Desde La Habana

Cuba: plano general con harina de boniato

Cuba: plano general con harina de boniato

Cuba: plano general con harina de boniato

Muchos cubanos y buena parte de los expertos y observadores internacionales de la realidad de aquel país suelen poner sus esperanzas de cambios reales y el inicio del camino definitivo a la democracia en acontecimientos, decisiones personales y episodios distantes o ajenos a las necesidades y sueños de los que viven en la isla y en el exilio.

Ahora mismo, están pendientes de la política que asuma el gobierno del presidente Donald Trump para revertir la cariñosa entrega de Barack Obama a los gavilanes de la vieja dictadura caribeña. Y tienen también su atención dirigida, con una buena carga de paciencia y la vista larga, en la promesa de Raúl Castro que anunció, generosamente y como agotado por tanto sacrificio, que renunciaría en febrero de 2018 para dar paso a un pariente o a un empleado fiel.

El asunto es que, mientras las esperanzas van de un punto a otro y lo mismo tienen un quicio en La Habana y otro en Madrid, Washington o Bruselas, el tiempo -como es implacable, ya sabemos- y el régimen avanza en su eternidad con nuevas mentiras, pequeñas concesiones gastronómicas obligadas y la profundización del fracaso de lo que debía haber sido su economía.

Lo real, tangible y vivo en el escenario nacional es la apertura a los inversores que llegan de lejos para ganar dinero, como debe ser. Y, de paso, se supone que sin proponérselo, abrir nuevas fracturas en una sociedad pobre y marginada.

En esencia, los cubanos de la calle y las guardarrayas continúan sin libertad, sin posibilidades de opinar o de decidir lo que pasa con su presente y lo que pasará con su porvenir, al tiempo que tratan asumir que, en materia de alimentación, los cambios registrados van de la pizza de preservativo y el bisté de hollejo de toronja al pan de harina de boniato y los filetes de tiburón podrido que se venden en los mercados oficiales en Guantánamo y la capital cubana.

La violencia policial se ha integrado al paisaje cubano con las golpizas por más de cien domingos seguidos a las Damas de Blanco, los asaltos a las viviendas de opositores, el acoso a periodistas independientes y activista de derechos humanos y sus familiares.

Y en esa escena, aunque no se puedan ver, aparecen también 140 presos políticos, una cifra que, con sus buenos oficios, el gobierno consiguió duplicar en sólo un año.

La puerta del camino de la libertad está dentro de Cuba. De toda Cuba.

Raúl Rivero
El Nuevo Herald, 3 de junio de 2017.

Foto: Pan que entre sus ingredientes lleva harina de boniato. Tomado de Ópera por el chocolate.

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