Desde La Habana

De lo macabro y lo indigno

No sé de quién fue la idea, pero no sólo me parece macabra, también indigna. Abrir una web dedicada a las huelgas de hambre en Cuba. Coger ‘para el trajín’ un recurso que en estos 51 años han usado los presos políticos cubanos para exigir que sus derechos sean respetados dentro de las infernales prisiones de la Isla. No comparto esa forma de protestar, pero la respeto, como ya hace unos días escribí.

Por exigir esos derechos, hace una semana murió Orlando Zapata Tamayo, a los 42 años. A consecuencia de la última huelga de hambre y por las anteriores, realizadas durante los siete años que fue maltratado, humillado y reiteradamente golpeado en todas las prisiones por donde pasó.

En estos días, por cierto, hemos dicho que Zapata Tamayo es el segundo prisionero político que moría por una huelga de hambre. Que el primero había sido Pedro Luis Boitel Abraham, en 1972.

Y no es cierto, por lo menos nueve cubanos más, murieron en las cárceles cubanas, en distintos años: Roberto López Chávez, Presidio Modelo, Isla de Pinos (1967); Francisco Aguirre Vidaurreta y Luis Alvarez Ríos, prisión El Príncipe, La Habana (1967); Carmelo Cuadra Hernández, prisión de La Cabaña (1969); Olegario Charlot Espileta, prisión de Boniato, Santiago de Cuba (1973); Enrique García Cuevas, prisión provincial de Las Villas (1973); Reinaldo Cordero Izquierdo, prisión Cinco y Medio, Pinar del Río (1973); Santiago Roche Valle, prisión Kilo 7, Camagüey (a mediados de los 70) y José Barrios Pedré, prisión Nieves Morejón, Sancti Spiritus (1977).

Pero una cosa es informar, recopilar datos, documentarse, investigar, y otra es el facilismo, el sensacionalismo, de aprovecharse de un tema que a casi todas las personas interesa, como es el de la muerte, sobre todo si uno expira tras un largo sufrimiento, mientras más agonía, mejor.

Esto no es cosa de juego. Esto es no película de los sábados, crónica roja o prensa rosa ni amarilla.

Detrás de la muerte de Zapata, Boitel y esos nueve o más cubanos que hayan fallecido por huelgas de hambre en estos 51 años, hay una cuestión fundamental, que es el respeto a los derechos humanos, de los encarcelados, por motivos comunes o políticos, y de los cubanos todos, al margen de ideologías.

Esto no es un asunto light, cool, para estar en la «onda» de lo que en estos momentos ha sido noticia, la muerte de un hombre tras 86 días de huelga de hambre. O de que hay otro cubano, Guillermo Fariñas, dejando de ingerir agua y alimentos. Y según él, quien más huelgas de hambre ha hecho en Cuba, a lo mejor logra un Guinness.

Fariñas es dueño de su cuerpo y de su mente y puede hacer lo que estime conveniente. Pero si tiene tantos deseos de morir, con una soga basta. Y le ahorra a su familia tantos días de incertidumbre. Por cierto, no entiendo cómo un padre con una hija de 8 años, quiera dejarla huérfana.

Los periodistas independientes Iván García y Laritza Diversent estuvieron el domingo 28 de febrero en Santa Clara y hablaron con Fariñas. Ok, bien. Se publicó en este blog. Pero de ahí a hacer un culebrón mediático con su debilitado organismo…

La muerte debería ser algo íntimo y sagrado. Pero desgraciadamente, vivimos en tiempos de Reality Show, de Facebook y Twitter, donde en cualquier momento se dedican a describir el color de sus heces fecales. A tanta gente comecatibía que existe hoy en el mundo no podemos seguirle la rima. Ni perder tiempo leyéndolos, y menos repercutiéndolos.

You Tube es otro sitio lleno de intrascendencias. Que más o menos se pueden aceptar siempre y cuando sean boberías. Lo malo es que va en aumento la tendencia a subir imágenes violentas y degradantes, sin contar las perversidades de pedófilos y pederastas.

Tampoco sé quién hizo esas fotos de los enfermos del Hospital Psiquiátrico fallecidos el pasado mes de enero en La Habana, ni quién fue el primero que las divulgó en la red. Porque es una falta de ética y de respeto, hacia esos infelices y hacia sus familias.

Y una verdadera desvergüenza para quienes a través de sus celulares y sus medios las están difundiendo, creyendo que están dando un ‘palo’ periodístico. Cuando es algo muy triste y doloroso. Y demuestra la falta de sensibilidad y compasión de quienes las divulgan y de quienes las miran.

Los cubanos, pensemos como pensemos y vivamos donde vivamos, no deberíamos contribuir a ese lado oscuro, macabro, indigno y perverso de internet. Ni a propagar mensajes sin importancia a través de los teléfonos móviles.

Tania Quintero

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