Desde La Habana

Cuba, un polvorín a punto de estallar

Cuba, un polvorín a punto de estallar

La crispación ciudadana va en aumento en Cuba. A cualquier hora y en cualquier lugar, la gente estalla y descalifica con palabrotas subidas de tono al gobernante Miguel Díaz-Canel, las fuerzas del orden y funcionarios del partido comunista. Ahora mismo, la impopularidad del régimen verde olivo es notoria. Pregúntele a un cubano de a pie su opinión sobre el gobierno y escuchará numerosas quejas por la ineficaz administración del país.

El feroz desabastecimiento de alimentos y medicinas, inflación que a diario crece, salarios de miseria, caóticos servicios públicos y constantes apagones, entre otras muchas causas, han desatado un enorme descontento en la ciudadanía. La violencia también ha crecido.

Un doctor del policlínico Turcios Lima, en el municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana, cuenta que el 19 de agosto estaba de guardia, cuando durante un apagón “una colega fue golpeada en el rostro por un paciente. Las agresiones al personal de salud no paran. Es una escalada. Te agreden verbal o físicamente. Nos culpan por la mala atención y el déficit de medicamentos. Y lo cierto es que estamos atendiendo sin nada. Falta de todo, desde algodón y esparadrapo hasta un simple calmante. Si se produce un apagón, casi nunca funcionan las plantas de emergencia en hospitales o policlínicos, por falta de combustible o porque están rotas. La mayoría de los médicos en Cuba también nos alimentamos mal, tenemos que hacer colas de varias horas y con el salario que nos pagan, en mi caso 5,500 pesos (menos de 40 dólares en el mercado informal) no le puedo comprar ni un par de zapatos a mi hijo. Estamos en la indigencia como cualquier cubano. No tenemos la culpa de este desastre”.

Los malos tratos son frecuentes en la Isla. Recientemente, en una cola para comprar pan en la barriada de La Víbora se armó una bronca. “Algunas personas se fueron a los puños. Aquello parecía un cartel de boxeo. Lo más lamentable es el comportamiento ciudadano. Unos filmaban la bronca para subirla posteriormente a las redes sociales y otros alentabam a que siguiera la pelea, como si fuera un circo. Cuando policías llegaron, comenzaron a ofenderlos, gritándoles corruptos y abusadores. La crisis económica y la pésima gestión de Díaz-Canel han provocado estallidos de ira. La agresividad en las calles asusta. Es un coctel muy peligroso donde se mezclan bajas pasiones y actitudes delincuenciales con la ausencia total de valores. Parece que vivimos en una selva. Esos brotes de violencia, muchas veces incitados desde el gobierno y la prensa oficial, por su ausencia de autocrítica, falta de ética y de empatía hacia la población, pueden conducirnos a una guerra civil”, comenta Laura, maestra jubilada.

Carlos, sociólogo, considera que ese “comportamiento violento y primitivo suele suceder en naciones con Estados fallidos, por no contar con las instituciones adecuadas canalizar el descontento de la población. En Cuba, las autoridades no escuchan los reclamos de la gente, no dan respuestas, no ofrecen soluciones a los múltiples problemas y éstos se van acumulando. Así llevamos 63 años. Por eso muchos cubanos deciden emigrar, pero quienes no tienen recursos para irse, al no existir una cultura del debate, y como han crecido en un sistema de adoctrinamiento donde los criterios sobre los gobernantes son catalogados de ‘contrarrevolucionarios’, la opción que les queda es quejarse de la situación en voz alta en cualquier sitio o a través de su celular y subirlo a las redes sociales”, dice y agrega:

“Otras personas recurren a métodos violentos. Es un panorama explosivo. Los métodos violentos y los linchamientos verbales utilizados por el gobierno y sus medios de propaganda contra quienes piensan diferente, que al no ser escuchados, por su cuenta, espontáneamente, deciden oponerse al sistema, pueden desatar estallidos sociales. Solo un diálogo con todas las partes y la aplicación de las reformas profundas que reclama el pueblo, puede frenar ese ascenso de la agresividad”, opina el sociólogo.

Según un oficial de la policía, en una semana, solo en el municipio Diez de Octubre, se han reportado “varias pintadas en las paredes con insultos a Díaz-Canel, una cacerolada en Luyanó gritando consignas contra el gobierno, y a pedradas han roto las vidrieras de siete establecimientos públicos. En la zona del Mónaco, por el reparto Sevillano, rompieron los cristales en una farmacia y una dulcería estatal”.

La ola de protestas e incendios se extiende por todo el país, desde Pinar del Río hasta Guantánamo. En la localidad de Pastelillo, municipio Nuevitas, provincia de Camagüey a unos 600 kilómetros al este de La Habana, los días 19 y 20 de agosto se produjeron las protestas más numerosas después del 11 de julio de 2021.

Un vecino de Nuevitas dijo a Diario Las Américas que “los apagones fueron el detonante. Llevábamos dos meses teniendo apagones de hasta 15 y 16 horas diarias, sin poder dormir por el calor y los mosquitos. Pero no es solo por los apagones. Los mercados de alimentos están vacíos. La poca comida que venden hay que comprarla en divisas. El abasto de agua potable es pésimo e inexistente el transporte público. Los centros de salud son un asco y a la falta de medicinas se une la escasez de médicos. La gente salió a protestar porque ya se cansó. Cientos de nueviteros nos tiramos pa’la calle. Cantamos el himno nacional, pedimos Libertad, Patria y Vida. Horas después, la policía y agentes de la Seguridad del Estado comenzaron a detener personas y desde Santiago de Cuba desplazaron un batallón de boinas negras».

El fin de semana, las autoridades de Nuevitas organizaron fiestas infantiles y ofertaron picadillo y pescado a la población. En un acto de ‘reafirmación revolucionaria’, militantes del partido y leales al castrismo corearon ‘pin pon fuera, abajo la gusanera’, el mismo estribillo utilizado por Fidel Castro en 1980 cuando el éxodo del Mariel. En una imagen surrealista, estilo Corea del Norte, por las principales arterias de Nuevitas circuló un retrato de Díaz-Canel que pusieron en la parte trasera de una moto eléctrica.

“Ese mitin de repudio y los paripés que luego organizaron, han indignado a los pobladores de Pastelillo. ¿Nos van acusar de ‘gusanos’ por protestar por los apagones y reclamar mejor calidad de vida? En vez de buscarle solución a los problemas, el gobierno recurre a las descalificaciones, los insultos y la represión. Pero la gente está puesta. De jodido pa’bajo no hay más pueblo”, afirmó el vecino de Nuevitas. La ong Justicia 11J denunció el arresto de al menos 14 personas por participar en las protestas en Pastelillo y Camalote. Agentes del régimen se encontraban buscando manifestantes que aún no habían podido localizar para detenerlos y enjuiciarlos.

Si algo distingue el verano de 2022 en la Isla, es que los cubanos han ido perdiendo el miedo. Se han incrementado las protestas callejeras pacíficas, aunque algunos por su cuenta y riesgo, prefieren quemar establecimientos estatales vacíos, romper vidrieras o pintar carteles contra la dictadura.

Entre apagones, protestas, incendios, colas y desabastecimiento generalizado, Cuba es un polvorín a punto de estallar.

Iván García

Foto: Captura de pantalla de la protesta que tuvo lugar en Nuevitas el jueves 18 de agosto. Tomada de Radio y Televisión Martí.

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