Desde La Habana

En auge los taxis clandestinos en La Habana

“Dios sabe lo que me cuesta mantener rodando el auto”, dice José, exdiplomático retirado desde 1994 y dueño de un Lada 2105 fabricado en Rusia a finales de los 80.

Cobra unos 350 pesos de jubilación que se evaporan al comprar tomates, arroz y frutas tropicales. Para buscar el  indispensable dinero extra, alquila su auto por 25 dólares al día a personas de confianza, sobre todo turistas extranjeros de paso por La Habana.

Rosario, su esposa, también se dedica al ‘invento’ (negocio). Vende tartaletas rellenas de coco. Así y todo, a fin de mes están con la soga al cuello. “Nosotros no tenemos parientes en Miami. Tenemos que jugar al duro”, comenta ella.

Cuando no tiene alquilado el coche, el propio José hace las veces de taxista clandestino. Es decir, por la izquierda, evadiendo el fisco. Suele arrendarlo a personas solventes del barrio para salidas nocturnas a cabarets o restaurantes por moneda dura.

Cuando su auto está de baja, ayuda a su mujer a preparar las tartaletas. Ni su mujer ni él pagan impuestos. “Si sacara la licencia tendría que trabajar todo los días. Prefiero ser taxista clandestino. Todo va para mi bolsillo”.

También Alicia, una cirujana con 15 años de trabajo, burla los impuestos. Los fines de semanas renta su auto a familias con dinero que deciden ir a la playa y otros centros de esparcimiento.

“Cobro más barato que los taxis estatales por divisa”, aclara. También al salir de las consultas o turnos de guardia, de regreso a casa, Alicia ‘botea’ (alquila) a las personas que sacan la mano y se dirigen en su misma dirección.

“No es mucho dinero, pero al menos me alcanza para la gasolina”, indica la cirujana, quien todas las noches reza a sus orishas para que la envíen a una misión médica en Sudáfrica.

Según Alicia, en Sudáfrica los médicos cubanos logran reunir una buena suma de dólares. “Si me otorgan el viaje, puedo comprar un auto nuevo y reparar a fondo la casa”.

A pesar de que el trámite para obtener licencias es rápido y sin muchas trabas, los dueños de autos prefieren alquilar por la izquierda. La poca cultura tributaria de los cubanos pudiese ser un argumento. José tiene otro: “Los impuestos son demasiados elevados. Si desde hace diez años alquilo el auto sin pagar licencia, no veo por qué tenga que hacerlo ahora”.

La cirujana Alicia aduce que ella no tiene tiempo para ejercer como taxista particular. “Aprovecho mis ratos libres. De cualquier manera, el gobierno no le paga a los médicos un salario justo”.

Aunque no se manejan cifras, son considerables las personas que mantienen negocios por debajo de la mesa sin pagar un centavo de gravamen. Se arriesgan a que les pille un inspector estatal. Pero en la isla suele practicarse el ojo por ojo: “Si el Estado me roba a mí, yo le robo al Estado”.

Iván García

Foto: loooquito, Panoramio. Parando taxis por la Calzada de 10 de Octubre, en La Habana.

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