El domingo 3 de abril, The Carter Center divulgó el informe sobre la visita de tres días que el expresidente estadounidense hiciera a La Habana. Antes de salir de la isla, Carter volvió a conversar con Raúl Castro, esta vez en el aeropuerto. Y aprovechó para trasladarle al general-presidente «las preocupaciones recibidas de los grupos disidentes. Se comprometió a investigar los problemas e informarme personalmente sobre sus decisiones”.
Entre las peticiones de los opositores que se reunieron con Carter figuran la eliminación de restricciones de viajes al extranjero y facilidades para que los presos políticos recién liberados puedan obtener sus documentos (carnet de identidad, licencia de conducción). Los prisioneros políticos abogaron para que sus compañeros excarcelados y enviados a España tengan derecho a regresar a la isla.
Cuando una persona tiene la posibilidad de poder hablar con alguien influyente, sea cubano o extranjero, es libre de hacer peticiones para beneficio propio, de su familia o de un colectivo. Pero también, pienso, debe aprovechar para trasmitirle asuntos de peso relacionados con la situación del país y su gente. Si las principales peticiones fueron ésas, considero que desaprovecharon una gran oportunidad. Una oportunidad que a lo mejor en largo tiempo se vuelve a presentar.
En vez de llevarle una caja con cucuruchos de maní y un truculento mensaje adosado, hubiera sido más fructífero que le hubieran entregado una carta firmada por todos los convocados, con una sola y gran petición: que el Sr. Carter le dijera a Raúl Castro que no se escude más en interlocutores nacionales o foráneos, acabe de reconocer que en Cuba hay una oposición y se siente a dialogar frente a frente con ella.
Tania Quintero
Foto: Varios de los presos políticos excarcelados que participaron en el encuentro con Carter, el miércoles 30 de marzo, en el Hotel Santa Isabel, Habana Vieja.