Desde La Habana

A propósito del suicidio del cubano Albert Santiago Du Bouchet

Hago llegar mi más sentido pésame a la familia de Albert Santiago Du Bouchet, quien acaba de suicidarse en Canarias, España. No le conocí personalmente, pero a través de internet seguí las situaciones que en Cuba vivió. El año pasado, Reporteros sin Fronteras y el Comité para la Protección de Periodistas se congratuló de que Du Bouchet fuera el último periodista independiente excarcelado y el último que llegó a España, el 8 de abril de 2011, hace ahora un año.

Me imagino que a la ‘madre patria’ llegó lleno de ilusiones, pensando que iba a poder vivir con los suyos en un país democrático. Cuánta pena me da, con él y con los expresos políticos desterrados a España. Y también indignación, con el PSOE, que fue quien los llevó, y ahora con el PP, partido que supuestamente es el que más apoya a la oposición cubana.

Desde noviembre de 2003 vivo en Suiza como refugiada política, con mi hija y mi nieta mayor. Y en todo ese tiempo, he leído y escuchado la forma despreciativa con que algunos medios españoles, escritos o televisivos, se refieren a Suiza y los suizos.

A raíz del resultado de un referéndum -en Suiza no se aprueba nada si la ciudadanía no lo aprueba en sus votaciones- la presentadora del telediario de las 9 de la noche, dijo que «Suiza había demostrado nuevamente ser un país excluyente, un club de ricos». Eso fue hace cinco años, cuando los españoles no tenían la crisis económica que ahora tienen y menospreciaban a Suiza, una nación de 8 millones de habitantes que cada vez que los convocan, para saber si quieren que la Confederación Helvética se integre a la Unión Europa, mayoritariamente votan NO.

Si Suiza hoy no tiene ese brutal crisis económica y financiera y su tasa de desempleo no supera el 4%, es precisamente porque no pertenece a la UE. Y si es un ‘país rico’, no es por el dinero y barras de oro que hay en sus bancos, si no porque los suizos trabajan muchísimo, con disciplina, eficiencia y calidad.

Pero yo no destacaría tanto eso de Suiza, como su política social: el Estado y las organizaciones humanitarias suizas no permiten que nadie se quede desemparado, sin vivienda, sin alimentación, sin atención médica y sin derecho a la educación y el aprendizaje de idiomas, algo fundamental, pues en Suiza son 4 los idiomas oficiales: alemán, francés, italiano y retorromano.

Por igual, un anciano jubilado, una madre soltera, un desempleado, un drogadicto, un enfermo mental, un enfermo incurable, un extranjero en espera de asilo político o un refugiado político, todos, reciben ayuda social, de acuerdo a sus necesidades. Los que andan en las calles como ‘homeless’ es porque quieren, porque comedores y albergues tienen para cobijarse. Sólo los recogen obligadadamente cuando bajan mucho las temperaturas, para que nadie muera en una acera por falta de atención y calefacción.

Suiza es uno de los países europeos que más inmigrantes recibe, sobre todo de países africanos, árabes y musulmanes, también es uno de los que más asilo político concede, lo que pasa que es más fácil denigrar y tratar de menospreciar sin conocer a fondo un país y su gente. Pero hay periodistas y medios foráneos que prefieren obviar esas realidades, que las conozco bien porque resido en un barrio de inmigrantes y refugiados políticos, muchos provenientes de la exYugoslavia y que en carne propia vivieron la guerra de los Balcanes, personas con traumas mucho más dolorosos y fuertes que los de los cubanos. Y no se suicidan, porque desde que llegaron, Suiza les ha brindado cuidados médicos y psiquiátricos, para que puedan rehacer sus vidas.

En mi edificio vive uno de esos exyugoslavos, a quien hará dos años tuvieron que cortarle una pierna. Anda en una silla de ruedas, recibe una pensión digna y como su apartamento queda en un segundo piso, cuando se ha roto el elevador, sea un domingo o día feriado, enseguida él llama y enseguida lo arreglan.

La diferencia con España y otros países europeos no son los Alpes, los bancos, los relojes, los chocolates o el tenista Roger Federer, uno de los deportistas más caballerosos a nivel mundial. No, la diferencia la marca la dignidad con que Suiza atiende a sus ciudadanos y también a los que no han nacido en su territorio, hablen el idioma que hablen, su piel sea más clara o más oscura y las mujeres cubran o no sus cabellos con velos. El tema migratorio es uno de los más debatidos en Suiza, y pese a que no todos los partidos y los ciudadanos ven con buenos ojos el arribo de nuevos inmigrantes y refugiados políticos, cuando las autorizades suizas aceptan a un extranjero, es porque lo van a atender bien mientras resida en su país.

Para los suizos, la hospitalidad y solidaridad son parte fundamental de su idiosincrasia y su política social. No por gusto su bandera, roja con una cruz blanca, fue inspirada en la Cruz Roja, organización fundada en 1863 por el suizo Henri Dunant.
Descansa en paz, Albert Santiago Du Bouchet!

Tania Quintero

Foto: Du Bouchet hablando, durante una protesta frente al Consulado de Cuba en Las Palmas de Gran Canarias, el 26 de julio de 2011.

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