Desde La Habana

Con el fin del verano comienzan las terapias de choque en Cuba

Cuando el 6 de septiembre sus hijos comiencen el curso escolar, muchos padres cubanos ya no tendrán que levantarse temprano para ir a trabajar. En el verano de 2010, pasaron a formar parte del contingente de parados.

Es el caso de José  Benítez, 48 años, electricista, quien se rasca la cabeza al pensar cómo puede buscarse un puñado de pesos para mantener a su esposa y tres hijos. Ellos no tienen parientes afuera. No reciben dólares ni euros. Tampoco tienen dinero para montar un negocio particular.

“Mi futuro es incierto. Para conseguir plata, haré  arreglos particulares de electricidad. Mi mujer, que era ama de casa, consiguió un contrato temporal para limpiar en un hospital. No quiero pensar en el mañana. Mientras más analizo, menos solución encuentro a nuestros problemas económicos y materiales. Dios aprieta, pero no mata”, dice Benítez, mientras ve un culebrón brasileño.

Muchas familias como la del electricista José saben que tendrán que calentar más de lo debido el fondillo frente al televisor. En un intento por recuperar la raquítica economía, los gobernantes cubanos tienen previsto enviar a un millón de personas a la calle.

Esta vez, el Estado sólo les pagará un el 60% de su salario. Para buscar un paliativo a la dura situación laboral, se espera que el gobierno libere aún más el trabajo particular.

Ya se pueden vender mangos, aguacates y plátanos si usted tiene plantaciones en su patio. De cualquier manera, las personas ya lo venían haciendo. René Fiallo, 60 años, vive en una residencia antigua en el reparto Sevillano. Aunque las autoridades prohibían vender el excedente de mangos y aguacates de sus árboles, René burlaba las medidas.

“La venta de frutas constituye una entrada fundamental de dinero en nuestra familia. Ahora lo haré de forma legal”, asegura Fiallo, quien a partir de ahora debe pagar un 5% de sus ingresos de impuesto.

Está lejos de ser la solución a la traumática situación alimentaria en Cuba. Un pequeño parche. En el caso del arrendamiento de tierras, hay más trabas de las esperadas. El economista independiente Oscar Espinosa Chepe piensa que el régimen debiera abrir la mano sin temor.

Para Chepe, arrendar la tierra por 10 años no es una buena solución. “Si quieren que se trabajen esas tierras a todo vapor, debiera concedérsele un arriendo de no menos de 50 años. Como en China. Si usted sabe que ocupará un terreno solamente por 10 años, no se sentirá motivado a continuar invertiendo cuando acumule ciertas ganancias”, afirma el economista.

El final de estas vacaciones veraniegas marca el inicio una etapa de incertidumbre para numerosas familias. Y a pesar de la ampliación del trabajo privado, la mayoría no tiene un duro para invertir en una pequeña empresa.

Encima, todos los días la gente tiene que soportar una feroz divulgación mediática acerca de la crítica situación laboral en Estados Unidos y la Unión Europea. Los países capitalistas andan mal. Es cierto.

Pero los cubanos desean que sus gobernantes no escondan la cabeza debajo de la tierra ante sus problemas. Es lo que está sucediendo. Fidel Castro nada más tiene ojos para leer noticias sobre una supuesta guerra nuclear. Y predecir catástrofes.

Como si no bastaran con las que en sus hogares tienen tantos cubanos desempleados.

Iván García

Salir de la versión móvil