lo que les interesa de Cuba es seguir manteniendo sus negocios y aumentar sus inversiones. Para no quedarse atrás el día que los americanos levanten el embargo, algo que se alejará bastante si los republicanos ganan las próximas elecciones.

En cualquier caso, más tarde o más temprano, el principal socio comercial y el principal inversor en una Cuba futura, que ojalá sea sin ningún Castro en el poder, volverán a ser los Estados Unidos.

Como siempre fue antes de 1959. Por geografía, es más rápido y barato el comercio con Estados Unidos que con Europa. Ya no estamos en tiempos de la colonia, cuando el puerto habanero se llenaba de barcos con suministros provientes de la metrópoli.

Tania Quintero

Foto: Margallo, muy sonriente y con un tirante al descubierto, conversa con Eusebio Leal, historiador de la ciudad, durante el recorrido que hiciera a sitios históricos de la Habana Vieja. Tomada de El Heraldo de Aragón.

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