Desde La Habana

Gladys Bejerano, la ‘dama de hierro’ cubana

Eliot Ness y su grupo en el Chicago de los años 30 se denominaban ‘los intocables’. Frontalmente combatieron la corrupción galopante en la ciudad de los vientos, y mediante una argucia jurídica de evasión de impuestos llevaron a la cárcel al gangster Al Capone.

Aquel grupo de Chicago tiene una versión femenina en Cuba. Se llama Gladys María Bejerano Portela. Es la Ministra de Auditoría y Control. O sea, la Contralora de la República. Licenciada en Ciencias Sociales, es vicepresidenta del Consejo de Estado y diputada por la provincia de Guantánamo. También lleva faldas su segunda al mando: Alina Vicente Gaínza.

De acuerdo a fuentes bien informadas, ahora mismo Gladys Bejerano es la enemiga número uno del descomunal aparato de burocracia y corrupción de un extremo a otro de la isla.

Dicen que los corruptos tiemblan cuando ven aparecer a los inspectores de Bejerano. No es para menos. La corrupción se ha convertido en un estilo de vida de Cuba, y está enraizada en todos los estamentos del quehacer isleño.

El más visible son los diferentes ‘clanes’ creados en sectores como gastronomía, turismo, telecomunicaciones, aeronáutica, zonas francas y grandes almacenes y frigoríficos donde se trasiega descaradamente con los recursos del Estado.

Estos ‘carteles’, casi mafiosos, se han enriquecido vendiendo al por mayor pollo, aceite, puré de tomate, pacotillas textiles y electrónicas, cuentas piratas de internet, tarjetas prepagos de celulares, cemento y materiales de la construcción. Lo integran  cuadros del partido de nivel medio que esconden la plata debajo de sus colchones.

Tienen doble cara y doble discurso. Actualizan los murales del sindicato con loas a Fidel y Raúl, propaganda a favor de la liberación de los cinco espías presos en Estados Unidos y, al pedido de la Seguridad del Estado, asisten a los actos de repudio y golpizas contra las Damas de Blanco.

La cara no visible de la corrupción apunta a jefes de nivel nacional y a los asesores de ciertos ministros, que hacen de figuras de paja y llevan al contado el balance del dinero sucio que generan sus negocios.

Es una cadena. Los fines de semana, cada gerente de un hotel, restaurante, café o discoteca entrega un sobre a un tipo de confianza del director municipal.

Las cifras varían de acuerdo a la importancia del lugar y la entrada de dinero. Después, el director ‘moja’ con billetes a algunos ‘padrinos’ dentro del partido provincial, el ministerio de comercio interior o de turismo.

Con la creación del cargo de Contralora el engranaje de corrupción se ha visto amenazado. Cuando en agosto de 2009 la Gaceta publicó la Ley 107, creando la Contraloría General de la República de Cuba, administradores y directores no se lo tomaron en serio.

Pensaban que era una de las cíclicas batallas contra la corrupción que se emprenden en la isla. Y después se olvidan. Un informante anónimo dice estar convencido de que jerarcas del status quo obtienen grandes beneficios con el dinero y tráfico de influencias generado por la corrupción. No pocos creen que el fraude financiero, los desvíos y robos monumentales se diseñan en gabinetes ministeriales.

Pero Gladys Bejerano, de 64 años, tenía otros planes. Es una mujer de absoluta confianza del General Raúl Castro. De él recibió órdenes directas de jugar al duro contra la burocracia y la corrupción. Que no se detuviera ante nombres ni amenazas.

En algo más de un año, sus auditorías y controles han sido esenciales para llevar a prisión a más de 60 funcionarios de empresas importantes que operaban con divisas, entre ellos el ministro de la Alimentación, Alejandro Roca.

En las investigaciones que en estos momentos se llevan a cabo en La Habana y el resto del país, para detectar las irregularidades en ETECSA, la empresa de telecomunicaciones, el equipo de Bejerano desempeña un papel esencial en el descubrimiento de todo el entramado de corrupción y soborno.

Nunca avisan con antelación cuándo van a hacer una auditoría. Los gerentes y jerarcas de escalones superiores la odian. Por lo bajo la llaman ‘la incorruptible’. Y ‘los intocables’ a su grupo.

En la cruzada de Raúl Castro contra las ilegalidades y corrupción está por ver el capítulo final de las pesquisas contra altos funcionarios de ETECSA. Es el culebrón del verano en Cuba, porque cabezas de poderosos pudieran rodar. Será una prueba de fuego para Gladys y su protector, Castro II.

Ramiro Valdés, ex ministro de Informática y Comunicaciones, actualmente un superministro, es un histórico de la revolución y uno de los hombres de Fidel Castro. En caso de verse involucrado en manejos turbios, ¿podrá la ‘dama de hierro’ cubana llevar hasta el final el juego?

En el Chicago de los años 30, Eliot Ness acabó destruyendo a Al Capone. Pero Ramiro Valdés en Cuba es más poderoso que el gangster estadounidense. Mucho más.

Iván García

Foto:

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