Desde La Habana

Cubanos se interesan por el Movimiento San Isidro

Cubanos se interesan por el Movimiento San Isidro

Con el lema Todos somos San Isidro, cubanos en Berlín (foto), Roma, Madrid, Estocolmo, Oslo, Copenhague y Miami, entre otras ciudades

La vida de Daniel, 56 años, es pura rutina. Desde su habitación en un desvencijado edificio construido a principios del siglo XX se huele el salitre de la bahía habanera. Para llegar a su apartamento en un tercer piso, hay que ser un poco acróbata. Subir por una escalera de mármol ennegrecido y sucio al cual le faltan casi todos los peldaños. Luego, caminar por unos tablones con barandas improvisadas, que sustituyen al pasillo original derribado hace veinte años tras el paso de un huracán de mediana intensidad. Es como andar sobre un trapecio. A los lados de la pasarela colgante, a más de veinticinco metros de la calle, se divisan las azoteas con sus palomares de madera chamuscada, ropas tendidas al sol y el bullicio del imperturbable reguetón que retumba en cualquier sitio de la otrora Habana colonial

“Quien venga a visitarme no puede padecer de vértigo, ni estar pasado de tragos”, dice Daniel con una sonrisa, mientras masca un cabo de tabaco barato. En el piso donde vive, el apartamento fue dividido en varias habitaciones. Cada inquilino, sin orden ni concierto, ha construido barbacoas de madera, consiguiendo tener un poco más de espacio. El cuarto de Daniel es una estampa de la extrema pobreza. Un bombillo incandescente que apenas alumbra, un par de butacas sin rejillas, un anacrónico televisor, una cazuela de hierro y dos sartenes viejos colgados en la sala-comedor-cocina.

Con el dinero de la venta de una ristra de parguitos, Daniel se compró en el mercado negro un paquete de muslos de pollo Made in USA y tres jabones Camay, que suelen venir en el equipaje de los cubanos residentes en la Florida o de las ‘mulas’ traen pacotilla de la zona panameña de Colón o de mercados mexicanos de Cancún. También compró café La Llave que alguien trajo de Hialeah. Luego de la colada, se sienta en el balcón.

Desde ahí, Daniel observa la barriada de San Isidro, que lleva su nombre por San Isidro Labrador, santo protector de huertos y sembradíos, y que actualmente abarca desde la calle Egido hasta la Avenida del Puerto y desde la calle Acosta hasta Desamparados, Habana Vieja. Al este limita con el Puerto, al sur con el barrio Jesús María y al norte con el barrio de Belén. Suele estar incluido en las rutas turísticas por sus edificaciones de los siglos XVII y XVIII, como las Iglesias de la Merced, del Espíritu Santo y la de San Francisco de Paula, con el hospital del mismo nombre. En el siglo XIX, Alberto Yarini (1892-1902), famoso chulo conocido como «el rey de San Isidro», puso a esa localidad habanera en el mapa de la isla.

“Desde el balcón me eché el play (suceso) del escándalo que Luis Manuel armó cuando detuvieron a Denis Solís. En el medio de la calle a los segurosos que lo vigilaban les dijo que si se meten con uno de ellos se meten con todos. La noche que rompieron la puerta de su casa, que también es la sede del Movimiento San Isidro, y a la fuerza cargaron con el grupo, yo estaba pescando a un costado de la terminal de la lanchita de Regla. San Isidro parecía un set de películas de acción. Una pila de patrullas, carros con cristales oscuros de la Seguridad del Estado, camiones antimotines, ambulancias y dos guaguas llenas de gente pa’ armarle un acto de repudio a los amigos de Luisma. Parecía que iban a capturar a Osama Bin Laden”, recuerda Daniel.

El martes 1 de diciembre, un día antes de cumplir 33 años, al artista visual Luis Manuel Otero Alcántara le dieron el alta del Hospital Manuel Fajardo, ubicado en el Vedado, donde a la cañona lo ingresaron tras varios días en huelga de hambre. Agentes de la policía política impedían que lo visitaran, excepto su madre, hermana y un tío. En un auto de la Seguridad lo dejaron en la 4ta. unidad de policía, en Infanta entre Manglar y Amenidad, Cerro. Sin dinero ni celular, Luis Manuel tuvo que caminar siete cuadras hasta el domicilio de su madre, en Romay entre Monte y Zequeira.

Horas después pudo regresar a su hogar, al Movimiento San Isidro, en la calle Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto, Habana Vieja. A las doce de la noche, el científico Oscar Casanella, el escritor Carlos Manuel Álvarez, la periodista Mónica Baró y la curadora de arte Claudia Genlui, entre otras amistades, le cantaron Felicidades por su cumpleaños. Antes, vecinos del barrio habían ayudado a recoger los destrozos provocados por la inusitada violencia policial cuando en la noche del jueves 26 de noviembre desalojaron a los catorce que allí habían permanecido, unos haciendo huelga de hambre al igual que Luis Manuel y Maykel Osorbo, otros brindándoles su apoyo.

El Movimiento San Isidro (MSI) fue fundado el 12 de septiembre de 2018 por un grupo variopinto de artistas, poetas y raperos, en protesta por la absurda Ley 349 que prohíbe y limita el desempeño de los artistas independientes. Entonces apenas eran conocidos, ni por otros artistas independientes ni por los disidentes, con excepción de Luis Manuel, la cabeza más visible del MSI. Pero las constantes detenciones a Otero y sus colegas por parte del aparato represivo del régimen, así como el despliegue del MSI en las redes sociales, amplificando su arte y demandas ciudadanas, los hicieron conocidos.

Si antes de ellos solamente sabían por los alrededores de la calle Damas, ahora cualquier transeúnte despistado puede preguntar a un vecino de la barriada de San Isidro la vieja casa donde vive Luis Manuel, quien con la historiadora de arte Yanelys Núñez Leyva en 2016 crearon el Museo de la Disidencia y el Museo de Arte Políticamente Incómodo y en 2018 el Movimiento San Isidro.

La feroz campaña emprendida por el castrismo contra el MSI y el internacionalmente reconocido periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez se ha convertido en un bumerán. Elianet, alumna de onceno grado, sentada en la escalinata del antiguo Instituto Bachillerato de La Víbora, en su teléfono móvil busca sobre Luis Manuel Otero, Carlos Manuel Álvarez y el MSI. «Por mi hermano supe de la huelga de hambre en San Isidro y el plantón frente al Ministerio de Cultura. Pero fue después que la televisión comenzó a decir que eran terroristas, delincuentes y marginales, cuando me empezó a llamar la atención. ¿Si son terroristas, por qué no están presos y si el rapero Denis Solís también es terrorista, por qué solo lo condenaron a ocho meses por desacato? Las informaciones no encajaban. Alguien en el aula me prestó un libro de Carlos Manuel y me habló de las demandas de Luis Manuel. Álvarez es de lo mejor que he leído en los últimos años. Y Otero pide lo que la mayoría del pueblo reclama en voz baja”.

Yunior, estudiante universitario, dice que la campaña mediática contra el MSI provocó un efecto contrario al planificado por el gobierno. “Es que las mentiras son muy burdas, dicen medias verdades y ocultan muchas cosas. Carlos Manuel es un fuera de liga y ellos lo saben. Y si Luis Manuel fuera un elemento antisocial, no hubiera podido pertenecer a la Asociación Hermanos Saíz, organización de jóvenes creadores que auspicia la juventud comunista, ni hubiera podido exponer en galerías del Estado. Antes no era delincuente y ahora sí, eso nadie se lo cree. Lo que más disgusta a los universitarios que estamos a favor del diálogo y el respeto a las diferencias, es que el gobierno a los del MSI no les da opción a defender sus puntos de vista en los medios. Uno se pregunta, si fueran delincuentes peligrosos y terroristas confesos, cómo es posible que figuras prestigiosas como el cineasta Fernando Pérez, el actor Jorge Perogurría y la cantante Haydée Milanés los apoyen”, expresa y añade:

“La campaña difamatoria los ha hecho más conocidos dentro y fuera del país. Ya no es como antes. Ahora usted ‘googlea’ y se informa. El gobierno está perdiendo una oportunidad de oro para dialogar con las diversas voces de la sociedad. Es una actitud irresponsable: un presidente gobierna para todo el pueblo, no solo para sus partidarios. El 27 de noviembre, Díaz-Canel debió haber ido al Ministerio de Cultura y hablado con los treinta seleccionados por las más de 500 personas que pacíficamente protestaron en las afueras del ministerio. Si cierran las puertas al diálogo, están dejando abiertas las puertas a la violencia, porque el descontento social no va a parar en Cuba”.

Remberto, bodeguero, considera que hace quince años esas campañas «le metían el miedo en el cuerpo a los cubanos. Tú veías a un disidente por una acera y cruzabas a la otra. Actualmente despiertan admiración”. En la cola del pan, en los viejos taxis o en las tertulias familiares, el Movimiento San Isidro se ha sumado a los temas habituales de conversación: las impopulares tiendas por dólares, la eterna crisis económica y los planes para emigrar.

LLiana, artista plástica, desconocía la existencia del MSI «pero después de los intensos ataques en los medios oficiales, comenzó a llamarme la atención. Una mayoría está convencida que sin instituciones democráticas, seguiremos encallados en el pasado. Los gobernantes quieren aparentar modernidad y espontaneidad, pero ni ellos se tragan lo que pregonan. Los que fueron al paripé del Parque Trillo el domingo 29 de noviembre, fueron convocados por el PCC y la UJC. Son puestas en escena donde los asistentes dicen lo que el gobierno quiere oír. Aquí ni los espectáculos humorísticos son espontáneos”.

En Cuba, nada es lo que parece.

Iván García

Foto. Con el lema Todos somos San Isidro, cubanos en Berlín (foto), Roma, Madrid, Estocolmo, Oslo, Copenhague y Miami, entre otras ciudades, han salido a las calles a mostrar su solidaridad con Luis Manuel Alcántara y el Movimiento San Isidro. Tomada de Radio Television Martí.

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