Desde La Habana

«Hoy mi hijo estaría libre»

En plenas liberaciones de los presos políticos cubanos encarcelados en la primavera negra de 2003, es imposible olvidarse de Orlando Zapata Tamayo, para muchos el principal gestor, con su muerte luego de 86 días en huelga de hambre, de estas excarcelaciones.

Y quien mejor para hablar de él que su madre, Reina Luisa, una de las Damas de Blanco. Ella no ha dejado de padecer el acoso del oficialismo en Cuba y no olvida que su hijo podría haber estado en la lista de las liberaciones en este momento, pero a la vez está conciente de que este proceso, llámese avance en derechos humanos o herramienta política de los Castro, se da gracias al sacrificio de su hijo. El Colombiano habló en exclusiva con ella.

Reina Luisa, ¿cómo se siente cinco meses después de la muerte de su hijo?

-Cada día más repudiada, rodeada de sicarios que no me dejan salir a la iglesia. La barbarie con mi familia y con la oposición que viene a mi casa no para. Cierran la carretera y piden documento por documento e impiden la llegada de todos para que no me acompañen en la marcha de los domingos para pedir por los presos, por los enfermos y por el espíritu de mi hijo.

¿Cada cuánto va a la iglesia?

-Desde el asesinato de Orlando Zapata tratamos de ir a la iglesia los domingos, pero sólo nos han dejado ir cuatro veces. Cuando salimos de la iglesia decimos ‘Zapata vive’, tres veces. Una de esas ocasiones fui agredida en un brazo, lo tuve imposibilitado más de 20 días. Nos han agredido varias veces, nos amenazan. El 3 de abril una enfermera mandada por el Gobierno me amenazó y me golpeó con un tubo.

¿Siente alivio por las actuales liberaciones?

-Éste es un logro de mi hijo, que tanto luchaba por la libertad pacíficamente, luego de ser asesinado quitándole el agua, y también de Fariñas, que ha puesto su vida para que liberen a los enfermos.

-Ahora que los están liberando me siento contenta porque no quisiera que ninguna otra madre tuviera que pasar por el dolor que está madre ha pasado, es muy duro ver a un hijo siendo asesinado premeditadamente. Tuve que tener valor para ver a mi hijo deteriorarse.

-Después de la muerte de Orlando y de que acabaran con otro, como Sigler (Ariel, liberado hace dos semanas), puedo decir que quieren acabar con esta familia, con difamaciones en la prensa. Los Castro no pueden tener una imagen buena en el mundo porque ellos son asesinos.

¿Está de acuerdo con que los liberados sean exiliados en España?

-Hay dos miradas: no deberían salir del país, porque acá se lucha por la libertad y por la democracia, aquí queremos ser libres como en otros países. Pero bueno, no tienen otro remedio que salir, pues llevan siete años de torturas. Pero nadie tendría que verse obligado a salir del país. Lo que han pasado ellos no ha sido fácil.

¿Su familia se siente atacada?

-Yo tengo otros cuatro hijos, muy reprimidos y amenazados. El 26 hubo un enfrentamiento entre la policía y dos hermanas que venían para mi casa. Yo quedé con dos dedos descompuestos; a mi hijo, Israel, lo cortaron en un brazo. El 27 nos dejaron salir a la iglesia, por conveniencia, por la manipulación de las autoridades. Incluso, mi nieta de 11 años se colgó del cuello de un policía para salvar a mis hermanas. Mis hijos están amenazados.

-El que participa más conmigo es Daniel Mesa, un opositor que vive atrás de mi casa. Pero a las personas que quieren ir conmigo a la iglesia, la Seguridad del Estado no los deja llegar, los encierra, tapa la carretera, dañan la única entrada de mi casa.

¿Cómo le impiden salir los domingos?

-El Ministerio del interior y la policía nos cierran de seis a siete de la mañana. Cuando estamos listos para salir, ellos se reúnen y cierran el camino para que no podamos pasar. Me ofenden, me dicen negra de mierda, vendiste tu hijo, asalariada.

¿Cree que éste es un progreso en derechos humanos o una herramienta de Raúl Castro?

-El verdadero éxito sería que esa ley (la 88), por la que encarcelaron a todos estos hermanos, no tuviera validez, pues el Gobierno hoy puede liberar a los 52 presos y luego capturar a otros 70. En estos momentos salió en la prensa (local) que las Damas de Blanco le pagan 25 dólares a las personas por cada reunión que hacen. No sé por qué dicen eso, pues nosotras no tenemos prensa en Cuba, quisiéramos que por lo menos un día los medios de este país registraran lo que pasa con nosotras.

¿Qué dice la gente cuando ustedes marchan?

-La última vez que salí grité Abajo Fidel, Abajo los sicarios. El pueblo no dio un paso para avanzar, sólo dos personas dijeron «dónde están los revolucionarios para caerle a golpes». El pueblo tiene hambre, miseria y necesidad, en cambio ellos (los Castro) viven bien y lo tienen todo.

¿Cree que el mundo se olvidó de su hijo?

-Nunca podré pensar que el mundo se haya olvidado de mi hijo. Él abrió, con su luz clara y con el deseo que él tenía, un camino. Era un joven que no quería nada para él, sólo para su familia y para los presos. Su ansiedad era por el pueblo cubano, por todos los cubanos.

-El mundo ha hecho mucho y seguirá haciendo para que los Castro reconozcan que asesinaron a Zapata. Lo más duro es saber que en estos momentos a Orlando también le correspondía haber salido libre, pero estoy plenamente segura de que si no hubiera sido por la muerte de mi hijo los presos se hubieran muerto en las prisiones.

– Él (Raúl Castro) tiene que saber que esta madre, que esta familia, morirán de frente, morirán luchando por la libertad y por la democracia que tanto anhelaba Orlando Zapata Tamayo, que vive en todos los corazones del mundo y de toda la oposición interna de Cuba.

¿Cómo describe a su hijo?

-Era un luchador pacífico de los derechos humanos en Cuba, un joven albañil de 42 años. Un valiente que fue firme en los siete años de su prisión. Le llegaron a dar 57 años y seis meses. Sólo se alimentaba con los frijoles que sus familiares le llevábamos.

-Por eso lo asesinaron, porque no lo pudieron doblegar. Siempre decía «Abajo Fidel, vivan los derechos humanos, viva Pedro Luis Boitel (opositor que murió en prisión en 1972)». Y así murió, cuando le quitaron el agua.

¿Qué le dice al mundo?

-Nunca se olviden de nosotros, que estamos en peligro.

Juan Pablo Tobón Baena

El Colombiano

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