Desde La Habana

«La Cuba actual no es la Cuba de los 80», dicen cuentapropistas

"La Cuba actual no es la Cuba de los 80", dicen cuentapropistas

Mientras camina entre tarimas de planchas metálicas y techos de lona, con dependientes que vocean utilizando sus dos manos como amplificadores, “vaya, coge la buena carne” o “tú te lo pierdes, los mejores perniles de puerco se venden aquí”, Dani, 35 años, dueño de una cafetería al sur de La Habana, no desearía condicionar una futura negociación con funcionarios del régimen hablando de temas políticos.

“Bisnes son bisnes, men. Esta gente (el régimen) nos soporta, pero no nos tragan. Si además de tener la fuerza de su lado, te le pones zoquete y le exiges democracia y derechos humanos, se trancan como un candado. A ellos, hay que entrarle suave. Yo creo que ahora con Díaz-Canel, que por muy comunista que sea es de otra generación, se debe negociar en mejores términos”, supone Dani y sigue revisando una pieza de lomo de cerdo.

Más tarde, en la cocina de su casa, donde funciona la cafetería, prueba un trozo de masa frita y le dice al cocinero “tienes que sacarla más rápida del sartén, de lo contrario la carne se te seca demasiado”. Coge un vaso y prueba un poco jugo de guayaba y le dice a una empleada: “Luisita, el jugo te quedó cinco estrellas”.

Después, abre las neveras, mira la comida que le queda y mentalmente saca sus cuentas. Luego se sienta con una cerveza Cristal en la mano, baja la temperatura del aire acondicionado, y continúa disertando:

“La Cuba actual, no es la Cuba de los años 80. Ahora hay internet y el Estado es tan malo administrando los servicios que no les queda otra que abrir nuevos espacios. Nosotros -se refiere a un grupo de emprendedores- tenemos un sitio en Facebook bastante organizado. La ONAT (institución estatal que rige el trabajo particular) se ha sentado a hablar con muchos cuentapropistas y ha tomado nota. Eso puede que no signifique nada, pero antes ni te escuchaban y hacían lo que les daba la gana. Hay que esperar que salgan las nuevas regulaciones y se vuelvan a entregar licencias en los negocios que ahora están parados. Temeroso, el gobierno va a tratar de tener más control. Sin gritar, ni alterarse, cuando se hable con los funcionarios se les explica y se les demuestra que están equivocados. Creo que con el nuevo presidente habrá mayor receptividad. No porque le gusten los negocios privados, si no porque ahora mismo cómo está el país, no tienen margen de maniobra. Los cuentapropistas debemos presionar a Díaz-Canel para que instaure nuevas reglas de juego y la futura Constitución se reconozcan las pequeñas empresas particulares”.

Osniel, dueño de una paladar y dos cafeterías no es tan optimista, pero coincide con lo planteado por Dani, de que “es el momento de hablar claro con el gobierno. ¿Por qué no se puede tener más de una licencia? ¿Cuál es la cifra de dinero que el Estado considera rico? ¿Por qué no podemos importar alimentos e insumos? Son muchos temas a discutir. Estoy de acuerdo que el pago de impuestos es sagrado, pero se deben pone aranceles reales, no utilizarlos para impedir que los negocios crezcan, pues entonces se propicia la doble contabilidad y el robo. También apruebo que los emprendedores ayuden a la comunidad. Cuando se hacen actividades en la escuela que queda cerca de mi restaurante, les mando bocaditos y dulces. He ayudado a familias de mi cuadra a pintar sus casas, también a arreglar la calle y el alumbrado de la cuadra. Se puede avanzar, si existe buena voluntad, por el bien del país y el consumidor”, acota Osniel y agrega:

“A mí Díaz-Canel no me da buena pinta. Parece un mediocre, pero es el que tenemos. Se debe exigir al gobierno que, de una vez y por todas, abra un mercado mayorista, pues al subir los precios de los alimentos en el mercado minorista, y el mercado negro, donde compramos los dueños de negocios, automáticamente suben los precios de los alimentos. En caso de no poder crearlo por falta de recursos, que autorizan la importación de alimentos. Si lo hacen, y Estados Unidos lo permite, la cantidad de comida que se compra en Miami sería tremenda. El Estado debe entender, y no es una amenaza, que si siguen poniendo frenos, la gente hará las cosas por la izquierda”.

No todos los negocios son rentables como los dedicados a la gastronomía, transporte, peluquería y hospedaje. Según Eduardo, economista, “entre un 10 y 15% del medio millón de trabajadores privados, han acumulado dinero suficiente para resolver sus necesidades materiales e incluso han ahorrado para invertir y mejorar sus negocios. Es la dinámica de cualquier empresa particular: crecer, expandirse y apostar por la excelencia. Si el gobierno intenta pararlos, se deprime un sector con una mano de obra que gana cinco o seis veces más que el salario estatal. Lo más práctico es adecuar los intereses del Estado con los deseos de la población y las aspiraciones de los dueños de negocios. Pero tengo mis dudas. El gobierno cubano nunca ha sido conciliador y no ve con buenos ojos el empleo particular. Díaz-Canel tiene una oportunidad de oro de sacar adelante una rama económica que indudablemente beneficiará a la sociedad”.

Nora, dueña de una peluquería, “espera que el gobierno se comprometa a crear un marco jurídico que legitime a todos los negocios privados. Debe instaurarse un canal permanente de diálogo. Hablando la gente se entiende y se alejan los temores y prejuicios. Lo que hay que combatir es la pobreza, no a quienes hacen dinero y benefician a la sociedad”.

Numerosos emprendedores consultados opinan que las autoridades deben revertir el entramado productivo y acelerar una reforma salarial que permita a la empleomanía estatal -el 75% de la masa laboral en la Isla- ganar salarios justos.

Se deben cerrar empresas ineficientes, que son la mayoría, o privatizarlas, permitirle mayor autonomía o crear auténticas cooperativas donde los trabajadores sean sus dueños.

En estos momentos en Cuba predomina la apatía y un porcentaje amplio de ciudadanos no creen que las cosas cambien y no pocos cuentapropistas consideran que llegó la hora de exigir un mejor trato. Habrá que esperar cuál es la voluntad del nuevo presidente.

Iván García

Foto: Tomada de Diario Las Américas.

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