Desde La Habana

DHL en Suiza no informa a sus clientes cubanos

El aluvión de publicidad con que DHL inunda el mundo, se refocila en decirnos que nos sitúan los paquetes en 72 horas a la puerta de la casa. Bueno, será para el resto del mundo. En Cuba por lo general demoran algo más. Y bien caro que hay que pagar sus servicios.

En primera persona he vivido como la firma líder de mensajería mundial engaña a sus clientes. Les contaré mi historia. Tengo una hija que el 3 de febrero cumplió 7 años. Con varias semanas de antelación, le encargué a mi madre que me comprara una muda de roja para el cumpleaños. Ella reside en la pacata Lucerna, ciudad suiza-alemana que nunca acapara cintillos en los medios internacionales.

Lo que aparentaba ser un trámite rutinario se volvió una odisea. Y esta vez la Aduana de Cuba no tuvo la culpa. Según Moraima Vargas Hernández, encargada del Departamento de Importaciones de DHL en La Habana, a la oficina de la multinacional en las afueras de Lucerna, por correo electrónico se le había comunicado “que para todo envío personal cuyo valor exceda los 100 dólares, el remitente debe adquirir una factura consular en el Consulado Cubano». Esa factura consular cuesta 210 francos suizos (unos 200 dólares). Y según en este documento se puede leer esa factura obligatoria, al margen del valor del contenido y peso del paquete.

En 2009, mi familia en Lucerna nos había hecho llegar cuatro paquetes por DHL. Para que DHL te envíe un bulto a Cuba, país ubicado en la Zona 2, el área geográfica más distante desde Europa, debes escoger una caja de los cinco tamaños que ellos gratuitamente te dan. Las tarifas desde Suiza hacia Cuba no son nada baratas: 155 francos suizos cuesta el paquete más pequeño y 320 el más grande (de 147 a 303 dólares).

El punto es que DHL en Suiza nunca le hizo saber a mi madre -quien ya cumplió 67 años y tiene que coger dos ómnibus hasta Dierikon, donde queda el punto de servicio en Lucerna, a unos 40 minutos de su domicilio-  que para enviar un paquete a la Isla, tenía que adquirir una factura consular en el Consulado Cubano en Berna.

No fue lo único. Además de esa violación flagrante de la firma de mensajería mundial, entró en escena la implacable maquinaria burocrática estatal cubana. Según la funcionaria Vargas, el plazo para realizar los trámites era de sólo 10 días hábiles, un tiempo demasiado corto comparado con los 2 meses otorgados por DHL para ese tipo de gestiones.

Acordé con mi madre que reclamara la caja y pagara el dinero que tuviera que pagar por recibirla de vuelta en su casa. Al vivir ella en un Estado de derecho, dispone de mecanismos para quejarse y hasta demandar al emporio internacional por desinformación.

Desde Cuba es perder el tiempo. En su afán de ingresar dinero en sus deprimidas arcas, el gobierno grava con altos impuestos cualquier transacción comercial o venta de productos. Sin contar que en la Isla, las leyes apenas protegen a los consumidores.

Para los Castro, los emigrados son una especie de vacas, mientras más las ordeñes y más divisas les saques, mejor. DHL, como casi todas las empresas transnacionales cuando de dinero se trata, son apolíticas e inescrupulosas. Y negocian con el mejor postor.

El gigante Google, ansioso por aumentar el número de usuarios, se ha establecido en China, nación donde se ejerce una fuerte censura y violador descarado de los derechos humanos. O la famosa Nike, que también en el gigante asiático ha instalado fábricas para producir a bajo costo, sin importarle que el gobierno chino paga salarios miserables y explota sin misericordia a los trabajadores.

Desgraciadamente, así actúan no pocas transnacionales. A ellos les interesa más el pastel del mercado que la ética y los principios. Negocian con tiranos o regímenes cerrados, sabiendo que en esos países se violan los derechos humanos y la libertad de prensa brilla por su ausencia. Cada vez es más evidente la contradicción entre los discursos de los políticos y el de los hombres de negocios.

A DHL le puede pasar factura hacer negocios con gobiernos como el cubano. Empleados de DHL en Suiza se mostraron alarmados cuando supieron que sus oficinas en La Habana cobraban 200 pesos cubanos por llevarte el paquete a la puerta de tu casa. Según hemos podido saber, la empresa DHL global, en todos los países donde operan, paga el combustible de los vehículos que entregan los envíos a las direcciones donde han sido destinados.

En ese tira y encoje, entre una firma que engaña a sus clientes y un gobierno que por cualquier transacción cobra altas sumas de dinero en divisas, mi hija Melany ya no podrá estrenarse en su cumpleaños la ropa que su abuela le compró. Por suerte, es una niña feliz. Ni DHL en Suiza ni la Aduana de Cuba le van a borrar su sonrisa traviesa.

Melany aún no entiende los mecanismos diabólicos establecidos en el país donde nació, para poner contínuas trabas al libre flujo de mercancías. Forman parte del embargo de los Castro hacia su pueblo. Tres veces más eficaz que el de Estados Unidos hacia Cuba.

Iván García

Foto: Avión de DHL en el aeropuerto de Basilea, cantón donde radica la sede de DHL en Suiza.

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