Desde La Habana

Cuba: sillones y sofás

Cuba: sillones y sofás

El anuncio que acaba de hacer Miguel Díaz Canel, de que para el año 2020, las instrucciones y mandatos que diseñarán los caminos de la economía cubana no llegarán desde las alturas del poder, no significa ningún cambio esencial, verdadero o profundo.

Estamos hablando de un simple movimiento de muebles, una nueva jugada de los tahúres del poder que lanza a la sociedad criolla una esperanza vana, sin fundamentos y a los cabecillas, sin embargo, les puede producir lo único que realmente quieren y procuran: tiempo y más tiempo para no bajarse jamás de la montura.

El todavía flamante presidente, nombrado por un dedo índice y un abrazo, asegura que la determinación de permitir que “serán los trabajadores” los que conformen las metas de las empresas es un paso muy importante que traerá, con un toque mágico, la salvación económica de la Isla. Claro, él no ha dicho que para los jefes cubanos “los trabajadores” son un grupo selecto de funcionarios fieles y obedientes y la palabra empresa lleva, como un sello congénito, el adjetivo “estatal”.

Así ha resumido Díaz Canel la trascendencia de la disposición tramposa que ahora resulta también añorada durante mucho tiempo por no se sabe quién: “Para ser efectiva esta medida, reclamada durante años, es necesario un cambio de mentalidad. Saltar al nuevo momento y saber que ya el Plan no llegará desde arriba. Se trata de una medida audaz y revolucionaria que exige objetividad, realismo y conciencia”.

La caótica economía del país, mientras aguarda por los trapicheos formales enunciados para el 2020, marcha en un riguroso y disciplinado retroceso que la conduce, a todas luces, a encontrarse con el fatídico Período Especial, que se instaló en Cuba en los años noventa y que los cubanos recuerdan como una pesadilla que tuvieron que soñar, esqueléticos, sin medicinas y con un hambre mucho más general que Raúl Castro.

Ni la retórica de un cuadro del Partido, ni las promesas hechas de pura palabrería de cualquier funcionario, pueden contrarrestar la devastación de la sociedad cubana donde faltan las medicinas, los artículos elementales de la higiene personal y los alimentos básicos.

No es posible conocer lo que pasará en la vida diaria del futuro, en un país que no tiene un presente fecundo y próspero. Y mucho menos si sus dirigentes se dedican a decir mentiras y a cambiar de sitio los sofás y los sillones para que la sala parezca otra, pero sea la misma.

Raúl Rivero

Texto y foto: Blog de la Fundación Nacional Cubano-Americana.

Salir de la versión móvil