Desde La Habana

La prensa que no dice nada

El espectacular y conmovedor rescate de 33 mineros chilenos sepultados a 632 metros bajo tierra durante 70 días fue una noticia más en los medios oficiales cubanos.

En la página digital del rotativo Granma -el principal de la isla-  en su edición del 14 de octubre, la noticia ocupó el lugar 16 en importancia. Los cintillos en primera plana eran para la cuarta entrega de las reflexiones de Fidel, “El imperio por dentro” y las ofrendas florales enviada por los hermanos Castro al exguerrillero salvadoreño Shafik Handal.

Más destacado que el notición de los mineros en la base La Esperanza, era el aumento de la inflación en España, la visita del autócrata venezolano Hugo Chávez a Rusia y una infomación nacional, curiosa y exótica, de que las vacas que fueran a sacrificarse al matadero no debían estar bajas de peso.

Entre los más de 2 mil periodistas de 300 medios que cubrieron el acontecimiento en Chile, ninguno de la prensa oficial. A pesar que hay corresponsales cubanos en Venezuela, Ecuador o Bolivia, relativamente cerca del epicentro noticioso del momento.

La pálida cobertura informativa no es imputable a los jefes de redacción de los diferentes medios del régimen. En Cuba los encargados de seleccionar qué es importante o no, son los mandarines del truculento departamento ideológico del partido (DOR), quien a su vez, reciben en no pocas ocasiones las orientaciones personales de Fidel Castro, el editor real de la mediocre prensa nacional.

Son muchos los hilos y resortes para subir o bajar de categoría una noticia en la isla. La primera es la afinidad política. Si la reseña es sobre algún país  “amigo” entonces tiene destaque.

Recuerden que cuando éramos satélite de los soviéticos, los medios cubanos jamás alzaron la voz para denunciar las intervenciones militares en Praga 1968 o Afganistán en 1979.

Tampoco se dio cobertura a los sucesos de la plaza Tiannamen en China en 1989. Cero crítica a los discursos antisemitas de Ahmanideyad en el Líbano. Para Castro, el enemigo de su enemigo es su amigo.

Todo el arsenal de análisis, críticas y titulares destacados en la prensa están reservados para el eje de mal, Estados Unidos en primer lugar y la Unión Europea escoltándolo. Cualquier gobierno que ose criticar el estado de cosas en Cuba es marcado con tinta y fuego por los censores del régimen.

A partir de ese momento empezarán a publicarse todas las manchas negras de ese país: violencia, desempleo, crimen organizado, corrupción…

El flujo informativo lo controla personalmente Fidel Castro. De ahí su poder. En el caso de los mineros chilenos, una noticia químicamente pura, con un montón de historias por contar, se le rebajó a reseña intrascendente quizás porque el presidente Sebastián Piñera ha desacreditado abierta y públicamente a Castro.

Tampoco era sano mostrar en la prensa nacional cómo en una sociedad capitalista también funciona la solidaridad humana, algo que el gobierno cubano considera coto exclusivo de los sistemas marxistas.

En Cuba, las noticias importantes necesitan la aprobación de altas figuras del partido o de Fidel Castro. Son los dueños.

Iván García

Foto: stereosimo, Flickr

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